ciento cuarenta y ocho

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Mía.

Parte tres de tres. 3/3.

La fría brisa golpeaba en mi rostro, sentía como mis manos empezaban a cosquillear a causa de él frío, cada segundo me relamía los labios ya que se me resecan por el viento. Kevin me tomaba del brazo, dirigiéndonos a una parada de taxi.

Eran las dos de la mañana y estábamos cansados de la música y él alboroto, quedamos en irnos a su casa. Nos íbamos a ir en taxi ya que, no tenia suficiente dinero para pagar devuelta la limocina, y la vedad no me importaba. Con tal de estar a su lado.

Un taxi paro frente a nosotros, un señor de tercera edad nos recibió con una sonrisa. Subimos.

— ¿Son estudiantes de Harriet school? — pregunta él señor mirándonos por él retrovisor.

— Si señor. — contesta Kevin.

— Oh...que bien, mi hija estudia ahí, ¿se la pasaron bien? — su sonrisa no se ha borrado de su rostro.

— Si, solo que ya estamos cansados. — digo.

— Oh, noche larga, ¿son pareja? — pregunta mientras da vuelta para entrar a la residencial de Kevin.

— Si...— me sonrojo.

— ¿Se aman? — su pregunta me toma por sorpresa.

Me mira y luego a el con una sonrisa.

— Claro señor, nos amamos.

— Llegamos. — dice — Oh, muchachos....— nos llama la atención ya estando bajando— Hacen hermosa pareja, y tu muchacho, cuídala.

— Si señor, tenga. — toma un par de billetes y se los da, él sonríe y arranca él auto.

— Me cayo bien él señor. — digo.

— A mi también, así es mi abuelo, cuando te conozca te amara.

Me río y camino hacia la puerta de su casa.

— ¿Están tus padres? —le pregunto.

— No...— mete la llave y me voltea a ver — Tenemos casa sola. — dice para después guiñarme un ojo.

Rápidamente me sonrojo.

Entramos, prendió los focos y me mira atentamente.

— ¿Qué? — pregunto.

— ¿Te quedaras?

— Si, si no están tus padres si.

— Eso significa que si te quedarás — mira mi vestido. — no te dormirás con él vestido. Ven te prestare ropa.

Lo seguí sin articular ni una sola palabra, subimos a la planta alta y nos adentramos a su cuarto extrañamente limpio. Mire asombrada él lugar.

— ¿Que pasa?, ¿tan feo esta mi cuarto? — pregunta con burla.

— No, solo que...esta limpio todo. — digo aun si creerlo.

Mira él lugar y se encoge de hombros. — ¿Y? Me gusta ser organizado, ¿es raro ver la habitación limpia, de un chico?

— Ew, olvídalo. Dame la ropa que me prestaras.

— Quítate la ropa primero. — lo miro incrédula.

— Jamás en tu vida, ahora dámela — digo estirando mis brazos, él rendido me da una playera holgada demasiada larga. — Iré a cambiarme a él baño.

Le pongo seguro al cerrarla. No soy tan estúpida ya sabiendo como es él, se atrevería a abrirla él muy desgraciado.

Mis sospechas fueron acertadas, la manija empezó a moverse.

— ¿Enserio, mía? ¿le pusiste seguro? — pregunta por él otro lado.

— Si, conociéndote me querrás ver desnuda. — digo.

Oigo un bufido seguido de un "Diablos" de parte de el en susurro.

Después de quitarme él vestido y tacones seguido de la playera de Kevin, me mire en él espejo de su baño. No me veía tan mal, me quedaba dos manos abajo de los muslos, me empecé a quitar él maquillaje.

Al terminar quite él seguro y abrí viendo a Kevin terminando de ponerse un pantaloncillo de pijama, su torso estaba al descubierto. Su mirada se fijo en mi cuerpo. Me estremecí.

Frunció él ceño. — Pensé que ropa como la mía te quedaría jodida-mente sexy, pero me equivoque.

Lo miro con enojo.

— Woau, lo que toda chica quisiera escuchar, neta que romántico me saliste, idiota. — digo dando media vuelta.

¡Es un imbécil!

Las manos de Kevin me rodearon por la cintura, puso su mentón en mi hombro.

— Es broma, te ves sexy. — que idiota.— Además, se te levanto un poco, y veo tus bragas color pastel. — se separa de mi. Me baje la playera estirándola a mis rodillas, pero volvió a su estado actual.

Se sentó en la cama, palmeo a lado mientras se acostaba. Me acosté y voltee quedando cara a cara, me acaricio la mejilla y sentí cosquillas. Lo besé, nuestros labios danzaban con ritmo y tan lentos, saboreando toda su zona vocal. Nuestras lenguas empezaron a dar una guerra, luchando quien dirigía a quien, una batalla que nosotros dos, dirigíamos.

Todo se calentó más, cuando Kevin se encontraba arriba mio. Su boca besaba y saboreaba mi cuello mientras me retorcía tras las sensaciones que sentía. Era mágico. Quede arriba de él y poco a poco nuestras pocas ropas ya no estaban, entregándole a él lo mas apreciado que tenia, se entrujo en mi, siendo un solo. Sintiendo como un dolor punzante empezaba a sentir en mi zona, poco a poco se fue desvaneciendo, sintiendo él paraíso, él paraíso que Kevin me demostraba y me estaba haciendo sentir, nuestras respiraciones irregulares era lo único que se escuchaba en la habitación, su brazo me rodeo sintiendo su desnudez, me estremecí.

Beso mi frente.

— Siempre juntos, mía.

— Siempre juntos, Kevin.

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo.









"Oye Mía"  |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora