Capítulo 2.

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- Cuéntamelo todo- Insistió mi amigo. Era la décima vez que me lo decía y mi contestación siempre era la misma.

- No hay nada que contar, Josh. Ni siquiera se su nombre...

- ¡¿Pero cómo es que no le has preguntado como se llamaba a ese Dios Griego?! ¡Yo le hubiera pedido hasta la talla de los boxer!- Exclamó y aguanté la risa mientras negaba.

- Tú eres un salido, yo no- Bromee y el chico hizo una mueca de enfado.

- Salido no, nena, sociable. Si yo me cruzo con un chico así en mi vida, como a ti te a pasado, te aseguro que no se me escapa.

- ¿Y si no fuese gay?- Pregunté, aunque sabía la respuesta que me daría. Conocía muy bien a Josh. Demasiado bien.

- Tranquila, ya me ocuparía yo de cambiarlo de acera- Respondió como yo sabía que haría y reí por su comentario.

- Déjame dormir ya, pesado- Dije mientras cogía una de las mantas y me la echaba por encima.

- Bueno bueno, ya me voy a mi cuarto. Mala amiga- Se levantó y salió del cuarto justo después de apagar la luz de éste.

Me acomodé en la cama y cerré los ojos, pero la voz de mi amigo hizo que volviera a abrirlos.

- Asia...- Me llamó desde la puerta de mi habitación.

- ¿Qué te pasa ahora, Josh?

- ¿Puedo...?- Suspiré porque ya sabía a lo que se refería y asentí.

- Sí, Josh, sí puedes- Respondí y él exclamó un "Bien" antes de acercarse a mi cama y tumbarse a mi lado- ¿Cuándo se te va a quitar la costumbre de dormir conmigo?- Pregunté girándome hacia él.

- Cuando me busques un novio. Yo no estoy hecho para dormir solo, tu al menos me calientas los piés.

- Oh, gracias por usarme como una de esas bolsitas de agua caliente que usa la gente para no tener los piés fríos en la cama- Dije irónica y mi amigo rió.

- De nada.

~*~

Salí a la calle para comprar unos cafés ya que me había dado cuenta que se nos había gastado en casa y Josh si no tomaba un café caliente por la mañana se ponía insoportable.

Siempre que tenía que ir a comprar unos vasos de café iba a la misma cafetería, una cafetería de Portobello Road donde trabajaba una buena amiga.

Cuando llegué a la cafetería me puse detrás de un chico que estaba esperando que la empleada terminara de atender a una pareja. Saqué el móvil de mi bolsillo para hacer tiempo y me puse a inspeccionar cualquiera de las muchas aplicaciones que tenía instaladas, pero que nunca usaba.

- Asia- Escuché decir a alguien con voz femenina y dirigí mi mirada hacía la chica de detrás de la barra. Ella sonrió y yo hice lo mismo.

- Buenos días, Ruth- La saludé y ella me respondió con un "Buenos días, ¿en que puedo atenderte?"- ¿Puedes ponerme lo mismo de siempre, por favor?

- Dos capuchinos y dos muffins de vainilla, ¿verdad?- Preguntó la chica apuntándolo en uno de esos ordenadores táctiles de los establecimientos de esas condiciones y asentí- Muy bien, seran quince libras- Saqué el dinero del bolsillo trasero de mi pantalón y le pagué.

La chica entró a buscar el pedido y yo me quedé esperando mientras miraba los carteles de las ofertas.

- ¿Asia?- Escuché nuevamente, pero esta vez la voz provenía de un chico, un chico del que nunca se me olvidaría su voz.

Me giré para encontrarme con el chico del pub, el de los preciosos ojos azules, mirándome y dibujando una sonrisa en sus labios.

- Oh...Hola- Sonreí.

- Que casualidad volver a vernos en un local de esta calle, ¿no crees?- Dijo mientras se colocaba a mi lado. El olor varonil de su colonia inundó mis fosas nasales y su voz sonaba como música en mis oídos.

- Sí, es mucha casualidad- No sabía que decir y me sentía una tonta por ello. Pero es que era mirarlo y todo lo demás no importaba. Desaparecía todo por completo.

- Ayer no me dió tiempo a decirte como me llamaba, te fuiste muy rápido.

- Me dolía la garganta- Mentí y el chico frunció el ceño.

- ¿No era la cabeza?- Preguntó y maldije para mí.

- Sí, bueno, me dolía las dos cosas, la garganta y la cabeza- No me lo creía ni yo, pero tenía que intentarlo.

- Oh, bueno. Por cierto, mi nombre es Toni, Toni Mahfud- Extendió la mano en mi dirección y extendí también la mía. El la estrechó suavemente y sonrió.

- Encantada- Fue lo único que supe decir.

- Igualmente- volvió a sonreír mostrando sus blanca y perfecta dentadura.

- Aquí tienes, Asia- Escuché a mi espalda y me giré para coger lo que había pedido.

- Gracias Ruth, nos vemos otro día- Sonreí a mi amiga y devolví mi mirada hacia el chico- Ya me tengo que ir a casa.

- ¿Necesitas ayuda con eso? He traido la moto, la tengo aparcada ahí fuera- Preguntó amablemente.

- Es que no me gustan mucho las motos...- Más que no gustarme les tenía pánico, pero no iba a decirle eso.

- Bueno, puedo acompañarte andando también, si me lo permites- Ofreció y asentí porque me era imposible decirle que no.

- Vale, gracias- Sonreí y él hizo lo mismo. Agarró las bolsas de papel de mi mano y pusimos rumbo a mi casa.


- ¿Te apetece entrar?- Le pregunté cuando habíamos llegado a mi casa.

- No quiero molestar- Respondió.

- No molestas, Toni. Venga, entra y te tomas un café- Él pareció pensarlo por un momento pero aceptó al fin y entramos en mi casa.

- Al fin, Asia. ¿Dónde fuiste a por los cafés? ¿A Colombia?- Dijo mi amigo saliendo de la cocina y miró a Toni- Oh Dios mío.

- Me entretuve hablando con Toni, y lo he invitado a casa para tomar un café- Expliqué.

- Te lo perdono- Dijo sin apartar la mirada de Toni.

Portobello Road | Toni Mahfud.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora