Conociéndonos un poco

116 7 5
                                    

Mentí y me sentí terriblemente culpable. Había momentos en los que esperaba que ella supiera que lo mío eran patrañas, que no iba a dejarme salir, pero contra todo pronóstico creyó en mí. ¿Cómo podía creer tan fácilmente en lo que una adolescente le decía? Pero así era mi madre, inocente hasta la médula y era algo que no iba a cambiar.
Metí en una maleta un pijama, ropa para el día siguiente y ropa interior por si podía ducharme. De toda la vida había sido una mujer que se baña por las noches. También guardé mi disco duro, que para mí era como mi hijo, ahí guardaba miles de fotos de mi vida, cientos de videos a cual más vergonzoso, todos mis trabajos, películas, música. En resumidas cuentas ahí estaba todo lo que era yo. Por si acaso me hacía falta para la tarea me llevé mis apuntes también. Ni siquiera me preguntó con quien me iba a quedar así que por si acaso le encargué a Pamela que me cubriera. No le dije la verdad a ella tampoco, le dije que me había quedado en casa de una chica a la que mi madre no acababa de tragar. Odiaba mentir, y más aún por un chico.
Me fui en autobús hasta la casa de Owen, menos mal que recordé el camino hacia ese lugar alejado del mundo. Su casa era casi una mansión, no tenía otras casas cerca, había que caminar un buen tramo. Estaba rodeada de naturaleza y el verde resaltaba su blanca fachada. Toqué el timbre de la verja y me abrió, luego caminé hasta la puerta y pude ver como eran aquellos preciosos jardines con su patio sin estar hasta arriba de gente.
Apenas mis nudillos rozaron las puerta cuando abrió y me vio. Él estaba tan distinto a como solía ser que me impactó. Su pelo estaba completamente revuelto y aplastado por un lado, supuse que porque apoyaba la cabeza el esa zona. Tenía los ojos ligeramente hinchados porque se acababa de despertar, estaba somnoliento y solo llevaba puesto el pantalón. Lo peor era que incluso con ese aspecto era increíblemente guapo.
-¿Te desperté?- le pregunté preocupada.
-No, no, me había despertado hace un ratito. Pero pensé que llegarías más tarde y no me pillarías con estas pintas.
-Lo siento. Si te sirve de consuelo incluso así estás muy bien.
Me estiré un poco aún en la puerta para arreglarle el pelo, teniendo cuidado de no perder el equilibrio mientras estaba de puntillas. Él desvió la mirada mientras yo le colocaba el pelo y en un susurro me dio las gracias. Tras eso me invitó a pasar y yo pude dejar la mochila arrimada a la pared, pesaba más de lo que parecía.
-¿No te gusta la playa?- le pregunté al recordar que su familia estaba allí.
-Más bien la odio.
-Es divertida, puedes jugar a la pelota en el agua, relajarte tomando el sol, nadar, tomarte un helado... Con amigos siempre es divertido. Un día te obligaré a ir conmigo.
-No vas a lograr obligarme, gatita. Soy bastante terco. Voy a lavarme la cara y ahora vuelvo.- se fue mientras hablaba al cuarto de baño de invitados.- ¿Has desayunado?
-Pues claro.
Cuando volvió estaba con el rostro húmedo, el pelo se le había mojado un poco y por su cuello se iban deslizando gotitas de aguas que rodando recorrían su pecho y se perdían en su abdomen. Algo me impedía alejar la vista de semejante cuerpo, demasiado perfecto, con los músculos marcados de forma justa. No entendía como mantenía ese cuerpazo si no parecía tocar un gimnasio, pero ahí estaba él con una tableta perfecta y una V bien recalcada.
Él se fijó en que lo estaba observando, como para no hacerlo, prácticamente estaba dejando un charco de saliva a mis pies.
-¿Tanto de gusta mi cuerpo?- dijo con sorna.
-Que va... Me preocupa que vayas a acabar cogiendo un resfriado.
Me acerqué a él y con la punta de la lengua recorrí la marca que había dejado una de las gotas en su cuello que empezaba a caer, luego le besé en la misma zona mientras mi rostro rojo de la vergüenza  se iba encendiendo más y más, sobre todo al oírle suspirar.
-Creo que no voy a poder mantenerme a raya.- me susurró mientras yo me separaba y lo miraba extrañada.- Ahora no es como en clase de plástica, ahora no hay riesgo de que nos pillen, estamos solos y podemos tomarnos nuestro tiempo.
Su mano me acarició la cintura por debajo de la ropa y me besó, ¿Por qué de repente me sentía como si estuviese saciando mi apetito? Como si tuviera un hambre voraz que no había advertido. Todo era volver a esa sensación, en las que sus labios besando los míos me hacían vibrar. Donde solo éramos él y yo, juntos, a solas.
Me gustaba que marcara el ritmo, que me instara a seguir sus movimientos mientras sus manos cálidas calentaban mi cuerpo a medida que se deslizaban. Era un torbellino de emociones tan intenso que me hacía desconectar de todo lo demás, ni siquiera me di cuenta de que me había desabrochado el sujetador. Tardé un rato en notarlo y me atrajo al sillón haciendo que me recostara mientras se colocaba encima mía. Ya no me besaba, por alguna razón se dedicaba a contemplar mi rostro que ardía de tanta vergüenza.
-Eres preciosa.
-¿Q-que...?
-Lo que oyes.- me susurró al oído.
Su respiración en mi oreja me hizo estremecer y él aprovechando eso me mordió el lóbulo de la oreja. Solté un gemido que intenté reprimir y me quitó la camisa, aún llevaba el sujetador encima aunque estaba suelto. Lo sujeté con cierto miedo y vergüenza pegándolo a mí.
-No estoy segura de esto...
-¿De qué exactamente? ¿De quedarte a dormir en mi casa? ¿Tú y yo en la misma cama? ¿O solo quizás...quizás es que te da miedo que no me guste como eres bajo la ropa?
-¿Te crees que m-me importa lo q-que pienses?
-¿Ah, no? Pues mejor, entonces quita la mano.
-No quiero.
-Admite que te da miedo que no me gustes.
-No es eso
-Sí es eso.
-No.
A medida que discutíamos se iba acercando más y más a mi rostro.
-Sí.- creí que volvería a besarme pero frotó su nariz contra la mía.- La verdad es que no me importa como seas fisicamente. Directamente no eres mi tipo.
-¿Eso debería halagarme?- dije más ofendida que nada.
-Sí, porque mi tipo son las chicas de usar y tirar, pero no puedo hacer eso contigo.
Le puse la mano en la frente y puse la otra en la mía. Igual tenía fiebre, decir eso no era normal en él.
-¿Te sientes mal?
-No, y no confundas, no estoy enamorado de ti ni nada así. Simplemente es lo que siento. Eres distinta al resto que he conocido.
Viniendo de él fue lo más bonito que he oído y sin pensarlo me abalancé sobre él para abrazarle. No me acordé hasta un poco más que no llevaba enganchado el sujetador. En vez de alejarme me aferré más a él para que no me viera, juntando nuestros cuerpos, prefería a eso a que me observara.
-No te alejes, se me cayó el...
-¿Sujetador? Lo sé, estás restregándome tu pecho por si no te has fijado.
-¡No lo digas así!
Soltó una carcajada cuando dije aquello, fue la primera risa que le oí soltar y era preciosa. Toda su expresión cambiaba, era incluso más hermoso que cuando estaba serio. No pude evitar quedarme ligeramente embobada viéndole.
-Deberías reír más, te sienta muy bien.- le dije mirándole de reojo.
-No es mi línea. Se me rompería la cara de sonreír diez segundos seguidos. Por cierto, por mí podemos quedarnos así todo el día. Además ahora sé que no son solo tus manos las frías, sino tu cuerpo entero.
-Ya, mi madre dice que soy como un muerto, es algo con lo que nunca me he sentido cómoda.- respondí intentando olvidar el hecho de que ambos estábamos desnudos de cintura para arriba.
-A mi no me desagrada, al fin y al cabo luego acabaremos teniendo la misma temperatura. Más o menos como ahora.
Me rodeó por la espalda y me apretó más para sí.
-¿Lo sientes? Como mi calor y tu frío poco a poco se unen, como se mezclan hasta ser uno.- añadió luego.
Aunque el corazón me latía desbocado no me moví, estaba nerviosa, asustada por haber permitido que me quitara parte de la ropa y aun así no me aparté.
-Si hago cosas como esta... Si te permito cosas así... ¿Me convertiré en tu tipo paulatinamente? Yo no quiero eso...
-¿Tanto te preocupa? Mis tipos lo son o no. No cambian. ¿Y cuál es tu tipo?
-Los chicos rubios de ojos azules que están de capitán en el equipo de baloncesto y que se echan el agua de la botella encima transparentando su camisa.
-¿Te gusta Lewis?
-No me va el incesto, pero es el único chico del que me conozco al dedillo su aspecto y costumbres.
-¡¿Eres hermana de Lewis?!
-Hala, ¿no lo sabías? Creí que como estás en su clase te lo habría comentado.
-¿También sois mellizos?
-Claro que no.
-¿Repetiste y tienes más edad? ¿O el repitió?
-Tampoco. Yo nací el 7 de enero y él nació el 28 de diciembre.
-Espera, ¿eres mayor que yo?
-Soy mayor que todos los de mi año, creo.
-Yo soy de octubre, vieja.
-Ahora haces que me sienta como una pedófila... ¿Y dónde está mi camisa y mi sujetador?
-Quien sabe. A mi no me importa que te quedes así. Es agradable sentirte.
Hundió el rostro en mi pelo e inhalo el aroma del champú levemente, parecía que era algo que le agradaba. Yo tenía aún el sentimiento de que estaba haciendo algo indebido, algo prohibido. No es que fuera de la creencia de que uno debe aguantarse virgen hasta la noche de bodas, más bien era del tipo que pensaba en como se decepcionarían sus padres si algún día aparecía con un bombo por barriga. Vale, esto no era sexo, pero si le permitía de más, o si daba un paso en falso, acabaría en esa clase de situación. Pensaréis que debo ser una imbécil y no os culpo, igual hasta tenéis razón. Aunque no sólo lo evitaba por lo que podía pasar con mi familia sino porque me aterrorizaba.
-Tengo frío...- musité cuando una corriente de aire fresco cruzó la sala.
-Voy a evitar los comentarios soeces.
-¿Qué ibas a dec...? Da igual, búscame aunque sea la camisa que no veo donde la dejé.
Suspiró resignado, pero me dio la camisa, aunque el sujetador dijo que no me lo darías hasta que me fuese a ir. A veces resultaba odioso. Estaba a punto de empezar a ponérmela cuando alguien tocó el timbre y mi corazón ante semejante susto - no sé como no me dio un paro cardiaco - aceleró de forma repentina intentando huir de mi caja torácica.
¿Habría su familia vuelto antes por alguna extraña razón? Quizás olvidaron algo, quizás en la playa estaba nublado, quizás discutieron y volvieron a mitad de camino. Y si era así... ¿Yo qué iba a hacer?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 26, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sexo PlatónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora