04: Visitas indeseadas

30 2 0
                                    


Suena el timbre, vamos a abrirla, entonces frente a nuestras narizes aparece un chico de ojos azules, cabello rubio, peinado en plan surfista, y vestido con una sudadera naranja, un pantalón tejano corto y unas Converse negras.

-Estás preciosa- allaga, obviamente, a mi hermana.

Ella sonríe de forma un poco tímida y le lanza una pequeña indirecta para que el le de un beso en la mejilla, pero, no se si es tan imbecil de no pillar las cosas a la primera, o tiene tan poca educacion que pasa de su novia como de comer mierda.

-Menudo gilipollas- susurro en voz baja al ver que su pasotismo le ha afectado un poco a Kathleem.

Al parecer Nash tiene buen oido, cosa que en principio me da igual, ya no tengo el mas minimo respeto por el, si no quiere ser mi amigo, que no lo sea, pero que como minimo no me joda constantemente.

-¿Y tu que?- me dice de forma impertinente. -podrás hacer el favor de quedarte calladita y dejar que tengamos una buena cita- me manda el, mientras me da dos pequeña bofetadas en la cara.

Le hago caso, en el fondo no me perdonaría que me hermana fallara en la cita por mi culpa, pero la verdad es que si pudiera me iría de aquí lo antes posible.

Al final se decide a pasar dentro de la casa, es la hora de merendar, así que, por raro que parezca, le ofreco unas galletas de limón a Nash, quien al parecer las acepta. Si mal no recuerdo creo que le gustaba el sabor acido.
Nos sentamos en el sofá, ellos hablan de sus tonterías, y, aunque me aburro, por suerte no lo estoy pasando mal, o almenos hasta que no se si por curiosidad o desconfianza, me dedico a escuchar lo que dicen durante un par de segundos: ¡menuda surpresa! (sarcasmo), a cada conversación salen indirectas sobre mi, sobre mis defectos, mis costumbres...
No tengo idea de si sus intenciones son buenas o malas, pero se están pasando.

-Mi madre siempre decia que si vas a hablar mal de la gente mejor no hables- le digo a Nash de forma algo impertinente, pero con motivos, o almenos es lo que creo.

-Y mi madre decia que solo se chupan el dedo los bebes, los borrachos y la chica medio subnormal que está frente a mi- contesta el mientras me incita a brindar con el vaso de leche.

-Oye Nash, ten mas respeto- le espeta Kathleem, aunque no se la ve confiada. Para finalmente dejarse convencer de que era una broma y no quería ofenderme.
Como siempre, no le ha gustado ese comentarío, pero tampoco hace nada para remediarlo. Esta en el limbo entre la amistat y la familia.

-Vete a la mierda cabrón- murmuro yo, mordiendome el brazo para no partirle esa cara de de chulo que tiene.

-¿Que dices pequeña?- pregunta el confiado.

-Nada- le miento con la cabeza baja, para evitar mas problemas.

Tengo un déjà vū, es casi como en el infieron, el instituto, este y todas las populares insultando y golpeando a la pequeña Johanna Dianne Schnetzer: que la chica llorase, suplicase o incluso pensaba en el suicidio era prescindible, lo que verdaderamente era importante era hecharse unas buenas risas mientras ella pasaba el mayor ridiculo de su vida.
De poco rompo en llanto, pero de forma realmente impredecible, es mi hermana quien me acaricia el barazo y me anima a seguir con las palabras:

-Vamos, juro por Dios que se sigue tratandote así, voy a cortar todo tipo de relación con el-

No se si creerla o no, si fuese capaz de cortar relación, ¿no lo hubiese hecho antes?, pero aún así se agradece un poco de apoyo, tanto de dejo de sollozar al instante.

-Oye Nash, ¿te gusta la musica?- pregunta de coquetamente mi hermana.

-bueno, no es lo que mas me gusta, pero esta bien, yo suelo escuchar a Nirvana, Led Zeppelin...- contesta el de forma algo aburrida, pero mostrando interes por la chica.

-Que raro, coincidimos en algo- le digo con una, pero muy pequeña, gota de alegría. -aúnque yo soy mas de Sex pistols y Bikini kill- le continuo explicando.

-¡Ostia!, pensaba que no nos pareciamos absolutamente en nada- dice mientras rie un poco.

-Quieres escuchar como toco- le pregunta animada Kathleem.

-Me encantaría- le contesta el.

Realmente, a mi tambien me encantaría escucharla, Kathleem lleva tocando el piano desde los siete años, incluso ya ha dado varíos conciertos, ¡es increible!, pero por otra parte mamá sigue durmiendo y no quiero despertarla.
Ella nos conduce ilusionada a una pequeña habitación, donde solo hay quatro pequeños bancos, una estantería con libros y el gran piano de cola blanco de mi hermana. Yo, dejo pasar a Nash y seguido cierro la puerta

-Oye, ¿no hará calor con la puerta cerrada?- me dicen los dos al unisono.

-Talvez, pero no quiero que mamá despierte- les contesto.

Los dos no tardan en comprender los motivos

-¿Alguna preferencia?- pregunta mi hermana en voz alta, al mismo tiempo que nos sentamos en el taburete del piano.

A Nash no le importa demasiado, mientras no sea algun adolescente afeminado y engreido cantente de pop, o almenos eso ha dicho. Así que aprovecho para pedirle a Kathleem una canción que realmente me agrada:

-¿Puedes tocar mujer contra mujer?- le pregunto entusiasmada.

-¿Otra vez?- contesta ella, mientras comienza a tocar esa triste balada del 1989.

Yo cierro los ojos y pruebo a soñar con la melodía de fondo, soñar, soñar y escapar de la realidadahora es todo lo que necesito

Alien sheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora