Prólogo

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Llega una etapa en la que sientes que ya nada importa, que te han roto lo suficiente como para ser cauteloso al respecto y que así no ocurra de nuevo. Que las historias de amor por más perfectas que las queramos, jamás ocurrirán como las pensamos, sino como éstas quieren ocurrir. Son espontáneas, momentáneas, eternas en su momento de existencia. Y nos dicen que somos princesas en la torre esperando por nuestro príncipe para salvarnos, pero el príncipe nunca llegó o el que llegó al momento de estarte bajando de la torre, tropezó y te dejó caer.

Hace tiempo que las historias de amor dejaron de ser perfectas.
Hace tiempo que la mujer dejó de ser la princesa.
Hace tiempo que el hombre dejó de ser el héroe y el príncipe azul.
Hace tiempo que el romanticismo se va desvaneciendo entre mentiras.

Cada quién debería ser su propio héroe, hallar la manera de salir de la torre y solo encontrar alguien a quien contarle la gran experiencia que fue la de salir de aquel aprieto. Le he dado vueltas a este asunto mucho tiempo, pero me considero una persona quebrada; quebrada por otras personas. Descubrí que todo el asunto del amor se había convertido en nada más que un juego del que las personas hacen para destruirse entre ellos, por o que empecé a preguntarme si de verdad lo necesitaba y me di cuenta que lo único que anhelaba era el amor por mí misma.

Dos piezasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora