Quién nos viera # Raúl Jiménez

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El sol moría a lo lejos, regalándonos los últimos rayos del día. Mi mirada se perdió en el vasto mar, que se extendía imponente frente a nosotros, atrapando el débil calor y ondeándose gracias al viento que comenzaba a soplar. Mis cabellos se desordenaron, haciéndome cosquillas en la cara y luego sentí su mano acomodando los mechones detrás de mi oreja y acariciando mi mejilla con sus nudillos en el proceso.
-Tania—canturreó—¿qué pasa? ¿Te preocupa algo?
-Nada—me apresuré a informar, suspirando—sólo...recordaba la primera vez que nos vimos.
-¿Lo recuerdas?—preguntó sorprendido.
-Sí, ¿tú no?—cuestioné, fingiendo molestia.
-Fue en verano, bajo el sol de Cancún y cuando te miré a los ojos vi la forma en que el cielo se reflejaba en ellos...
-Y no dijiste nada—le interrumpí entre risas—sólo me miraste.
-Me dejaste sin palabras—se excusó—eras todo un espectáculo para mí.
-¡¿Me acabas de llamar fenómeno?!—exclamé en voz alta, y luego reí.
-Sí, eres el fenómeno más hermoso que han visto mis ojos—aseguró, dejando caer su mano hasta la arena, sobre la mía—¿Sabes? No puedo creer que ya haya pasado un año y se sienta tan lejano, pero de algún modo, desde ese instante supe que nuestro destino estaba escrito. Que la vida, de algún modo me había recompensado sin merecerlo, y sigo creyéndolo.
La arena de Natal se arremolinó a nuestro alrededor gracias al aire, trayendo un poco de salinidad, la cual paseó por enfrente de mi nariz, haciéndome querer estornudar. La arrugué y Raúl rompió en risas a mi lado.
-¿Eres feliz?—le pregunté con seriedad. Su rostro se transformó.
-Lo soy—aseguró—estoy aquí, en una copa mundial representando a mi selección y con la mujer de mi vida a mi lado, ¿quién no podría ser feliz, teniéndolo todo?
-Cuando estoy a tu lado y te veo, siento que la espera ha valido la pena—me sinceré—tanto sufrimiento, tanto rechazo, tantos momentos que tuve que vivir sin quererlos. Ni siquiera puedo creer que esté a tu lado, que alguien tan perfecto como tú sea mío.
-Me complementas, Tania—repuso—como el mar no puede ser mar si no tuviera a la arena, así mismo yo no puedo ser yo sin tenerte junto a mí. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, por encima del futbol y todo. Te amo.
Se inclinó hacia mí y sus labios chocaron contra los míos, dejándome claro que por más que los sueños puedan parecer absurdos, siempre se pueden hacer realidad.  

#One shoots futbolistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora