Café miel | Rodolfo Pizarro

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 Llevaba el cielo en esos ojos, a pesar de que eran de color café. Aunque, si te fijabas bien, cuando miraba directo al sol y los veías de cerca sus ojos tomaban un tono ámbar, no, no, un tono color miel, como ese color que la miel agarra cuando la diluyes con unas gotitas de limón. Su iris parecía una constelación, una nebulosa que podía expanderse y contraerse en segudos y, casi en el borde del mismo, podías ver unas pequeñas motitas, del color del chocolate con la leche.


-¿Qué tanto miras?—me preguntó, dirigiendo su mirada a mí. Olvidé decir que, cuando te mira, sienes como si te fuera a aplastar, tan interrogativo, tan seguro.
-A ti—respondí, sorpresivamente sin titubear—me gustan tus ojos—completé, al ver el signo de interrogación marcado en esa arruga que se formaba constantemente en su frente.
-No tienen nada de especial—se encogió de hombros, como restándole (restándose) importancia, y dándole un sorbo a su café, haciendo que su humeante fragancia se arremolinara alrededor de su nariz y en el espacio que había entre nosotros.
-Qué manera de romper el romanticismo, Pizarro-rodé los ojos y él rio bajito, sin ningún rastro de culpabilidad-siempre han sido mis favoritos—y de verdad que así era, desde que los vi por vez primera en una entrevista por TV enfundado con el jersey del Pachuca hacía tanto tiempo, un tiempo que se remontaba a 3 años atrás. Rodolfo suspiró, dejando su café sobre la banca en la que estábamos y se acercó más a mi.
-Y tú has sido mi favorita desde que te conocí: con ese acento que tienes me embrujaste el corazón—sentenció, acunando mi rostro en su mano derecha y atrayéndome a él, descansando sus cálidos labios que nunca perdían su sabor a menta y café sobre los míos, tan inexpertos, tan inseguros y tan deseosos de él—te amo, por preferir siempre mis ojos cafés, tan ordinarios, por encima del resto del mundo.
-Tus ojos, tu sonrisa, tú por completo, siempre serán mi parte favorita de mi vida—le aseguré. Se separó de mí, sonriendo como él sabía, para de nuevo perder sus ojos café miel a lo lejos, en el horizonte. ¿Qué había hecho para terminar a lado de Rodolfo Pizarro? No lo sabía, pero seguro había sido algo muy, muy bueno.
Y si pudiera, volvería a repetir cada acción de mi vida, cada una y una por una hasta encontrar cuál fue.

Soundtrack:
Verde miel - GAMA

Extranjera - Juan Solo

#One shoots futbolistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora