MOLUSCO

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Al despertarse a la mañana siguiente Sabina concluyó que debería de acostarse antes de las dos de la mañana de ese momento en adelante. Había dormido escasas cinco horas y tenía los ojos pegados como lapas.

-Soy un molusco. –Dijo con voz gangosa.

Carraspeó con la garganta e intentó salir de la cama pero las fuerzas no le alcanzaron.

-Sabina arriba. –Su madre se asomó a la puerta.

-¿Puedo faltar a primera hora?

Pilar le quitó la colcha de un tiró y le dio un azote en el culo haciendo que su hija se enderezara como acto reflejo.

-Venga. Que hoy ya empiezan las clases fuertes y tienes que aprobarme todas las asignaturas si quieres que te compre más libros. Que no por más insistir vas a conseguir nada.

Sabina contestó con un "Vale" largo y tedioso y se metió en el baño con unos vaqueros, las zapatillas y una camiseta limpia.

Cuando estaba lavándose los dientes, como estaba en modo autista, se quedó mirando la bola de nieve que se trajo de Londres cuando fue a visitarlo como actividad de un curso de inmersión lingüística en Broadstairs. Su querida Alice, su dulce Mara, todos se había quedado allí. Lejos. Olvidados.

Se sorprendió llorando, pero respiró hondo y tragó amargor.

La camiseta que llevaba puesta era gris. Se acordó de lo que significaba y sintió algo de angustia, lo del día anterior había sido muy raro y ahora tendría que aguantar a Evan y a su rareza seis horas al día sentada junto a ella.

Pero lo peor no fue eso. Lo peor fue encontrarse a Paula sentada en su mesa cuando llegó a la cárcel gris y desconcha.

Respiró hondo y giró el cuello para crujírselo antes de comenzar la pelea del día.

-Em... perdona amiga, estás en mi sitio.

-Lo sé.

-Ya... ¿podrías apartarte?

-No.

-Mira no quiero broncas. Le pido al tutor que nos cambie de sitio y punto.

-Es que directamente no deberías haberte sentado ahí ayer.

-Soy nueva. No lo sabía. ¿Puedes entender eso o es demasiado para ti?

-A la que te faltan neuronas es a ti pedazo de guar... AH

Paula calló hacia atrás y se golpeó el culo de lleno con el suelo.

-Apártate de ahí zorra. –Una chica negra y con la cabeza llena de trenzas se sentó encima de la mesa de Evan y observó a Paula en el suelo.- Gracias. –Le tiró la mochila encima.

-¿Margaret?

-La misma. Ahora lárgate.

Sabina miró a la chica nueva para ella pero bastante conocida para las demás con asombro y se sentó en su silla después de darle un susurrado "Gracias"

-Soy Margaret, mi padre es de Estados Unidos, de ahí el nombre raro, pero llámame Magy.

-Sabina.

-¿Cómo el cantante?

-Exacto.

-No le hagas caso a la zorra esa, es solo saber domarla y acostumbrarse aguantarla.

-No te vi ayer aquí.

-Ya, me aburre venir el primer día. ¿Qué más da? Nunca hacemos nada, para mí es otro día más de vacaciones.

Después de cinco minutos hablando con lo que parecía su nueva amiga, llegó su compañero de pupitre.

-¡Evan! –Magy se abalanzó sobre él y le dio un abrazo.

-Hola.

Seco y borde como él solo. Le estaba provocando verdadero asco ese chico.

-Bambi. –Le dio con el dedo en la nariz y Sabina la miró confundida.

Miró a Magy y la vio reírse pero de repente su mirada se nubló. Se tensó entera y se le desencajó la mandíbula. Estuvo así, paralizada, un par de minutos. Tiempo en el que Evan y ella la miraban perplejos.

Pero cuando la profesora entró y cerró la puerta con fuerza, la chica se despertó.

-¿Magy estás bien?

La chica se retiró de los dos y miró fijamente a Sabina con expresión de miedo.

-¿Sabes quieres eres?

-¿Qué?

-Encuéntrate.

Sabina sintió como se le nublaba la vista, pestañeó un par de veces y al mirar a la pizarra, leyó lo que alguien había pintado.

"Sálvame"

Volvió a pestañear y ya no había nada.


SABINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora