Corriendo

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Corro, corro, sigo corriendo, lo hago con toda mi alma, mi vida depende de ello aunque olvido exactamente el por qué debido al miedo que oprime mi razonamiento, esto es lo que se dice es "supervivencia"; el miedo me domina y por eso corro, de qué no me podría importar menos, pues no lo se; el día esta terminando, el sol ocultándose, las sombras dominando las calles de esta lúgubre ciudad, "ellos" pronto saldrán y no tengo idea de lo que son, solo se que son letales y no muy ideales de conocer, tampoco es que quiera hacerlo.

El tiempo pasa, lo segundos avanzan y mi carrera continua al unísono con mi fatiga; mis piernas duelen, siento los fríos calambres que asaltan mis viejos músculos y el tronar de mis articulaciones, estoy viejo para esto; mi mente divaga y se va por las ramas, no logro concentrarme en lo importante, correr.

Edificios, negocios, mercados, quioscos y más edificios pasan a mis costados, evito los autos abandonados bloqueando mi camino, sin notarlo he corrido en medio de la calle, sin embargo, en una ciudad abandonada de toda "vida" dejando solo edificios, autos, maquinas y basura como evidencia de anterior existencia de alguna sociedad, no importa, la verdad. Sigue anocheciendo y las sombras crecen conforme el sol baja, el cielo cambia de color y las abundantes nubes en el mismo le siguen el juego; por supuesto, ellos lo esperan y yo corro para evitarlo.

Mi entrecortada respiración esta empeorando, mi mente se nubla y mi visión se tambalea, el frío invade mi cuerpo ascendiendo desde mis acalambradas piernas; descanso, eso es lo que necesito, pero no puedo permitírmelo, el sol sigue bajando y yo muy lejos de mi objetivo. Las sombras de los edificios me engullen ya, el sol esta muy bajo, se escucha un grito ronco y desgarrador a la distancia, el dolor se siente en aquel grito como si mil látigos azotaran a una misma persona por enésima vez; desesperación, eso define lo que ahora siento, sé que no es lo que parece, no es nadie aquejado ni que deba ayudar, es la carta de presentación de ellos diciendo " ¡AQUÍ ESTAMOS!" a todo pulmón.

Una avenida se encuentra justo a unas decenas de metros al frente, perpendicular a la calle que sigo, "al segundo canal y a la izquierda" esa son las direcciones que he de seguir, el solo correr sin dirección alguna y lleno de temor se acabo; he encontrado el sendero al refugio y ahora sobrevivir depende de mi y no del azar. Con complejos de edificios residenciales a mi izquierda, columnas interminables de autos abandonados, en cada canal, y la parte baja de un barrio a mi derecha, corro sin considerar el estado de mi cuerpo, a todo lo que le puedo exprimir, siguiendo mi ejemplo, o yo el suyo quizás, varias personas salen de las calles laterales entre las residencias y bajando del barrio, y hasta hay quienes están frente a mi y estoy alcanzando. No reconozco a ninguno, ninguno me reconoce a mi, mientras nuestras miradas se intercambian, aunque de hecho vamos al mismo lugar y en algún momento nos debimos de haber encontrado ahí, ahora no es el momento, el sol se sigue ocultando y el cielo empieza a tintarse de un naranja pálido, las sombras siguen creciendo y ellos de nuevo hacen conciencia de su presencia. Se acerca la hora, quien estaba trotando relajado comienza a correr desesperado, quien se detuvo por falta de aliento corre en desesperación y terror sin importarle ya el tan necesario oxigeno, quienes corrían ya como si su vida dependiera de ello (y de hecho así es) huyen simplemente tal cual animalito perseguido por su temible depredador.

Corriendo, todos nosotros, corriendo con toda la fuerza que nos queda avanzamos rápidamente por aquella avenida, cada segundo más rápido, cada segundo más desesperados, cada grito de ellos más atemorizados, cada vez más corredores en aquella avenida, cada tanto alguno cae y es pisoteado por los demás y abandonado a su suerte; esto es una estampida en todo el esplendor de la palabra, y yo , asustado de muerte y con lo cobarde que me caracteriza, lídero la misma. Con sudor bañando mi ropa, ventarrones desgarradores y fríos se cuelan por mis sudadas prendas y penetran como miles de cuchillas cada uno de mis poros acalambrando mis piernas en conjunto con la fatiga y el entumecimiento que eso implica me hace esta carrera un martirio; el clima no esta a nuestro favor ésta vez pues las nubes inundan totalmente el cielo y el débil brillo del sol antes de desaparecer en la marca de nuestra muerte, el crepúsculo.

Infierno, Pesadilla o ambas???#ZelAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora