—¿Cómo es posible eso?
Rodee los ojos.
—Mamá -dije tomando su brazo y poniéndolo sobre el mío-. Ya te dije que es una cafetería dentro de una librería. Es algo normal.
Ella niega con la cabeza aún sin comprenderlo.
—Sigo sin entenderlo.
Sonrío.
—Ya lo verás.<<Sale la luna llena. La niebla cubre las ramas más bajas de los abetos. Un hombre emerge del rincón más oscuro...
¿Un mono?
Me parece que no.>>Al reír, los hoyuelos del rizado se marcan profundamente. Un rasgo muy característico de él... y muy tierno.
Ha reído durante cerca de una hora y pensando más de lo que debería, el libro que tiene entre sus manos definitivamente es el indicado para ese momento.
Siente la presencia de alguien parado frente a él.
Sandy.
—Deja de leer sobre perros -dice haciendo un gesto sobre el libro.
—Que tenga un perro en la portada no signifique que lea sobre perros.
—Que irónico. Como sea, Charlie te llama.
Él suelta un bufido fuerte.
—¿Ahora qué?
Sandy alza los hombros y da media vuelta.
Qué útil.Su madre quedó maravillada con la tienda.
Las paredes del espacio estaban llenas desde el piso hasta el techo de libros, había un piso más arriba que formaba un arco incompleto dónde estaba la cafetería elegantemente decorada con una iluminación amarilla dándole un ambiente tranquilo y relajante.
—¿Porqué no me habías traído aquí?
Ella ríe por la mirada impresionada de su madre.
—Porque estabas ocupada trabajando.
—De acuerdo -dice ella asintiendo-. De ahora en adelante cada sábado vendré aquí a leer y tomar un café. Y tú vendrás conmigo.
Ella hace un ruido con la garganta, algo así como un quejido.
—Los sábados hago maratón de series en Netflix y con crepas. Eso es vida madre.
—Vendrás y se acabó.
Suben las escaleras que las conducen hacia la estancia de cafetería.
Toman asiento en una mesa cerca del balcón donde se puede apreciar los estantes de la librería. Se percata de que el muchacho rizado no está. Trata de no prestarle atención. Aunque es casi imposible.
Una chica de melena rubia se acerca con una pequeña libreta en sus manos.
—Hola -dice amable-. ¿Qué les ofrezco?
Su madre revisa la carta con el menú tratando de elegir entre los diferentes sabores de café.
Sin embargo ella ya sabe lo que pedirá.
—Yo quiero un latte de moka con canela, mucha canela -recita ella-. Y una dona glaseada. ¿Y tú madre?
—Lo mismo, pero sin canela. Y un muffin de frambuesa.
La chica apunta todo rápidamente y con una última sonrisa se va.
Ella mira alrededor buscando al chico y pensando que es lo que estará haciendo para no estar ahí sentado y amargando a todos.
—¿A quién buscas?
La voz de su madre la saca de sus pensamientos sobresaltándola.
—¿Eh?
Su madre sonríe como si supiera lo que busca.
—¿A quién buscas?
—A nadie -dice dando una última mirada hacia abajo donde está el mostrador y donde un chico alto de pelo rizado está sentándose en su habitual silla.
—Es un chico atractivo.
Frunce el ceño.
—¿De quién hablas?
—Oh vamos, seré vieja pero puedo reconocer cuando mi hija está interesada en algún chico.
—No -niega frenéticamente-. Es sólo un tipo que es irritable conmigo cada vez que vengo. Es todo.
Su madre claramente no le creé pero no insistirá, ella ya le contará acerca de ese muchacho.Harry ve a la chica sentada en una mesa de la cafetería con una señora (tal vez su madre) pidiéndole a Gemma su orden.
La chica platica con la señora amenamente mientras el observa cada movimiento y gesto que ella hace.
Debe admitir que la chica no es la más hermosa que ha visto pero su belleza es algo...particular. Su sonrisa se desvía un poco hacia la izquierda (signo de que no es perfecta). Sus ojos son grandes para compararlos con los ojos normales de la gente (otro signo de que no es perfecta). Sus brazos están llenos de vello, cuando el sol se refleja en ellos, brillan (otro signo más de que no es perfecta). Su cabello está un poco maltratado (signo de que no le importa su imagen, encantador).
Claramente ella no es la mujer perfecta.
Pero hay algo que hace que le guste.
A Harry le gusta la belleza... peculiar.
Aquella que sólo él entiende y que lo enamora cada vez más...
Sin embargo, eso jamás ocurrirá.
"Deja de pensar en tonterías Styles", piensa.
De pronto observa como la chica se tapa la cara con las manos, probablemente avergonzada de algo. Su madre le hace un gesto a Gemma, discuten algo y luego ella asiente. Su mirada viaja hacia el chico de rulos eh ¿qué mierda está pasando?
Gemma le hace un gesto con la mano, oh no, quiere que me acerque a ella.
Con resistencia se para de su lugar y se dirige al piso de arriba.
¿Qué está pasando? ¿Para qué lo quieren? Tranquilízate Styles, actúa normal.
—¿Pasa algo? -pregunto con la esperanza de que realmente no pase nada.
Gemma sonríe divertida. Esto no me gustará.
—Hola -es la voz de la señora la que me habla-. Es algo rápido, no te quitaremos mucho tiempo.
Asiente, aún sin comprender.
—¿Cuál es tu nombre?
De acuerdo, eso lo está sorprendiendo. ¿Acaso le gustaré? Si es así, esto será realmente extraño.
—Eh...Harry -aclara su garganta-. Harry Styles.
La chica se quita las manos de la cara y lo mira. Siente como si lo analizara y su mirada cae sobre su pelo. Esto es extraño.
—Un gusto Harry -sonríe su madre-. Eso era todo, gracias. Perdón por la incomodidad.
Trata de sonreír.
—No hay problema.
El chico se despide y rápidamente baja las escaleras.
Uff, que situación tan rara. ¿Porqué quizo saber mi nombre?—Gracias, señorita -agradece su mamá a la chica, ella sonríe y se retira-. Lo ves, no era tan difícil.
Ella avergonzada y con las mejillas rojas, observa a su madre aún sin creer que lo haya hecho.
—No puedo creerlo.
Su madre sonríe abiertamente, la chica castaña coloca el dinero en la mesa. Con todo este drama lograron terminar su comida.
—Pronto me lo agradecerás cariño -dice sin preocupación-.Vamos, tengo que llegar a hacer la cena, tu hermano pronto llegará.
Ambas se levantan y al pasar por el mostrador, ella puede apostar a que el chico de los rulos, le sonríe.
Harry.
Le queda el nombre. Y mentalmente le agradece a su madre.-----------
¡Hola!
Aquí está el nuevo capítulo. L@s quiero. 💜
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Aquél libro que te dediqué ➳ H.S
FanfictionElla amaba las palabras. Él amaba las palabras. Así que le dedicó un libro. Escribió sus sentimientos en una máquina de escribir con una lámpara de luz amarilla y una ventana frente a él, observando cómo todo terminaba e iniciaba una vez más. ...