Doce

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Harry se mordía las uñas preocupado, mientras Jack pensaba que hacer con el veneno en la pierna de Louis.

— ¡Eso es! ¡Debo chupar el veneno! — Exclamó Jack.

Harry estaba al borde de las lágrimas, porque se sentía culpable. ¿Porqué no la había quitado a tiempo? Todo era su culpa.

Observó a través de sus ojos llorosos la silueta borrosa de Jack sacando el veneno del organismo de Louis. Comenzó a hacer pucheros con sus labios, pensando en lo estúpido que era.

— ¡Joder! ¡Que esto sabe horrible! — El rubio exclamó haciendo muecas y escupiendo todo sobre el suelo lleno de hojas.

Sabía que no debía saborearlo, ni mucho menos tragarlo, pero para el era imposible mo probar ese sabor tan horrible. Le recordó a la vez que Louis intentó cocinar a los quince, solo que esa vez no era veneno, si no alimentos completamente comestibles, o por lo menos eso creía el.

Siguió succionando el veneno del organismo de su hermano casi con furia, con miedo de que la sustancia se expandiera a otras partes del cuerpo. Se aguantó el horrible sabor y las terribles ganas de vomitar al sentir el veneno quemando en su lengua.

Harry sintió como su corazón se apretó con tristeza y culpabilidad mezcladas, sintió una lagrima recorriendo su mejilla izquierda. Si Louis moría gracias a la picadura de esa serpiente, quedaría en su conciencia. Encajó un palo afilado por segunda vez en la serpiente, como un acto de enojo y venganza.

— ¿Harry? — El rubio le llamó, haciéndolo parpadear y mirarlo sin expresión. Louis seguía desmayado — Uhm, creo que he terminado, voy a buscar a mi papá, a ver si podemos despertar a Lou.

Asintió. Por su cabeza pasaron miles de posibilidades, entre ellas la muy probable muerte del pequeño. Sintió una pequeña punzada de culpabilidad, de nuevo.

— Eh ¿Harry? — Jack frunció el ceño preocupado.

— ¿Mande? — Preguntó aún perdido en sí mismo.

—¿Me escuchaste? Dije que voy a ir a buscar a mi papá — Le repitió, haciendo al ojivetde asentir de nuevo — Solo cuida que no se coman a Lou ¿sí?

Harry asintió mordiendose el labio para no llorar. Sentía que Louis se iba a morir ahí mismo, y eso para el era la peor cosa del mundo, porque entonces Louis nunca sabría de la pequeña -gran- atracción que tenía hacia el.

Entonces una grandiosa idea llegó a su mente. Pensó que tal vez, como a Blanca Nieves, el cuento infantil que Louis le había prestado, el pequeño despertaría con el más dulce beso de amor. Genial idea ¿no?

Lo pensó muchas veces, y pensó que tal vez a Louis le molestaría que sus labios se juntaran de esa manera. Pero, por otro lado, pensó que haría lo que fuera por Louis y que siguiera viviendo, hasta aguantar al molesto hermano Jack, y vaya que eso es bastante, considerando que molesto, significa verdaderamente molesto, fastidioso y odioso.

Vio a Jack irse por el mismo camino que Mark se había ido minutos antes que toda esta desgracia sucediera. Suspiró. Tal vez la vida de Louis estaba en sus manos, y en el quedaba si el corazón del chico seguía latiendo. ¿Qué tal si el castaño le pegaba en si cosita cuando despertara? ¿Qué tal si a Louis le desagradaba y no quería verlo nunca más? A el le gustaba, es más, hasta lo quería, pero no podía soportar que el ojiazul dejara de hablarle. Sus labios formaron un bonito puchero tierno, y negó con la cabeza.

Peor sería verlo morir y saber que su vida pudo ser salvada por el mismo, por lo menos así podría verlo de lejos. Se prometió a sí mismo que si Louis se molestaba, se alejaría de el y nunca más volvería a dirigirle la más mínima palabra, o por lo menos lo intentaría, porque era tan lindo que te daban ganas de apretarle las mejillas como una abuelita acosadora y besarle esa pequeña naricita tan linda que el tenía. Suspiró sonriendo.

TarzánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora