10,000 batallas # Cesc Fábregas

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  -No me va a contestar-hablé en voz baja, al tiempo que tiraba mi móvil sobre el sillón. Desistí después de que a la 7ma vez que le marqué me mandó directo a buzón. Me llevé las manos a la cabeza, completamente desesperado. Definitivamente, no existía en el mundo alguien más estúpido que yo. Porque, de tenerlo todo, ahora no tenía nada. Porque podía tener millones, miles de carros, el empleo en uno de los mejores equipos de Europa, un apartamento bonito...pero si no la tenía a ella, no tenía nada.

"-¡No me apoyas lo suficiente, Brianda!-"le gritoneé después que perdimos el partido contra el Manchester City, por goleada.
"-Estoy aquí. Estoy aquí cada quince días. Voy al estadio, me desgarro la garganta gritándote, alentando hasta el final no solo a ti, a todo tu equipo. Yo estoy a tu lado, con palabras de aliento cuando pierden. Si eso no es apoyo para ti, Francesc, no sé qué sea entonces. Yo no puedo hacer nada más-"
Y salió del apartamento. Era cierto: ella no podía hacer nada más, porque lo hacía todo. Se gastaba casi toda la mensualidad que sus padres le mandaban desde México, estrictamente para sus estudios, en los viajes que cada quince días realizaba a Londres. Yo siempre le había dicho que costear sus viajes no era un problema para mi, pero ella se había negado rotundamente...y ahora justo entendía porque. No quería que le gritara eso también cuando llegara este momento.
Nunca había sido el mejor novio del mundo. Yo sabía que ella se merecía algo mejor. Yo se lo dije cuando aceptó ser mi novia, hacia un año atrás. Pero ella, ilusionada había confiado en mi y aceptado, entregándose sin reservas.
Suspiré y tomé la foto que descansaba sobre la pequeña mesa que estaba al centro de la sala. Nos la habíamos tomado hacía dos navidades, justo cuando la conocí, en esa cena que Carlota la había llevado a la casa y yo me había enganchado por completo de sus hermosos ojos. Desde entonces la veía en cada fiesta de la familia y en mis pensamientos también. Era una chica única, increíble. Nadie me apoyaba como ella, nadie me tenía la paciencia que ella demostraba conmigo. Me encantaba su coraje, sus ganas de salir adelante, esa obsesión que le ponía a las cosas para lograrlas y su forma simple de ver la vida. Sin lujos, sin excesos, una vida normal como la que yo siempre quise llevar. Eso era lo que me había enamorado de ella: Brianda era original, auténtica, nada que ver con las novias de mis compañeros, quienes se la pasaban metidas en las tiendas de ropa, gastando más de lo que tenían.
Y ahora, por mi estupidez todo había terminado. La había perdido...y sabía que me iba a doler mucho más cuando pasara el tiempo y ella ya no estuviera ahí para mi como siempre, como me había acostumbrado. Cuando ya no la viera sonreír, cuando no viera sus ojos y pudiera ver el mundo ahí.

{Brianda}
Dejé mi pequeña maleta sobre la cama. Increíblemente, la sensación de que ahí había más que ropa me llegó por completo. Además, adentro estaban mis sueños, mis ilusiones y mis expectativas sobre Cesc Fàbregas. Supe que todo había terminado cuando me recriminó la falta de apoyo, supe que habíamos llegado al momento que él me había jurado jamás pasaría, supe que estaba ante su peor faceta y que no podría hacer algo para cambiar su punto de vista.
Me desplomé sobre la cama, mientras los recuerdos fluían como una casada en mi mente. La primera vez que vi sus hermosos ojos, la primera palabra que cruzamos, la primera llamada, la primera salida, el primer beso...
Jamás creí que el mudarme de México a España cambiaría mi vida de ese modo. Pareciera que fue ayer cuando les informé a mis padres de la noticia, de mis ganas de ir a perseguir mis sueños y crecer profesionalmente. Jamás creí que conocería a Carlota Fàbregas en mi clase, y mucho menos, que su hermano me robaría el corazón en una cena navideña.
Nunca entendí que era lo que Cesc vio en mí. Siempre que se lo preguntaba, decía que yo era diferente, pero, al verme frente al espejo yo no me veía así. Yo no era una modelo elite, no tenía a miles de chicos detrás de mí ni nada de esas cosas. Él podía conseguir a 10 chicas más bonitas que yo. Sabía que era tonto compararme con otras chicas, que cada persona en el mundo teníamos nuestras virtudes y nuestros defectos, pero yo no podía evitarlo cuando, al asistir a las reuniones del equipo las frivolidades de las novias de sus compañeros llenaban las pláticas y yo me sentía tan fuera de lugar que ni siquiera el estar con Cesc ayudaba.
Y de lo que tenía hace un año, ahora no me quedaba nada. Terminaba el torneo en Inglaterra y terminaba también el noviazgo con Francesc Fàbregas. Nadie se muere de amor, me lo habían dicho muchísimas veces, pero desde que salí de su departamento tenía la sensación de que mi corazón se había quedado con él y yo no podría hacer nada para traerlo conmigo.
{...}
Terminé de ordenar el estante de mis documentos, separando en un montón aparte los libros que ya no usaría el siguiente semestre y pretendía vender, para así no ocupar más espacio en mi pequeño departamento y de pasada ganarme un dinero extra.
Mi móvil comenzó a bailotear encima de la mesa del comedor. Salí rauda y veloz a su encuentro, sólo para toparme con uno de esos sms promocionales que mandaban las compañías telefónicas. Suspiré amargamente, apretando el teléfono entre mis manos. Desde hacía 2 meses, cada que sonaba tenía la esperanza de que fuera él, diciéndome que todo estaría bien, que seguía siendo ese chico del que me enamoré...pero no. Dos meses y ninguna llamada, ningún mensaje, nada. Quizá ya se había olvidado de mi, quizá ya había encontrado a alguien, quizá nunca fui lo suficientemente buena para él... Ring, Ring, Ring...
-¿Bueno?-respondí después de que me percaté que el móvil sonaba por quinta vez.
-¡Bri!-la voz emocionada de Carlota se hizo presente al otro lado de la bocina.
-¿Qué ocurre, Carlota?-cuestioné preocupada.
-Ehh nada, solo quería saludarte...¿Cómo vas?-
-¿Cómo crees tú?-contra pregunté, resoplando-Me adapto lo mejor que puedo, pero no es fácil...-
-Lo entiendo, pero Brianda, Cesc está...-
-Para, para, para...-le pedí rápidamente-No quiero hablar de él, Carlota, por favor...-
-Yo...discúlpame-musitó después de un pequeño silencio-Hoy habrá cena en la casa y me gustaría que vinieras-
-¿Fiesta? No Carlota, yo paso...-digo, si ya no era la novia de Cesc, seguramente no tendría nada que hacer en su casa.
-Brianda por favor. El que la relación con Ces hayaa terminado no quiere decir que tengáis que dejad de venir a casa, mamá te extraña mucho y me ha pedido que te invite-me informó. Sonreí a la nada recordando a la señora Núria y esas múltiples pláticas que habíamos tenido en la cocina de su casa.
-De acuerdo Carlota... ¿A qué hora será?-accedí.
-A eso de las 8... será algo íntimo eh, sólo nosotros... ¿Queréis que pase por ti?-
-No, no te preocupes yo llego ahí. Te veo en un rato y...gracias-
-De acuerdo, nos vemos. T'estimo, amiga-
-Yo también t'estimo, hasta luego-pulsé el botón rojo y dejé el móvil sobre la mesa de nuevo. Bueno, seguramente me vendría bien salir, aunque el ir a la casa de los Fàbregas resultase un poco contraproducente, esperaba que no saliera tan mal.
{...}
He de decir que no me sorprendió mucho verlo ahí sentado. He de decir que seguía tan hermoso como siempre. Y he de decir que quise salir corriendo en cuanto me dio la bienvenida con una sonrisa. Pero antes de que pusiera en marcha mi pensamiento, Carlota me tomó del brazo y me llevó hasta su recámara.
-Siento no haberos dicho que Cesc estaría aquí....-se disculpó en cuanto cerró la puerta de su habitación.
-No te preocupes, supongo que el "nosotros" & "algo íntimo" lo incluía a él...-respondí, sentándome en su cama.
-Brianda, sé que no debo meterme ni interceder por mi hermano, pero él está muy arrepentido de lo que ha pasado entre vosotros...-
-yo también estoy arrepentida, Carlota...pero sabes cómo soy y no voy a pedirle perdón. Porque yo lo hice más de una vez ¿Sabes? Y él no tuvo el valor de pedirlo, él no ha tenido el valor para hacerlo y aunque lo amo con toda mi alma no voy a regresar a lo mismo-y era cierto. Yo sabía pedir perdón cuando la regaba, pero cuando no, no cedía por nadie, aunque se tratara de él.
-Yo sólo digo que...-
-Chicas...ya está la cena lista-interrumpió la señora Núria, entrando a la habitación-Brianda, que alegría que vengáis...te extrañábamos.
-Yo también los extrañaba, señora Núria-me sinceré—gracias por invitarme.
Me dedicó una de esas sonrisas maternales y se retiró del cuarto.
-¿Crees poder con esto?-cuestionó mi amiga, claramente refiriéndose a su hermano.
-No te preocupes, voy a estar bien-le sonreí levemente y ambas marchamos rumbo al comedor.
La casa de los Fàbregas era hermosa. No era una mansión, pero tampoco era una casa tan pequeña. Tenía el tamaño justo y en cada rincón se notaba el elegante gusto que tenía la señora Núria, ya fuese desde los pequeños cuadros que adornaban el recibidor o el imponente candelabro de cristal que se mecía sobre nuestras cabezas mientras estábamos reunidos en el comedor. La mirada de Cesc no me pasaba desapercibida, ya que, aunque mantenía una conversación con su padre, quien me había preguntado cómo había terminado mi semestre podía sentir la presión que los ojos de Cesc ejercían sobre mi costado. Era como si enviaran una descarga eléctrica que me daba toques y decía "mírame". Pero no le haría caso. Tenía como objetivo sobrevivir a aquella noche y lo lograría, costara lo que costara
Y de pronto pareció como su hubiésemos regresado a los viejos tiempos, con Cesc bromeando y la estruendosa risa de Carlota perforando las paredes, escuchándose seguro a 3 cuadras a la redonda. Después de degustar el postre pasamos a la sala, donde continuaron las risas y los relatos.
{Cesc}
Era doloroso tenerla ahí y no saberla mía. Estar en ese lugar donde nos habíamos conocido, donde habíamos pasado tantas cosas y donde habíamos sido tan felices. Habían pasado dos meses desde la última vez que la vi. Creía que con el tiempo todo pasaría, pero no. Los días eran pesados y dejaban de tener sentido, me sentía perdido sin ella.
Mamá había llamado a papá a la cocina para que le ayudara con quién sabe qué cosa, aunque estaba seguro que era sólo un pretexto para dejarnos solos. Y lo tendría que aprovechar, era ahora o nunca.
-Brianda...-era un alivio descomunal pronunciar su nombre-¿Podemos hablar?-
-Cesc...yo...-balbuceó y como pidiendo auxilio miró a Carlota, que estaba sentada a su lado.
-Yo tengo que ir a comprar leche para el gato...vuelvo en un momento-avisó mi hermana, poniéndose de pie.
-Carlota, tú no tienes un gato-le recordó Brianda y yo sonreí levemente.
-Pues creo que sería una buena opción adoptar uno... ya regreso-se despidió y salió de la habitación, dejándonos solos.
-Pues...tú diras-se cruzó de brazos y me dirigió una mirada.
-Ehhh... ¿Cómo estáis hoy día?-bueno, más estúpido no podía verme.
-¿Para eso se fueron Carlota y tus papás? ¿Para que me preguntaras cómo estoy?-cuestionó incrédula.
-No, yo...-
-Basta Cesc, no creo que esto sea necesario...-se puso de pie y se acomodó su bolso-me despides de tu familia por favor-y así, tan rápido se me iba esa oportunidad.
-No te vas a ir-le espeté, tomándole de la mano.
-¿Ah, no?-me miró desafiante, arqueando una ceja.
-Te pido sólo una oportunidad para que me escuchéis, si después de eso queréis irte yo no haré nada por detenerte, te doy mi palabra-y no sé porque, pero accedió. Jaloneó un poco su brazo para zafarse de mi y la solté.-Sé que ha pasado tiempo, sé que no tuvisteis la culpa, sé que soy un imbécil, pero Brianda, yo nunca os mentí. Todo lo que os dije fue verdad. Te amo. Eres la mujer de mi vida y soy un imbécil por haberte culpado por cosas de las que no eras responsable. Nunca supe valorar tu apoyo, pero en cuanto no lo tuve entendí lo importante que era. No tenéis idea de todas esas noches que pasé con el móvil entre las manos, recriminándome el haber sido cobarde y no llamarte. Brianda, sé que os decepcioné, que quizá no queréis volver a verme. Y me gustaría pediros perdón, pero no lo haré porque te merecéis algo mejor que yo. Sólo os quiero agradecer por todo lo bueno que me dejaste, por darle color a mi alma, por hacer mejores los días cuando estábamos juntos...por hacerme el hombre más feliz del mundo. Gracias-tomé una de sus manos y di un paso hacia ella, poniéndola sobre mi pecho, a la altura de mi corazón-Y recuerda que éste tío siempre será tuyo, a pesar de que no estemos juntos.
Era la primera vez que hablaba así. Yo era pésimo para expresar mis sentimientos, pero ella lo merecía, después de todo lo que la había hecho pasar. Apenas pude notar que los ojos de Brianda se cristalizaban y no pudo retener más las lágrimas.
-Cesc...yo no sé que decirte-confesó. Mi corazón se aceleró y al sentir eso, ella retiró la mano de mi pecho.
-No es necesario que digas nada-le aseguré, limpiando sus lágrimas con mis dedos y acunando su rostro entre mis manos-Debí decírtelo desde hace mucho tiempo, decirte que tú sabes bien de donde vengo y que siempre estaré ligado a ti. Sois lo más cercano a mi cielo personal y no hay nada en el mundo que quiera más que a ti.
Me sorprendió cuando me abrazó con fuerza por la cintura y sus lágrimas se perdieron sobre mi playera. Me limité a corresponderle el gesto y a sentir su respiración agitada cerca de mi, como si hubiese sido hace años la última vez que la tuve entre mis brazos.
-Ficharé por el Barcelona-le informé en el silencio.
-¿Qué?-cuestionó con sorpresa, separándose un poco de mi pero sin soltarme por completo.
-Pep habló conmigo y me pidió que regresara a casa.
-Pero tú no puedes dejar al Arsenal...Cesc eres el capitán del equipo, tu sueño está en ese campo-musitó con preocupación.
-Mi sueño está aquí y eres tú. Sois el campo donde quiero librar 10,000 batallas, si me lo permitieras de nuevo....
Brianda se paró de puntas y alcanzó mis labios en un perfecto beso que extrañaba tanto. La necesitaba como necesitaba respirar, oír, ver, oler, sentir...Brianda era uno más de mis sentidos, ella era parte de mí y seguramente la historia no sería igual sin ella. 

#One shoots futbolistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora