Parte 4

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Transcurrieron siete años. El periodista debuta hoy como escritor tras haber conseguido apoyo a duras penas de una editorial, que accedió a publicar la novela que escribió al llegar a su casa, empapado, después de haber salido de aquel banco, intentando alcanzar a Irma con la intención de comentarle su idea repentina de escribir una novela basada en el relato de su vida, pero no la encontró.

Siete años de inmensa lucha, de tocar puertas y por fin una editorial le da la mano.

Le permitieron a Joel escoger el lugar en donde lanzaría su "Temporal de fondo". Decidió que lo haría en una cafebrería y así se hizo.

No había utilizado los nombres reales y en ella estaban añadidas algunas cositas para darle más dramatismo, cosas que Irma nunca dijo. Todo eso para no enfrentar problemas legales de cualquier tipo.

El día de la presentación; se sorprendió al ver que había mucha gente. No creyó que habría tantas personas en el lanzamiento de su primer libro. Todos bebían café con galletitas de maicena, cuchicheaban sobre lo que podría haber escrito aquel periodista que tenía pocos amigos por culpa de su profesión.

Luego de la presentación; recibió abrazos y besos a modo de felicitaciones. Se sentó detrás de una mesa y algunas personas se le acercaban con libro en mano; "¿podría firmarlo, por favor?" pedían. Él lo hacía con toda la predisposición del mundo. Era una de esas ocasiones en las que se sentía orgulloso de algo que hacía.

Una mujer se le acercó, le pasó el libro y éste lo firmó sin mirarla con atención. Al terminar, lo tomó y se fue, dejando caer una nota en las manos del nuevo escritor: "Es un buen oído... creo que deberíamos tomar un café algún día. Podría ser hoy, ya que no llueve y así me cuenta su historia" leyó Joel y las manos empezaron a temblarle.

Levantó el rostro, buscando con desesperación a Irma. Se topó con una mujer sentada tres mesas delante de él, hojeando su "Temporal de Fondo", bebiendo café sorbo tras sorbo sin remojar las galletitas de chocolate que tenía en un platito de porcelana. Cola de caballo, la misma mochila de aquel entonces, sólo que esta vez estaba en el piso, recostada en la silla y no en su hombro izquierdo. Por unos segundos; Irma alzó la vista, posando sus ojos en Joel a través del gentío que lo rodeaba. Levantó su taza de café, como lo haría cualquiera al empezar un brindis.

No había cambiado nada en su apariencia después de siete años y J lo había notado, mientras que a él le han empezado a salir algunas canas que escondía tiñéndose el cabello en la peluquería de la esquina.

Irma bajó la taza, agarró una galletita de chocolate y regresó a su lectura.

Joel pensó que podría tomar el café en la misma mesa que ella, como viejos amigos a pesar de haber hablado sólo una vez en la vida. Hablarían como lo hicieron en el banco mientras se refugiaban de la tormenta. Él le contaría su historia y ella no accionaría legalmente en su contra por escribir sobre su vida sin su consentimiento. Dios sabe que él corrió tras ella en medio de la lluvia para comentarle su idea repentina, pero no la alcanzó a tiempo.

El miedo se vio sustituido por algo que, en vez de hacerlo temblar, le provocaba cosquillas en el cuerpo. "Le contaré mi historia, la escribirá y la publicará" pensó Joel y el entusiasmo hizo que dejara al descubierto una sonrisa como las que se dibujan en el rostro de las personas cuando, después de pensar tanto en un asunto, al fin lo entienden y se sienten satisfechos con la respuesta hallada. Él no era la excepción. Le gustó la respuesta que halló. Le gustó la idea de ser el protagonista de un libro, aunque hasta el momento sólo fuera en su imaginación.

Temporal de FondoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora