Los padres del invierno.

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Victoria y Nicolas, atrapados en el pasado.

Victoria, una hermosa chica normal.

Nicolas, un hombre de alcurnia, de alta sociedad.

Se conocieron una tarde, antes de que Victoria terminara su turno en un restaurante fino, Nicolas se enamoró al instante de su sonrisa brillante y sus ojos tímidos.

Pasaron las estaciones, Nicolas tratando de conquistar a Victoria, nunca nada le había costado tanto, todo lo que quería lo tenía al instante, pero Victoria, Victoria era otra historia, con su candor, con su alma libre y su risa facíl, que ocultaba un fuerte carácter, un carácter desconfiado y un alma frágil, pero férrea.

Victoria, su terca Victoria de rubios rulos y ojos del color de la joven madera.

Por su lado, Victoria lo quiso, casi desde la primera vez que lo vio, sentado solo, al final del restaurante, con su aire apurado e importante pero nunca despectivo, con sus ojos grises perdidos por ahi, en sus impenetrables pensamientos.

Eran polos opuestos, pero una noche de diciembre, dos años después de conocerse, a sus 18 años, Victoria, abrió su corazón al joven que tanto la buscó.

Llegaron con ella, noches largas e intermables días de la más pura felicidad, Victoria tomando su mano con timidez, susurrándole un "Niko" al oído, sabiendo perfectamente que él pondría una mueca de fastidio y ella reiría como una loca.

Pasó el tiempo en aquel idilio, juntos, soñando con un brillante futuro, Victoria, por fin amó a Nicolas con todo su ser.

La noche que se entregó de lleno a él, fue la más hermosa de todas para él, y aun después de años de cruel distancia, aquel recuerdo permaneció en su memoria para siempre.

Amor, un amor puro era el que ellos tenían, pero al cumplir sus veintiún primaveras, Victoria, supo que llevaba en su vientre el fruto de su amor.

Fue una desgracia, si así se le quiere ver, la madre de Nicolas murió, y su padre, enfermo, con mano de hierro le impuso un matrimonio a su hijo.

Victoria, ingenuamente creyó que Nicolas, al enterarse de que tendrían un hijo, persuadiría a su padre para casarse con ella.

Oh, dulce, ingenua y bella Victoria, no sabía que en este mundo los príncipes pueden convertirse en monstruos en tan solo un segundo.

Deber, el deber de un noble, el deber, la responsabilidad, Nicolas tenía un deber, para con su padre, para con su difunta madre, para un montón de gente que dependía de él.

Amaba a Victoria, hasta la médula, pero el era un hombre de palabra, y se casó con su prometida destrozándole el alma.

Victoria, su pobre Victoria, la larga lista de tragedias aun no terminaba para ella, huérfana de madre, Victoria perdió a su padre y su única familia, adelantando así el parto.

Nicolas, al saberlo, quiso correr en su ayuda, trató de persuadir a su padre, pero ya era tarde, su padre se había enterado de su "indiscreción".

Nicolas jamás olvidaría como su padre se giró lentamente en la silla de su despacho, y lo miró con un pequeño bulto blanco en las manos, todo su mundo se había quedado estático.

- Esta es mi nieta - Repuso su padre mirando a la bebé que dormía plácidamente sin saber que había sido separada de su madre - Hubiera preferido un niño, pero sea como sea nos viene como anillo al dedo, ha nacido antes que el hijo de tu primo, así la herencia se quedará en la familia.

- ¡Padre! ¿Qué has hecho? - Gritó Nicolas horrizado.

- He hecho lo necesario - Respondió acariciando el cabello de la bebé - Pero no se parece nada a tu esposa, gracias a Dios se parece un poco a ti, ya he hablado con ella, la criarán como si fuera suya, a cambio los he dejado vivir el norte, en las propiedades de su cuñada.

- ¡Estás loco! - Gritó Nicolas - ¡Devuelvela! ¡Victoria la necesita! ¡Es lo único que le queda!

- Shh - Repuso el padre - Despertarás a la bebé, en eso hubieras pensado antes de casarte, asume tus consecuencias.

- ¡Es suficiente! ¡Me divorciaré! Me llevaré a la niña y volveré con ella!

- Es demasiado tarde para eso - Respondió el padre con tranquilidad - La niña es legalmente de mi propiedad, al morir yo será tuya, además, la carta de custodia que esa muchachita recibió era a tu nombre, los muchachos dicen que nunca vieron a alguien más destrozado, no va a perdonarte Nicolas, asi que comportarte cono un hombre, obedece, esa muchacha está bien pagada, y si haces mucho escándalo le haré la vida imposible, sé inteligente, si haces algo, ni siquiera la dejaré visitarla - Se puso de pie con la bebé en brazos y la depositó en brazos de su hijo en Shock - Cuida de mi heredera, has que me sienta orgulloso de ella, que compense el hecho de ser una bastarda, solo la acepto porque lleva mi sangre.

Nicolas sintió como el mundo entero se derrumbaba a su alrededor.

- Si, padre...- Susurró congelando todo dentro de si, si todo estaba asi, si congelaba el tiempo dentro de si, nada iba a derrumbarse, se quedaría en su lugar, roto, pero con la ilusión de que jamás lo sentiría.


- Bien - Dijo el padre y se fue, dejándolo con el vivo retrato de su amor en brazos - Ah, - Dijo el padre volviendo - Se llama Virgo, pero puedes ponerle como quieras, pero su segundo nombre definitivamente será Lenonor, como tu madre.

Nicolas miró a la niña, aún tenía el olor de Victoria.

- Victoria Leonor - Susurró su él.

- ¿Sabes que? Me gusta más Virgo, asi se llamaba tu abuela, está bien, tú llamale como quieras, me da igual, el registro lo haré yo - Dijo quitado de la pena, y se fue.

"la madre de Victoria también se llamaba asi" pensó.

- Virgo... - Repitió Nicolas, la niña abrió los ojos, los ojos de Victoria, y rió - Virgo... - Repitió Nicolas, y rompió a llorar.

Pero no hubo más, después de eso, todo permaneció congelado en su interior.

Zodiac ZeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora