Mi mente comenzó a andar vagamente mis recuerdos, cuando lo noté era demasiado tarde para darle vuelta atrás a todo esto. Momentos no muy lejanos abarcaban toda mi atención y mi campo visual no era utilizado en lo absoluto; un vestido dorado, chispeante, corto, con muchos destellos adornaba mi figura femenina; parecía bastante feliz, estaba sonriéndole a mi reflejo mientras escondía de forma delicada un mechón de cabello tras mi oreja. Volví a mirar hacia el frente, mis ojos cafés lucían llamativos por el rímel y el delineador que estaba utilizando, mis labios estaban resaltados con pintura roja cereza; con unas miradas fugaces a mi alrededor noté que no estaba en mi habitación, ese recuerdo era de aquel día, aquel en el que mi nueva vida en una nueva ciudad comenzaría, la habitación de la otra inquilina, Diane olía a perfume barato de imitación de Paris Hilton.
Recuerdo que estaba tan entusiasmada que por una fracción de tiempo olvidé que me estaban buscando, ellos querían matarme; posiblemente esté dormida porque estoy muriendo, entonces ellos al fin habrían conseguido su objetivo: eliminarme. Tras ellos existe una fuerza mayor, y es que yo sé demasiado acerca de sus negocios, primero fueron tras mi madre y lo consiguieron, ahora yo soy su nuevo blanco.
Mamá debió pensarlo mejor varios años atrás, se metió con un mafioso, con un tipo peligroso y me arrastró hasta aquí con apenas 14 años de vida; hubiese podido ir con mi papá, pero no tenía noticias de él desde mi décimo cumpleaños.
Esa noche detonaron una bomba en mi nuevo edificio en Denver y yo solo me salvé por el hecho de haber salido de la fiesta a comprar unos snacks. Me habían perseguido desde Nueva York, pasando por Springfield, Philadelphia, Jersey City, Ohio, Idaho, Chicago y ese día huí de Denver.
Mi melena larguísima hasta mi espalda baja fue reducida hasta el comienzo de mi cuello y teñida de rojo. Me mudé a San Francisco y luego de allí a Seattle, en mi huída permanente sólo había una constante, mi auto y mi móvil al que cambiaba de línea cada semana.
Desperté del recuerdo, estaba vestida con una bata verde y tenía muchísimo frío, me senté en la camilla, un dolor punzante recorrió mis caderas "Estoy en el hospital", pensé, miré a mi alrededor y localicé una habitación. Coordiné mis movimientos para ponerme de pié, y cuando lo conseguí un dolor agudo recorrió mi cuerpo entero, "Algo ha pasado", aseguré, era más que obvio.
Me adentré en la habitación y éste dejo ver una porcelana rústica color verde, además del piso de cerámica rota, curtido; era un cuarto de baño. Había un espejo, y mi reflejo estaba allí, tenía la cara llena de moretones, junto a unos cuantos cortes desordenados en mi mejilla que ya había comenzado a doler desde antes. Mi cabello corto estaba sucio y desordenado; este dejaba ver una estela de cansancio en mi rostro junto a un labio roto.
Miré el dorso de mi mano, había una marca, una cobra, "Ellos me tienen aquí", concluí mientras una lágrima caía por mi mejilla en silencio, de forma inconsciente. Escuché unos pasos aproximándose con un barullo que me desesperó. Mi vista periférica me alertó que sobre una mesa de plástico con migajas de Doritos había un revólver y estaba cargado.
La puerta se abrió, las cartas estaban echadas y fue lo último que vi o escuché; había llevado el arma hasta el tope de mi sien y sin someterlo a consideración disparé el gatillo. Un corrientazo se propagó en mi interior, todo se distorsionó, quedó sumido en un profundo silencio. Una caricia que no mana calidez, una voz susurró de forma macabra que todo estaría bien.
"No volveré a huir, no volveré a temer".
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Historias de amor, desamor, locura y eso.
RandomLas personas no vienen marcadas de fábrica para ser "así" o no serlo, nadie nace sabiendo el propósito que va a cumplir en su vida, ni cuál será su rol en las vidas de sus compañeros a lo largo de la misma. Por esto mismo, porque no hay personas dif...