PREGUNTA

47 1 0
                                    


-¿Qué tal te ha ido? –Pilar la miraba con una expresión que se balanceaba entre preocupación e ilusión.

-Bueno, si contamos que mi compañero de mesa es un real estúpido y que ya hay una chica que me odia pues... bien. –Sonrió irónicamente.

-Toma anda, he encontrado esto entre las cosas de tu hermano y me ha dicho que la tire. Por si la quieres tú.

Su madre sacó del bolsillo del delantal azul que llevaba una pulsera de discos negros y que cada cinco discos tenía uno rojo, otro amarilla y otro verde.

Su hermano tenía centenares de cosas con la bandera rasta incrustada y de vez en cuando Sabina se apropiaba de algunas.

Comió sin muchas ganas y se encerró en su habitación junto a su portátil a terminar de ver el capítulo de American Horror Story que se había dejado a medio ver el día anterior y después se empezó la tercera temporada de Juego de Tronos.

Cuando miró el reloj ya eran las siete menos cuarto y vaciló entre ir o no ir a la cita que Evan le había propuesto, que más que cita era una entrada al infierno, porque no sabía que se iba a encontrar.

Se miró las pecas durante dos minutos en el espejo como si fuese autista y al reaccionar se armó de valor y salió de casa con la excusa de ir a tomar un poco el aire.

Cutre pero efectivo.

Nunca era muy puntual pero si Evan lo era, había tenido que estar bastante tiempo esperando ya que llegó quince minutos más tarde. Pero cuando llegó no había nadie así que se limitó a sentarse en una de sus piedras y a ponerse los cascos con un poco de música.

Estaba mirando al infinito escuchando una canción de Alicia Keys mientras el sol se iba poniendo cuando alguien se sentó a su lado.

Evan con un cigarro Winston descansaba a su lado mirando como ella al infinito.

-¿Te gusta el sol?

-¿Cómo?

-El sol. Esa gran bola de fuego que un día explotará y quemará todo el sistema solar y todo lo que haya de vida en él, incluidos nosotros o lo que quede de nuestra civilización porque claramente nosotros ya estaremos muertos.

Cuando sus miradas se cruzaron, Sabina lo miraba con los ojos como platos consecuencia del discurso que había pronunciado como si fuese un diccionario parlante.

-Ahora te vuelvo preguntar. ¿Te gusta el sol? –Sabina tragó saliva.

-No.

-Buena chica. –Dijo sonriendo.- Ven conmigo.

Se levantaron de la piedra que le había dejado el culo a Sabina más plano de lo que ya lo tenía de por sí y se limitó a seguir a su nuevo amigo por donde él iba.

Aprovechó para observarlo mientras andaban, era más alto que ella y eso que disponía de un buen metro setenta. Evan al menos alcanzaba el metro ochenta y cinco. Tenía el pelo rizado y más bien moreno que rubio pero los ojos era de un color que no combinaba con nada de su cuerpo, entre grises y verdes y el color del mar sucio cuando hay tormenta.

Se paró en seco delante de una pared blanca que daba a la parte de atrás del faro y señaló una esquina pintada de verde y gris.

-Míralo. ¿Te gusta? –Sabina meditó un momento.

-Algo soso ¿no? Para ser un grafiti digo.

-¿Alguien dijo que fuese un grafiti? Representa lo perdido que puede estar alguien.

-Pues siento no entender de arte pero no lo entiendo.

-El gris es el único color que ni absorbe el color ni lo refleja, y el verde es la mezcla de lo cálido y lo frío.

-Tan perdido y puro como puede ser una persona.

-Veo que aprender rápido Bambi.

-¿Perdona?

-Me da igual lo que opines, voy a seguir llamándote así.

-Pero...

-Cállate. No me importa.

Sabina lo miraba con los ojos de par en par. No se creía lo que estaba viendo. ¿Quién se creía ese tío para mandarla callar?

-Mira no te hagas el chulo que ya he aguantado a muchos como tú a lo largo de mi vida.

-La diferencia es que a mí me vas a querer aguantar Bambi. Nos vemos mañana.

Se dio la vuelta y se marchó por un pasaje estrecho y oscuro, el cual Sabina tenía la esperanza de no tener que atravesar nunca.

Se metió la mano en el bolsillo de atrás para guardarse el móvil, pero un trozo de papel lo ocupaba. Lo sacó y lo leyó.

"Muere por cada palabra sin temerle a nada."


SABINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora