Poema 34

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Y aquí sin más,
nos volvemos a encontrar,
solo somos tú y yo
en este mundo;
tú y yo, Soledad.

Siempre estás ahí,
nunca me abandonas,
y cuando creo que te vas,
vuelves en mala hora.

Pero nunca vienes sola,
ya que la muerte tu amiga es,
vienen las dos a destruir,
esa sencilla alegría que en mí,
comienza a nacer.

Así que,
aquí estoy Soledad,
sumido a tu merced;
dándome una tortuosa vida,
que ¿debo merecer?

Simplemente, es la misma rueda,
no ha cambiado en absoluto,
una serie infinita de amores,
reconocidos por mi,
pero terminan valiendo nada.

Si esto es lo que llaman vida,
no creo ser merecedora de ella,
sus desilusiones son mayores,
que mis propias alegrías.

Tal vez, todo sea
una terrible pesadilla;
de la que aún no despierto,
porque no sé que estoy en ella.

Pero hasta entonces;
nada más queda esperar,
para algunos un inicio,
para otros un final;
en que la muerte, será
aquello que la traerá.

Sonetos de un Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora