3. Do you know him?

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Señalen errores de adaptación por favor

POV Louis

—No me gusta el metro —Ernest se quejó cruzando sus pequeños brazos sobre el pecho y con el ceño fruncido. Yo no podía dejar de reír

—Lo sé, pero vamos a estar en casa pronto

—No mientas. Mamá dice que no es bueno —me sentía estúpido cuando mi pequeño hermano me regañaba.

—Mira Ernest, sólo quedan alrededor de 20 minutos para el final —suspiré, ajustándome la bolsa de deportes entre las piernas.

—Si hubieras estado bien con Hazz, él nos habría llevado a casa —él me envió una mirada de muerte, pero aún se veía lindo. ¿Qué? Tengo una debilidad por mis hermanos.

—Es complicado —suspiré de nuevo, corriendo la mano a través de mi cabello.

—No, no lo es.

—Sí, lo es. Eres joven, no entiendes. Harry no puede venir a nuestro barrio. No es seguro para él... ni su coche.

—¡Pero nada pasó ayer! —lanzó sus pequeños brazos en el aire.

—Por suerte —no es que me preocupe por el chico, pero yo no voy por ahí deseando que la gente sufra. ¿Y quién sabe lo que podría sucederle a un chico como él en un barrio como el mío? Apuesto a que vive en el Upper-East o algo así.

—¿Por qué no te gusta? Él es bonito —él sonrió mientras decía esto. Supongo que es más como yo de lo que pensaba.

—Él está bien —me encogí de hombros descuidadamente, mirando a las paredes exteriores de los cochea que pasaban a toda velocidad. Me gustó su pequeño y buen culo. Por el rabillo del ojo vi a Ernest soltar pequeñas risitas.

—¿Qué? —abrí una sonrisa.

—Nada —se encogió de hombros, pero mantuvo sus pequeños ojos azules en los míos.

— Deja de mirarme como ese chico —le advertí en tono de broma. Él se rió y seguí recibiendo raras miradas de la gente alrededor. Viajando en el metro de Nueva York te acostumbras a ver de todo. Y cuando digo todo me refiero a todo.

—Vamos Erny —digo utilizando el sobrenombre que tenía para mi hermano— Estamos aquí.

Saltó del asiento donde estaba sentado y me cogió la mano. Nuestra casa está a sólo un par de cuadras de la estación de metro, así que podemos ir andando, disfrutando del buen tiempo a mediados de septiembre, cuando me habló de su práctica y de cómo había marcado un gol.

—¡Yo, Tomlinson! —una voz llamó desde el parque cerca de nuestro bloque. El parque donde mis amigos y yo solemos pasar nuestro tiempo.

—¿Qué pasa, tío? Permítanme llevar a Erny a casa y volveré —ellos asintieron en mi dirección y seguimos caminando hacia la puerta de mi casa. Busqué en mi bolsillo mi juego de llaves y abrí la puerta, ajustando el bolso de Ernest en mi hombro. Subimos las escaleras como siempre, -ya que no disponemos de ascensor- y dejé a Ernest en casa con mi hermana Lottie.

—¡Lottie! Me voy. Ernest está aquí, asegúrate de que hace su tarea —le grité a través de la sala donde dejé la bolsa de Ernest, esperando que ella me escuchara. Pero no tuve esa suerte.

Gruñendo me dirigí a su habitación y la abrí sin llamar. Ella estaba acostada en su cama con sus auriculares, la música a todo volumen. Me acerqué y saqué los auriculares de su iPod haciéndola gemir.

—¿Qué mierda? —gritó mirándome con enojo a mí— ¿Alguna vez vas a aprender a llamar a mi puerta?

—¿Por qué debo llamar? No es como si me vayas a escuchar —respiré profundamente tratando de calmarme.

BRONX ; Larry Stylinson ; AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora