Deseos encontrados

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Volví al interior de la gran casa de Sally, sí, para buscar mi bolso. Rezaba porque nadie se lo hubiese llevado de donde sea que lo hubiese puesto. Me fui hacia la cocina, pero antes de que la alcanzara alguien me sujetó del brazo.
-Hola, preciosa. ¿Qué haces sola? Una belleza así debería estar bien acompañada.
No recordaba haber visto a aquel tipo en el instituto, además parecía sobrarle años para ser un estudiante. Mientras lo analizaba con la mirada fui retrocediendo con cuidado alejándome de él. Sin embargo, se dio cuenta y puso su mano sobre la pared para cortarme el paso dejándome sin escapatoria.
-Estoy buscando a mis amigas, si me disculpas...
-No te hagas la dificil, preciosa. ¿Qué tal si nos vamos a los dormitorios y dejamos que la cosa fluya.
-Te-tengo novio.- mentí con la esperanza de que perdiera el interés.
-Pues que mal novio si deja a su chica sola en una fiesta. Tranquila, ya no soy así.
Se estaba acercando demasiado a mí así que instintivamente giré el rostro para evitarlo lo máximo posible. Entonces aguardé, un segundo, tras otro segundo y abrí finalmente los ojos.
-¿Se puede saber que miras? Intentamos tener un momento a solas.- dijo el tipo a alguien en quien no había reparado.
-Ella no parece querer estar contigo, así que aléjate. Además, ella es mía.
Owen miró con una frialdad que me sorprendió a aquel chico y me rodeó por la cintura antes de llevarme lejos de aquel tío.
No sabía a donde me había llevado, no había estado en toda la fiesta, pero luego caí en que aquel sitio era un dormitorio, probablemente el de invitados por la sobriedad.
-Tengo tu bolso aquí. Vi que se te olvidó y lo guardé.
-Gracias, ¿cómo sabías que nadie lo cogería de aquí?
-Fácil, nadie entra en mi cuarto sin permiso.- respondió con tranquilidad.
-¿Tu cuarto...? ¿Sally y tú sois hermanos?
-Mellizos, pero no nos parecemos en nada. Si quieres puedes quedarte aquí y voy a mirar a ver si ese tipo se ha largado de mi casa. Ni siquiera sé que hace aquí, no es alguien a quien mi hermana invitaría.
-¡No te vayas! No quiero quedarme sola.
Owen soltó un profundo suspiro y se alejó de la puerta para sentarse en la cama a mi lado. Yo lo observé de reojo sin poder evitar que mi mente recordara la sensación de sus labios sobre los míos, de sus movimientos y las sensaciones que me provocaba. Entonces recordé su frase de antes al chico que me acosaba: "ella es mía". Supuse que fue para alejarlo de mí, pero por alguna razón la frase me gustó, por posesiva que sonara.
-¿Conque soy tuya?- pregunté enarcando una ceja.
-Fue lo primero que salió de mis labios, olvídalo. Ni siquiera lo pensé.
-No pasa nada. Gracias.
Me incliné sobre él y lo besé, ¿por qué lo besaba? Ni idea, era agradable la sensación y quizás estaba un poco borracha. Por un instante temí que me apartara, pero no lo hizo.
Él correspondió a mi beso casi con ternura, hasta que comenzó con movimientos más apasionados, lleno de deseo que ardía por ser saciado. Su lengua adentrándose en mi boca, con movimientos que hacía que el corazón me latiera cada vez más fuerte. Me mordió el labio con delicadeza y luego volvió a besarme, yo por alguna razón no opuse resistencia. Seguimos besándonos quien sabe cuánto tiempo hasta que pasó a mi cuello m, era bastante sensible ahí ya que en un momento dado cuando me besaba y daba pequeños mordiscos solté un gemido que no pude acallar. No entendía como el simple contacto con él hacía que me sintiera tan llena de calidez.
Ese sonido que a mí tanto me avergonzó pareció animarle a él. Hasta que sentí que durante su sucesión de besos y mordidas hubo una que me dolió ligeramente, pero seguía excitándome. No sabía si eso era normal y durante un instante me alarmé tensando mi cuerpo.
-¿Qué hiciste?- pregunté extrañada.
Él no me respondió y sentí de nuevo el mismo ligero dolor sobre una zona cercana a la de antes.
-Lo que he hecho es marcarte. Si no quieres que se vea busca a mi hermana, siempre se le ocurren cosas para solucionar todos los problemas, pero no le digas que te lo hice yo.
En esos momentos ya suponía lo que era. Me llevé la mano al cuello y acaricie la zona donde si no se habían generado ya estarían próximamente los dos chupetones.
Él me miraba con satisfacción propia y me besó de nuevo.
-No te enfades, es sólo una marca.- dijo temiendo que me cabreara.
-Es algo que no me molesta, puedo taparlos con maquillaje.- le respondí intentando quitarle peso al asunto, pero esa forma posesiva de ser no era algo que soliese tratar.- ¿Eres inseguro? ¿Te da miedo que alguien más esté conmigo? Puede que no me conozcas, pero ya sabes solo con el juego que nadie nunca se ha interesado en mí.
-No, muchos se han interesado en ti, pero no les has dejado acercarte. ¿Por qué a mí sí? ¿Soy más guapo, más inteligente?
-Me resultas intrigante.- dije sin pensar.- No eres como los otros, no demuestras lo que sientes abiertamente, en eso eres como yo. Siento por primera vez que quiero conocer verdaderamente a alguien.
-Eres de palabras directas. ¿Eh? ¿Y que pasa si me empiezas a tener miedo? ¿Si tras conocerme prefieres no haberlo hecho?
-Nunca temeré a alguien que besó a otro tío.
-Golpe bajo, gatita.- dijo pellizcándome con algo de fuerza las mejillas.
-No me llames gatita, tengo un nombre y es Ashley.
-Como quieras, gatita. Yo voy a volver a la fiesta, sal tú primero, deberías buscar a tus amigas o se van a preocupar. Y recuerda taparte esas marcas que he hecho, aunque yo preferiría que quedaran a la luz.
Por un momento se me habían olvidado e instintivamente me tapé el cuello con la mano y tras coger mi bolso me fui.
Gracias a dios que encontré a Sally cuando iba a bajar las escaleras y se quedó mirando como me tapaba el cuello.
-Huy, huy, huy, ¿qué escondes ahí?
-N-nada, pero necesito tu ayuda.
-Hasta que admitas lo que es no te ayudaré.- dijo canturreando.
-Es un chupetón.- dije casi susurrando y con la mirada baja.
-¿Te desataste un poco la melena significa eso? Me alegro, no está mal divertirse un rato. Ven a mi cuarto, puedo dejarte una chaqueta que cubra el cuello, ya me la devolverás otro día.
-Muchas gracias, de verdad.
-No pasa nada, será nuestro secreto y el del chico que te lo hizo.- respondió guiñándome un ojo.
Se echó para atrás el largo y sedoso pelo rubio y luego me dio la mano para llevarme a su cuarto. Entramos las dos y cerró la puerta detrás suya. Abrió los armarios empotrados y comenzó a pasar las perchas, prenda por prenda, todo ordenado.
-Mi chaqueta de cuero negro, ¿dónde está?
Siguió pasando las perchas hasta que la encontró y la puso cerca de mí para ver cómo quedaba.
-Dime que es de cuero sintético... me da miedo llevar algo tan caro.
-No seas tonta, no cuestan tanto. Pruébatela a ver que tal te queda.
Obedecí a lo que me dijo y me la probé, gracias a Dios que compartíamos talla y me quedaba bien.
-¿Se ve?
-Que va, y para los otros días déjate el pelo suelto, así lo cubres.- me dijo arreglándome el cuello de la chaqueta.- Por cierto, vi a tu amiga, Pamela creo que se llama, estaba buscándote. Le dije que esperara en la entrada de mi casa y que si te veía te mandaría allí, así que estás tardando.
-Oh, mierda, me olvidé de ellas por completo. Muchas gracias, de verdad. Voy a buscarlas.
-Ve, ve.- me animó antes de que saliera como una exhalación a la planta baja.
Baje las escaleras a trompicones, evadiendo a la gente que me encontraba, sorteándolos como me era posible para acudir a donde estaban. Cuando me las encontré ninguna tenía precisamente buena cara.
-Nuestros padres se han enterado de que nos hemos ido de fiesta.- empezó a decir Olivia.- Mi padre ha llamado al tuyo y el tuyo a la madre de Pamela. Están hechos una furia, dijeron que volviéramos ya o no saldríamos hasta las próximas Navidades.
-Además, ¿dónde has estado? No cogías el móvil. Vamos a casa, el taxi ya debe haber llegado.
-Es que extravié el móvil y por eso tardé más en encontraros, cuando vi que lo perdí me volví loca hasta que lo recuperé.
Nos apresuramos a entrar en el taxi que pidió Pamela y volvimos a casa. A mí ese día me tocó la bronca de mi vida, una hora de oír lo desobediente que era. Al resto le pasó algo parecido seguramente. Lo peor fue el castigo... sin salir en todas las vacaciones.
Resta por tanto decir que no vi a Pamela, ni a Olivia, ni a Sally, ni a Nathan, ni a Hector, ni a Michael, ni...a Owen. Al menos los vi tras las vacaciones...a todos menos a él. ¿Dónde estaría? ¿Me evitaba o era coincidencia que no nos viéramos?

Sexo PlatónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora