Capítulo 9: Picnic

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Me despierto relajada y muy descansada.

-Buenos día Paulina- Me dice un sexy y despeinado Nicolás dándome un beso.

-Buenos días Nicolás- No se cuánto pueda durar esto, pero lo aprovecharé. –Creo que deberíamos hablar-

-Estamos hablando-

No se cómo puedo coordinar con sus manos en mi cuerpo. Aún así alego.

-¿Qué es esto? ¿Qué somos? ¿Qué estamos haciendo?-

Frunce sus ceño y me da una hermosa sonrisa al mismo tiempo.

-No se Pau, lo único que se es que mientras estoy a tu lado mis demonios desaparecen y soy el hombre más feliz del planeta. Se qué te debo mil explicaciones pero por ahora solo quiero que seamos tu y yo sin nadie que se pueda meter entre nosotros-

Decido creerle. Extrañamente sólo con él me siento a salvo.

-Por cierto dormilona, llamó tu mamá, dice que le parece injusto que no le hayas contado que estás saliendo conmigo-

-¿Qué qué? ¿Llamó mi mamá y tu contestaste? Y ¿Qué le dijiste?-

-La verdad, que estabas dormida y que no quería despertarte. Irrumpir un espectáculo como ese, no me lo perdonaría jamás-

-¿Y quién le dijiste qué eras?-

-Tu novio. Al fin y al cabo a partir de ahora serás solo mía Paulina Guerra-

No puedo imaginarme la cara de mi madre cuando Nicolás contesto el teléfono. Pronto tendré una larga conversación con ella.

-¿Nos bañamos? Nos espera un día largo-

-¿Vamos a algún lado?- Le preguntó.

-¿Curiosa señorita Guerra?-

-¿Debería estarlo?-

Dándome una nalgada me empuja hacia el baño donde nuevamente disfruto de los placeres que se que solamente él puede darme.

Una hora después estamos en su carro en dirección hacia el sur. Aún no me ha dicho a dónde vamos y a medida que avanzamos agradezco haber escogido un vestido relajado y descomplicado. Es sábado al fin y al cabo. El paisaje es impresionante, el día está precioso y yo estoy más que emocionada. Durante el camino Nicolás me mira varias veces como si quisiera decirme algo pero al final se arrepiente y decide guardárselo. Tal vez no quiera presionarme. Y yo, se lo agradezco. Decidí aventurarme en esto pero aún necesito un poco de cordura para tomar decisiones. Aún no puedo creer que le haya dicho todo sobre mi, le he puesto mi vida en sus manos. Espero, por mi bien, no haberme equivocado.

-¡Llegamos!- Me dice mientras me despierta.

Debí haberme dormido en el camino. Abro los ojos y lo que veo me deja extasiada. Una campiña verde y muy profunda llena de pinos, arbustos, rosas rojas y blancas, girasoles y cientos de flores que nunca he visto. A un lado un pequeño lago donde se divierten patos y gaviotas. ¡Es precioso!

El lugar no está solo ya que en el aparcamiento hay varios carros estacionados pero aún así no logro ver a nadie.

-¿Qué hacemos acá Nicolás?-

-Ya verás pequeña-

Va hasta el baúl y saca un canasta de mimbre y un mantel para picnic. Me toma de la mano y juntos caminamos hacia el lago. ¿Hay algo más romántico que esto Paulina? Me pregunto.

Una vez llegamos a la orilla del lago extiende el mantel, me ofrece su mano y me pide que me siente a su lado. Lo miro embobada mientras abre la canasta y saca varias cosas y las pone en orden en el pasto. Diez minutos después, con una sonrisa en la cara me ofrece un sándwich que con mucho esfuerzo le costó hacer. Lo pruebo y misteriosamente sabe delicioso. Abre una botella de vino y me ofrece una copa.

Te encontraré en mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora