Epílogo: Mil besos son igual a uno.

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Si alguien sabía de padecimientos, ese sin duda era Minseok.

Él había padecido en el último año más cosas que toda la gente común. Se había enfermado más de lo normal, sus defensas murieron con el inmenso calor que Seúl les dejó en verano, después de que JongDae se marchó.

Le había echado la culpa a sus lloriqueos el hecho de que sus mocos no pudieran dejar de fluir, pero un par de semanas después, se dio cuenta de que realmente estaba enfermo. Comenzó a estornudar sin poder detenerse, y era realmente asqueroso... él lo sabía.

Le fastidiaba hablar mormado, mucho más cuando hablaba por teléfono con JongDae. Sentía que hablaba como otra persona y él no quería que JongDae escuchara la voz de otra persona, quería que no se le olvidara el tono de su voz.

Por eso había prohibido a KyungSoo contestar el pequeño teléfono de la habitación, y mucho menos su teléfono celular, para que JongDae no escuchara otra voz que no fuera la suya.

Y era una cosa exagerada y estúpida, él lo sabía muy bien, porque después de todo JongDae hablaba con sus amigos de vez en cuando, con su familia, que por cierto no pudieron ir a despedirlo al aeropuerto no porque no tuvieran un lazo fuerte con el chico... si no porque vivían en provincia. Además de todo eso, JongDae hablaba con japoneses, todos los días.

Y a MinSeok se le retorcía el estómago mientras apretaba los ojos en la oscuridad de la noche, cubierto hasta la coronilla para que KyungSoo no se diera cuenta de que estaba despierto, mordiendo su labio interior con fuerza para evitar que algún sonidillo saliera de su interior. Un resquebrajo, un quejido, mientras se moría por dentro pensando en que quizá no era suficiente, que quizá amanecía en Japón y JongDae conocía al verdadero amor de su vida y él no podía hacer absolutamente nada para evitarlo. Maldita distancia. Detestaba sentirse tan impotente, tan indeseable, tan lejano de JongDae pese a todos los mensajes, los audios y las llamadas. Las video llamadas.

Minseok incluso tenía una lista de reproducción con todos los audios que el chico de sonrisa gatuna le enviaba cada día, y de vez en vez, se ponía a escuchar su voz mientras esperaba conciliar el sueño.

Un sueño donde el JongDae lo abrazaba con fuerza y le decía que todo iba bien. Que era irremplazable.

El frío invierno no solo trajo nostalgia a su vida, si no los celos.

El invierno había traído a Kim JongIn a su habitación cada que el moreno podía y a él ya no le extrañaba nada, no se le hacía raro que al regresar de clases el moreno estuviese sentado en el corredor, observando la puerta como si fuera lo más interesante, porque JongIn esperaba ahí a KyungSoo y él, por supuesto que no era tan malo como para dejarlo congelarse afuera, así que lo invitaba a pasar mientras su mejor amigo llegaba.

Por lo general JongIn le llevaba té, o chocolate caliente, algunas veces café con leche a manera de agradecimiento por no dejar que el trasero se le congelara y Minseok pensaba que era una persona tan increíble, que KyungSoo había corrido con demasiada suerte.

JongIn se sentaba sobre la cama de KyungSoo, y cuando éste tardaba demasiado, incluso se acurrucaba hasta quedarse dormido.

Minseok solo suspiraba y sentía celos, porque no había quien esperaba por él de la manera en que JongIn lo hacía. No había a quien despertar cuando llegaba de clases, JongDae no estaba ahí para verlo de la manera tan bonita que JongIn veía a KyungSoo.

Aquellas miradas que decían más que mil palabras, miradas cómplices.

JongDae no estaba ahí para acurrucarse con él, ni para abrazarlo. Así que solo se dedicaba a esperar, una llamada, una notificación, mientras los ojos se le aguaban porque su corazón era demasiado blando.

Motivos por los que Minseok no debería salir con JongDae ❀ KaiSoo • ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora