Pequeña familia, un miembro más para el amor

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5 largos y fatídicos años; él al fin volvía a casa, dichoso de poder ver a su familia preciada.

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5 años antes, justamente la madrugada de un 16 de Octubre entre la noche gélida se escuchaba con claridad el afónico llanto de un bebé a la puerta de un matrimonio recién consumado. Los dueños de la casa abrieron la puerta desconcertados por los gritos sorprendiéndose al encontrar a sus pies un pequeño bulto.

Incluso si llegaba a parecer cliché, el matrimonio imaginaba que la criatura estuviera cubierta por una manta dentro de una canasta, con alguna carta en despedida de parte de la madre por no poder cuidar de quien se tratara su hijo o algún indicio... Pero eso era su vida real y no un cliché humorístico de los que se encontraban en películas baratas de televisión.

El recién nacido estaba completamente desnudo, frío como cadáver y morado por la presión del aire a sus pequeños pulmones.

Un albino inmediatamente se quitó su bata de dormir dejándolo a él en condiciones similares -más no iguales- arropando a la criatura que parecía se congelaría en cualquier momento y dejaría de moverse. El hombre a su lado al que se le conoció como su esposo, molesto por el atrevimiento de su pareja y las posibles miradas del público madruguero optó por quitarse su propia bata envolviendo en ella tanto a su esposo como a la criatura castañeante de frío que tenía en sus brazos.

Entraron al recinto cerrando tras ellos la puerta con el seguro habitual, permaneciendo abrazados brindándole un poco más de calor al bebé que ahora parecía tomar un color más vivo y natural. Aunque el problema persistía en que la criatura estaba muy fría.

Los preocupados zafiros del albino observaron con firmeza los amatista de su esposo, suplicándole que debían actuar rápido si no querían que el bebé muriera ahí mismo y en sus brazos. El azabache conocía a su esposo lo suficiente para saber que en esa situación incluso sin ningún apoyo él mismo se las apañaría. Si, Hiragi Shinya tenía un apego emocional demasiado profundo con los niños, que decir de los bebés, no se perdonaría a si mismo que uno falleciera en sus brazos mientras permaneció sentado sin hacer algo.

El azabache sin protestar si quiera cogió el teléfono del hogar inmediatamente marcando a urgencias. Guren Ichinose resultaba ser demasiado orgulloso para demostrar afecto o emociones, pero sus ansías y preocupación eran iguales o mayores que las del Hiragi y tampoco se perdonaría ver morir un ser tan inocente que no ha vivido prácticamente nada. Mucho menos verle la cara a su esposo después de alguna tragedia similar.

Tomaron sus pertenencias más importantes, que consistían de ser la identificación, las llaves del auto y las del hogar para salir rumbo al hospital al que el azabache había hecho la llamada anterior.

Nada más pisar la primera baldosa semejante a la porcelana del suelo de hospital, fueron inmediatamente atendidos por el personal encargado de ese turno de la madrugada. Guren y Shinya tuvieron que permanecer en la sala de espera por aguardo de alguna noticia del bebé. Eran los únicos en el extenso pasillo, que incluso si no estuvieran así, no sería impedimento para que el albino estuviese dando vuelta en círculos por los últimos 30 minutos en el mismo sitio de un lado a otro, siendo seguido por los profundos ojos de su esposo, quien tuvo que levantarse de su asiento y tomarlo de los hombros para calmarlo.

-No te alteres, que iras a contagiarme -dijo el azabache.

Acarició con sus pulgares los hombros del albino otorgándole un poco más de confianza y paz que claramente le hacían falta. El antes Hiragi se dejó consentir por su esposo acurrucándose en su pecho mientras el otro le sujetaba de la espalda dando suaves caricias con sus dedos. Shinya trabaja en un hospital como en el que se encontraban, solo que su área era precisamente la de pediatría donde podían haber niños revoltosos o cariñosos por doquier. Sus ansias eran más que obvias por no saber nada cuando regularmente está al tanto de todo.

GureShin ♠Amatista y Zafiro: Eterno esmeralda♠ {REEDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora