Capítulo Cuatro

209 14 8
                                    

Una de las cosas pocas cosas que todos debemos saber, es que la vida da mil vueltas, todos tenemos asegurado nacer pero no vivir, todos tenemos un final algo asegurado y se llama Morir.

Incluso el Amor no es eterno, ni seguro, la lujuria y la pasión siempre son mala combinación.

***

Villa Rouse, Hacienda Barnett, 12 de Diciembre, Mañana 09:00Hrs

Era muy temprano y se encontraba jugando a las escondidas, muy cerca de los portones de la entrada a la hacienda, la que era su casa, era un niño, un adolescente de 13 años de edad, con una tez clara, un hermoso rostro, unos hermosos ojos azul, azul como el color de un océano, tenía una marca que los hacía lucir más Hermosos, en su ojo izquierdo tiene una pequeña pero hermosa mancha color café, sus labios finos y carnosos de un tono sonrosado, sus cejas gruesas y oscuras, con un cabello oscuro y ondulado, "Muy Apuesto" diría su Madre.

−Henry - llamó su madre seriamente - Henry Arturo Barnett, te exijo que regreses ahora mismo- dijo ahora riendo - es muy temprano aún, y no hemos desayunado - suspiró - regresa sabes que hoy no tenemos tiempo para esto.

Henry la escuchaba escondido tras un arbusto, amortiguando su risa angelical con una mano en su boca, era el día de ir a la ciudad, su padre Arturo Barnett, físicamente era igual a el a excepción de sus Ojos verdes, los llevaba un fin de semana al mes de paseo a la ciudad.

−Henry vamos cariño sal de ahí o yo misma te traeré de vuelta - dijo su Madre tratando de no volver a reír - sabes que tu padre se disgustara si no nos apresuramos.

Arleth Barnett era una hermosa y joven mujer, con un cabello Negro mediano que le llegaba a los hombros y unos ojos Azul, idénticos a los de Henry, en su rostro con forma de corazón.

Ella era tan cálida y Feliz con su familia, disfrutaba de su vida, aún y cuando no tuvo un pasado Feliz...

De pronto, Alguien llamo a las puertas de la hacienda, tocando la campana.

No tenían timbre alguno para anunciar llegadas, y esta rara vez se tocaba, ya que el señor Arturo no permanecía siempre en casa y cuando volvía, eran esas veces en que se tocaba o cuando algún proveedor venía a la hacienda, pero siempre hacían cita con Arleth, era Contadora y Administradora de los cultivos Barnett, Arleth avisaba a Julio, el portero que se encargaba de cuidar las puertas de la hacienda, que ahora no estaba a la vista, tal vez estuviese desayunando, ya que no había nadie quien tocara, al menos Alguien a quien esperaran ese día.

Henry, cariño, no abras la puerta -dijo Arleth un poco asustada - Julio, ven por favor - grito al portero de la hacienda.

Una reacción exagerada tal vez pero Arleth era una madre muy preocupada, no quería que nada le pasara a Henry, y el que alguien tocara la campana sin anunciarse antes, la ponía de nervios, Henry no hizo caso alguno y abrió las puertas de la hacienda.

Henry abrió y lo que vio, fue algo inesperado, una niña Dormía en una canasta a la entrada, tendría tal vez 2 Años de edad.

-Mamá es una niña - dijo Henry a su madre.

Arleth fue corriendo hacia donde las puertas.

−Jesús, Henry no vuelvas a hacerme esto de nuevo, hazme caso, no deberías haber ...- dijo Arleth suspirando.

Henry la Miró.

−Mamá no me escuchaste, te dije que es una niña, una niña en una canasta -dijo Henry asombrado.

Flor De Invierno❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora