Carencias gamberras

50 9 3
                                    

A la casa entraste,

dando un portazo,

y al salón entraste,

con el vestido roto.

Él se alarmó,

al verte en esa situación,

hacia ti corrió y te reviso,

y preucupado te miro.

Te apartaste,

y hacia tu habitación caminaste,

sin ni siquiera mirarle.

Tu nombre grito,

y a tu habitación entro,

y llorando te encontró,

el ceño frunció y hacia ti camino,

con paso lento,

y el cabello mojado,

un pantalón colgando de sus caderas,

y los puños cerrados,

cabreado.

Quería matar,

ha quien te hizo llorar,

tu lo miraste,

lo recorriste,

por su pecho,

por sus largas piernas,

su espalda ancha

y sus ojos de color.

Te observo,

a tu altura se agacho,

y te miro,

la cabeza ladeo,

y curioso te acarizió,

y rio.

Lo miraste,

parecía un gamberro

sin gorra ni cadenas.

Con tatuajes,

con números y rosales,

por todas sus extremidades.

Era un robot,

pero no lo parecía,

era un chaval,

de 20 años,

con una risa,

rota

y

corta.

Caliente y alocado,

sin experiencia

y con numerosas carencias.

ARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora