Las Flores

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~Narra Florencia~

Me había roto...
Esta y todas las noches anteriores.

Algunas veces me mentí, y otras no, llorando frente a un espejo, gritando, o simplemente susurrandome.
Pero todas se sentían igual.

Cecilia (mi "Madre") había hecho de una de las tardes más hermosas que he sentido...en mi propia pesadilla.
Convirtió todo, en su propia dimensión.
Convirtió mi vida en un infierno.

Las lágrimas caían pesadamente sobre las sábanas, mientras mi vista miraba fijamente hacia el cielo.
En busca de mi estrella...
En busca de respuestas.

¿Porque me sentía tan...vacía?
¿Como es que a mi edad podía sentir tanta pena?
Tanta carencia...

Las ojeras bajo mis ojos se habían vuelto imposibles de tapar, así como el pesar en mi alma.
Mis labios se quebraban, y no había forma de repararlos, así como el dolor en mi corazón.
Era como si la mierda hubiese salido al exterior, y cada vez, era más difícil de ocultar.
Mi pecho se había llenado de un sólo sentimiento.
Dolor.
Sentía como si alguien hubiese clavado una aguja en mi.

Caminaba anhelante.
Anhelando simplemente que alguien me amara.

Que alguien amara todo en mi, que alguien lo hiciera sin maldad.
Sin la intención de dejarme luego.
Que me repararan las partes rotas que el dolor había dejado en mi.
Pero el tiempo pasaba,y todo se podría conforme más lloraba anhelando desde mi habitación.

Mi caja toraxica se estaba quedando vacía.
Me estaba marchitando como una flor.

Una comparación estúpida...Pero tan emocionalmente acertada a mi punto de vista.

Cuando las personas eran amadas, cuidadas, y contenidas, florecian.
La belleza salía, sin importar lo que por fuera se viese.
Cuando una persona era lastimada, traicionada, y emocionalmente destruida,se volvía las espinas que acechan entre las piedras.
Se volvían las espinas que te lastiman, si mucho te acercas.
Cuando una persona no se interesaba por las cosas, cuando su vida no tenía una razón de ser, cuando el mundo no le daba un suspiro cada mañana, ni la fuerza para levantarse cuando el sol lo hacía, se quedaban como semillas, toda su vida, incapaces de levantarse por un rayo de sol.
Incapaces de vivir.
Y muriendo sin saber como vivir.

Y aquí estoy yo...marchitandome.
Muriendo en vida.

Porque necesitaba del amor para poder vivir, ese era mi sol.
Necesitaba del cariño para mantenerme fuerte, esa era mi agua.
Necesitaba las razones para florecer...
Pero carecía de todas y cada una de ellas.
Y por eso me estaba marchitando.
Porque ni mi madre, ni mi padre, ni nadie, podía darme lo que buscaba.

Con la crueldad de mamá...cada vez me parecía más a las espinas.

Algunas veces desearía ser una piedra, y quizás por una vez, dejar de sentir.
Ser perfecta.

Pero era tan improbable, como que alguien me amase, aún siendo yo.

Mis manos jugaban nerviosamente sobre mi pecho.
Escuchaba abajo los gritos de mamá hacia mis hermanos.

La casa en sí, era muy fría, al entrar podías notar que el lugar, había visto más peleas que cualquier otro.
Que mi habitación había sido testigo de más llantos que cualquier hospital.

Pero mamá, era la cereza del pastel.
Era lo que hacia todo lo posible para que la casa siguiese siendo el infierno en la tierra.
Pues el infierno se le había quedado demasiado pequeño.

Mi celular vibró varias veces al costado de mi almohada.

Al estar en la oscuridad, la luz que emitió, me dejo algo ciega.
A los segundos pude leer los mensajes de Darío.

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