"mis vans son
realmente lindas"Pensé mientras las levantaba y las hojas de otoño se rompía bajo mis pies, levante mi vista
del suelo y segui caminado hacia mi "segundo paraiso"Llegue ahí y me senté en el pasto humedo con las piernas cruzadas, acomode mi mochila detrás de mi espalda y me recargue en el árbol. El libro que leía se llamaba
••Estando a Tu Lado, de Joana Rachel ••
Y realmente me encantaba, era la perfección descrita en 300 páginas. El tiempo se paso volando y tocaron la campana, me levanté de mi lugar y corrí al aula.
- Hay dios, -dije con un hilo de voz al docente parado en la tarima- como lo siento profesor. Yo... Emm. Uff -suspiré- estaba yo... Sentada en.
- Pase señorita Hamilton. -me interrumpió.
-Dios -suspiré- gracias.
Entre al aula y me senté en la primera butaca del aula, era la última vacía y comencé a tomar nota de la clase. Después de algunos minutos (quizás una hora), volvió a sonar la campana.
Cerré mi libreta y guardé mis demás cosas en la mochila, me levanté y todos los demás me imitaron, salí del aula y fui a la cafetería. Pedí una dona de chocolate, ¡dios! ¡amaba las donas de chocolate!
Salí de ahí y fui a una de las mesas que estaban en el patio principal de la escuela, y... De nuevo saque mi libro. Cuando de repente una voz interrumpio mi lectura.
-hola -Levante mi mirada por encima del libro sin bajarlo y me topé con un chico.
- hola -Baje el libro y conteste algo dudosa - ¿te conozco ?
- Quizás no, pero tendrías.
- ¿porqué ? -bruncí en ceño.
- No, mentira, soy nuevo. -sonrío- ¿Tu eres Peggy, cierto?
- En Vivo y a todo color -Bromié con una media sonrisa en la cara.
- Soy Matty. -Extendio su mano y yo la tome en respuesta. - te vi hoy en clase de Química. Y me pareces una buena persona.
Le agradecí con una sonrisa, falsa en realidad, no tenia interés, no me importaba.
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El día transcurrió normal, clases, donas de chocolate, escritos, y risas en La última clase del día.
El profesor era un señor de más o menos unos 29 años, parecía adolescente, bromeaba, y contaba chistes sin sentido, los cuales en realidad si causaban risa por lo tontos que eran. Yo solo reía y hasta cierto punto disfrutaba, pero me preocupaba lo que mis demás compañeros pensaran de mi.
En la salida Matty me alcanzó a mitad del pasillo y comenzó a caminar a mi derecha con su mochila en el hombro izquierdo. Su ojos azules posados en el frente sin moverse. Había un gran silencio incómodo. Hasta que el se atrevió a hablar.
- Tu eres peggy - No sonó como pregunta más bien como una afirmación, así que no conteste.
Voltie a verlo y miraba al suelo con una sonrisa.