Con cierto esfuerzo, Justin consiguió introducir a bordo del Cessna una pequeña nevera sin que sus padres lo notaran. Dentro, estaban las margaritas que había comprado en Flagstaff y hielo del hotel para mantenerlas frescas. El hielo nunca había sido para él una sustancia erótica, pero desde que _____ había mencionado frotarlo contra ciertas partes de su anatomía, ahora no podía mirar una cubitera sin excitarse. Y ahora, por fin, estaba pilotando la avioneta de vuelta a Copperville con sus padres. Su cita con _____ sería dentro de pocas horas y, aun así, demasiadas para sus nervios. No se había atrevido a llamarla de nuevo considerando el estado en que lo había dejado la otra vez, pero no se la había quitado de la cabeza ni un instante.
Cuando llegaron a casa, Justin y su padre descargaron las maletas mientras su madre entraba para escuchar los mensajes. Cuando Justin entró en la cocina escuchó la voz de _____.
-Este mensaje es para Justin -dijo con la voz de la _____ de siempre-. Justin, no te molestes en cenar antes de venir a verme. Yo haré la cena. Algo simple, de picar probablemente. Ah, no te molestes por el hielo. Tengo un montón. Puede que esté en el jardín trasero o algo así cuando llegues, así que pasa directamente.
A Justin casi se le cayeron las maletas que llevaba en la mano. Su madre se dio la vuelta para mirarlo con una sonrisa.
-¿Has quedado con _____ esta noche?-
-Sí -intentó sonar normal, pero era difícil mientras pensaba en _____ dándole de comer algún manjar exótico con los dedos vestida con una sensual lencería. Y aquella sutil referencia al hielo y el hecho de que quisiera que entrara directamente. Apostaría un millón de dólares a que sabía dónde la encontraría y no era precisamente en el jardín trasero-. Prometí pasarme a contarle cómo había ido el viaje-
Norah lo miró con gesto especulativo.
-Te da pena que se vaya del pueblo, ¿verdad?-
-La verdad es que no. Estoy contento por ella. Es lo que siempre ha querido-
-Ya lo sé y todos estamos contentos por ella, pero tú estás nervioso. Te lo noto en la cara. Tienes el color subido. Creo que estás disgustado por que se vaya y te deje aquí-
-Desde luego que no - Justin posó las maletas y agarró a su madre por los hombros-. Tienes una imaginación calenturienta, mamá -entonces, le dio un beso en la mejilla y notó el cansancio alrededor de sus ojos. Tres días sin parar eran mucho para sus padres, que tenían ya casi setenta años-. Creo que iré a revisar el tanque de comida por el que estaba preocupado papá-
-¿No iba a hacerlo él?-
-Sí, pero, ¿por qué no se toman los dos la tarde libre? Ya han trabajado mucho en este viaje. Relájense el resto del día-
Su madre asintió.
-Veré si consigo convencerlo. Creo que está más agotado de lo que quiere admitir - miró a Justin con gratitud-. Gracias, hijo. No sé lo que hubiéramos hecho sin ti-
-No te preocupes- Justin sonrió y se dirigió a la puerta. Al salir se cruzó con su padre-. Intenta convencer a mamá de que descanse el resto de la tarde, ¿de acuerdo? Está agotada-
-Tengo que examinar el tanque de pienso-
-Lo haré yo. No tiene sentido que vayamos los dos con este calor-
Su padre le pasó la mano por el hombro.
-Gracias, hijo. Si no vigilo a tu madre, no parará hasta que caiga rendida-
-Eso mismo pienso yo-
Justin se fue a los corrales con sensación de alivio. Trabajar solo era lo que necesitaba para poder pasar las siguientes horas.