Capítulo siete

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James terminó de vestirse y se miró al espejo. Intentó sonreír pero se sentía como un idiota. Acomodó su cabello con las manos y salió de su habitación.

–Qué guapo te ves –dijo su madre con una amplia sonrisa.

– ¡Mamá, por favor! –Respondió James con impaciencia y volteó los ojos –No debería haber aceptado ir –añadió.

– ¿Por qué dices eso? Ya verás que la pasarás genial –lo animó ella.

–Sí, seguro –dijo con sarcasmo.

–Qué bien te ves –dijo su padre por detrás con tono burlón y le desacomodó el cabello. El chico se lo volvió a acomodar de mala gana y suspiró.

–Creo que le diré a Alice que no iré, no me siento con ánimos.

–Nada de eso, te comprometiste a ir con esta chica e irás con esta chica. No sería para nada caballero dejarla plantada –dijo el señor Williams con mirada seria.

–Estará con sus amigos, no es mi cita –replicó James incómodo.

–Sí, claro. Andando que se te hace tarde –anunció su padre y al ver que su hijo abría la boca para contestar, añadió: –Y no se discute más.

–Vale...

–Saluda a tu madre.

–Adiós mamá.

–Adiós James, diviértete.

Padre e hijo salieron de la casa y se subieron al auto. El señor Williams comenzó a manejar en silencio y James encendió la radio. La música comenzó a invadir el auto pero el chico no parecía conforme.

–Detesto esta música –dijo y comenzó a cambiar de emisoras, nada parecía gustarle.

–Espera, deja ésta –lo frenó su padre y comenzó a tararear la canción, era de U2.

– ¿No tienes un CD con música clásica? Beethoven por ejemplo –preguntó James y su padre le echó un vistazo sin poder creerlo.

–James, estamos en el siglo XXI podrías escuchar algo más moderno.

– ¿Para qué? –Volteó los ojos –Como si la canción Miracle Drug fuera tan moderna, ya tiene sus años.

– ¿Y qué me dices de tu música?

–Es música clásica, es obvio que no es nada moderno.

Se volvió a formar ese silencio entre ellos hasta que su padre, después de un largo rato, lo interrumpió.

– ¿Y quién es esa chica con la que irás?

–Su nombre es Alice Cooper.

– ¿Y... qué son? ¿Es tu novia?

– ¡No! Solo somos... amigos –respondió molesto.

–Ah, vale... ¿y te gusta?

– ¿Qué parte de que somos amigos no te quedó claro?

–Pueden ser amigos y gustarte –respondió el señor Williams –Soy tu padre, puedes contármelo.

–No me gusta –dijo James convencido –Es agradable e inteligente, pero no me siento atraído por ella ¿feliz?

–Nop –dijo con tono burlón – ¿Es bonita?

–Sí, supongo –murmuró encogiéndose de hombros.

Su padre dobló en la esquina y no tardaron en llegar. Aparcó el auto y, antes de que su hijo se bajara, lo tomó del hombro y le dijo:

–Suerte con Alice –seguido de eso le guiñó el ojo y se echó a reír.

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