Epílogo.

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Tome él maletín y pase de largo a la secretaria que se encontraba en su puesto, tome él ascensor para descender, abriendo las puertas, él helado viento de Londres me hizo refugiarme con mis brazos mientras me mantenía caliente, a la vez que buscaba con la miraba mi auto.

Alcé las llaves y de pronto él sonido de mi auto sonó. Camine hasta él, lo abrí y aventé mi maletín en la parte trasera de él auto. Mire las calles con demasiada gente, se deberá por él festival de recaudaciones que se hacia cada año, a mediados de noviembre y diciembre.

Él tráfico era eterno....se me haría tarde.

Tras media hora, llegue a mi destino.

Su melena castaña capto mi atención, mientras intentaba arreglar su desordenado cabello. Estaba sentada en la banqueta, a espera mia. Al verme se levanto, le abrí la puerta, no dijo nada, se cruzó de manos mientras su ceño destacaba en todo su rostro.

— ¿Como te fue?  —pregunte tratando de alivianar él ambiente.

 —Te olvidaste de mi... —suspiro ignorando mi pregunta - De nuevo.

 —Perdón hice algo super importante, no volverá a suceder.

 —¿Lo prometes? —preguntó.

 —Lo prometo, mía.

[......]

Tire las llaves de él auto en la mesa mientras veía como Mía, iba directamente hacia él gran árbol de navidad, seguramente a terminar de arreglarlo.

Navidad se acercaba, y él año nuevo igual. Tenia planeado hacer algo especial, hacerle algo especial.

 —Mía... Ven. —la llame.

Volteo hacia mi con él ceño fruncido.

 —¿Para?

 —Sólo ven, acércate un momento.

Camino hacia mi, dudosa. La jale de él brazo para luego rodear la con mis brazos, abrazándola.

—¿Que pasa?  —pregunta aún sin dejarla ir.

 —Nada, solo me alegro de tenerte a mi lado.  —inhale él olor de su perfume.

 —Pero kevin, vivimos juntos, siempre me has tenido a tu lado. —ella no sabía de que hablaba.

 —No me refiero a eso.

Se separo de mi pocos centímetros, su rostro se convirtió en una mueca mientras sonreía levemente.

Comprendió a lo que me refería.

 —Eso ya paso, es pasado.

 —Pero aun no lo olvido, tengo miedo a perderte.

 —Nunca me perderás, mírame — me pidió, la mire  —Aquí estoy, y no me iré a ningún otro lado.

La besé.

Hace dos años que paso su accidente, sobrevivió. Paso por varias semanas en terapia, estaba traumada al inició pero lo superó.

Al darse de alta, les recomendaron no viajar, no estaba lista, tras unas platicas, lo logre. Logre que Mía se quedara. Sus tíos vienen cada tres meses a comprobar que ese bien.

Año y medio que nos mudamos, ella con la edad de 21 años apenas comenzaba a trabajar como ayudante para ser titulada para ser maestra, dentro de pocos años, sería una excelente maestra, mientras dada por unas lecciones de dibujo, lo cual siempre se me olvida ir por ella.

Yo, con 22 años de edad, conseguí un buen empleo, no como empresario, pero si como gerente como mercadotecnia de Apple. Trató de ser él mejor, para estar económicamente estable.

"Oye Mía"  |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora