Capítulo 1.

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Tengo frío.
Me siento sola, y estoy sola.

Escucho como gritan, escucho insultos y obscenidades. Yo me busque esto, sabía en lo me estaba metiendo, y aun así decidí continuar con esta locura.

-Señorita Carter.

Escucho la voz del oficial que me llama. No respondo a su llamado. No tengo fuerzas para hacerlo. 

-Es hora. Debe acompañarme.

El sujeto me sujeta bruscamente, tira de mí, cual muñeca de trapo sin vida. Dejo que me arrastre por los pasillos, hasta llegar finalmente a nuestro destino.

No alzo mi vista, sólo escucho murmullos por parte de la gente. Me avergüenza alzar la vista, al mismo tiempo siento temor de lo que pueda encontrarme.

Mis cabellos que antes eran rubios y con vida, ahora se mueven de un lado a otro cubriendo mi rostro. Finalmente el oficial se detiene y yo me detengo con él. Al hacerlo escucho como las esposas que me sujetan finalmente se callan.

-Muy bien. Daremos inicio a este juicio. -Declara una juez, con voz firme y autoritaria. -Entra en sesión el caso 1-9-3-5. -Deja de mirar por un momento sus papeles y me presta atención a mí. Me mira a través de sus pequeños anteojos y puedo ver indignación en sus ojos.

Creo que después de todo, así me ven todos. Furia, consternación, indignación, tristeza, pero sobre todo, todos estan asombrados de mis acciones.

No aparto la mirada de la juez. Estoy arrepentida de mis acciones. Sé lo que hice, y se que debo pagar por eso.

-Señora juez, me gustaría llamar a la señorita Mackenzie Carter McMillan al estrado.

La voz de la mujer resuena en mi cabeza. Mi cuerpo esta aquí frente a todas estas personas, pero mi mente divaga en los recuerdos. Recuerdos en los que deseo volver el tiempo atrás e impedir lo que pasó.

Un oficial me sujeta del brazo y me obliga a caminar. Apenas tengo fueras para hacerlo. Estoy tan derrotada y ya me di por vencida, por lo que dejo que solo me lleve.

Subo lentamente al estrado, es el momento en el que debo mirar a las personas presentes. Intento no mirar a ninguna en especifico, intento no conectar mi mirada con nadie. Mis ojos antes azules claros, ahora han perdido su brillo.

-Señorita Carter. ¿Jura decir la verdad, y nada más que la verdad?

Dudo unos segundos en responder a aquella petición.

-Lo juro. -Digo finalmente.

Mis ojos se encuentran con los de mis padres y por milésima vez, me siento rota.

-Díganos señorita Carter, ¿Cómo empezó todo? -La voz de la fiscal es dura, y para nada agradable.

-Es una historia un poco larga. -Hago una pequeña mueca con los labios.

-Tenemos tiempo para escucharla.

-De acuerdo. Todo comenzó...

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