When the lights go out

Party

3º Semana de Mayo, 2018.

Deb veía la taza de café como si fuera hacer algún truco de magia con ella, Sarah aún no se percataba de aquello y seguía hablando tranquilamente en aquella cafetería. Los pensamientos de Deborah jamás han sido realmente precisos, ni siquiera sus planes.

-¿Y bien? ¿Qué dices? -Dice Sarah sacando de sus pensamientos a Deb.

-E-em si, esta bien.

-Genial, paso por ti a las 21:00 hrs. Lleva ropa casual -Dice la castaña aplaudiendo emocionada.

Y en efecto, gracias a no poner atención en la charla que supuestamente tenia con Sarah ahora no sabría a donde iría hoy por la noche. A su edad de 20 años era lo suficientemente independiente para vivir sola y mantenerse sin ayuda de sus padres mientras terminaba su carrera universitaria.

Ambas chicas se levantaron de sus lugares después de haber dejado propina en aquella cafetería de Los Angeles para finalmente despedirse e irse cada una por su lado. Eran las 16:00 hrs, aun tenia demasiado tiempo para arreglarse e ir a aquel lugar por lo que optó irse a su departamento y descansar un rato para después empezar con el pequeño "desastre" que iba a tener.

Al llegar a su departamento, encendió la televisión y empezó a ver lo primero que apareció aleatoriamente.

Alrededor de las 20:00 hrs Debbie empezó a arreglarse, se basó en lo que Sarah le había dicho, algo casual. Tomó una blusa holgada color blanco con negro, unos leggins negros y unos botines negros. Alisó su negro cabello e hizo unos imperfectos rulos en sus puntas. Se maquilló lo básico y al terminar de guardar todo lo necesario en su bolso recibió un mensaje de texto.

Sarah:

Ya estoy aquí afuera de tu departamento, apresurate.

(Enviado a las 20:58 pm).

Deb:

Ya voy, espera.

(Enviado a las 20:59).

-Vaya, que puntual eres -Dice Deb.

-No podemos llegar tarde a una de las mejores fiestas de Los Angeles -Dice sonriendo empezando a conducir.

-Espera, ¿Fiesta? -Pregunta la pelinegra.

-Si, ¿Acaso no escuchaste cuando te dije en la cafetería?

-Digamos que no soy muy buena prestando atención -Hace una pausa- Además, ¿Una fiesta en miércoles por la noche? Recuerda,  mañana tenemos que ir a la facultad.

-Nada que un par de aspirinas lo pueda arreglar -Dice Sarah sonriendo.

Después de haber conducido hasta el centro de la ciudad, llegaron a una casa lo suficientemente grande para creer que es una mansión. Y probablemente lo es.
Ambas bajaron del auto y miraron hacía aquella dirección que se encontraba llena de personas, licor y sexo. Lo típico.

Saludaron a un par de compañeros que se encontraban allí y después entraron a la gran casa. Tomaron dirección hacia la cocina donde estaban aquellos típicos vasos rojos que se observan en las películas.

Después de estar un poco ebrias empezaron a bailar, no les importaba nada, ni siquiera sabían de quíen era exactamente la fiesta. Sarah tenía ganas de vomitar, asi que corrió directamente a  el baño dejando a Debbie sola.
La pelinegra al no saber que hacer, decidio salir a tomar aire a las afueras de la gran casa.
Sacó un cigarrillo, lo colocó entre sus labios y lo encendió para después dar una calada. Hizo la misma secuencia varias veces hasta terminarlo; Se percató de una mirada la cual desconocía, el chico al verla sonrio y se fue acercando a ella poco a poco.

-¿Tienes mas cigarrillos? -Le pregunta el chico rubio teñido.

-Si -Sacó el cigarro entregándoselo -Aquí tienes -El lo colóca entre sus labios esperando a que la chica lo encendiera.

Después de darle una calada el chico dice:

-¿Cómo te llamas? Jamás te había visto por aqui.

-Debbie, ¿Tu?

-Michael -Dice con una sonrisa de lado.

-Bueno Michael, creo que debo irme, mañana debo ir a la facultad y no estoy en condiciones de desvelarme aun más -Dice la chica soltando una pequeña risilla.

-¡Quizás nos veamos pronto eh! ¡Será el destino! ¡Ya verás! - Dice el chico algo apresurado mientras la chica se iba con una sonrisa y negando con su cabeza.

Michael se quedó algo extrañado por el comportamiento de aquella chica, ya que era muy extrovertida y pues parecía tenerse demasiada confianza. Deb tomó dirección hacia la cocina para beber un poco más. Aunque realmente aún no podría irse, puesto que tenía que esperar a su ebria amiga Sarah que probablemente, ya no estaría en el baño. Por lo que la pelinegra decide enviarle un mensaje de texto:

Deb:

¿Dónde estas? Estoy aquí en la cocina, ya debemos irnos.

(Enviado a las 03:47 am).

Esperando un milagro para que Sarah respondiera, la chica decide volver a salir al exterior y se recarga en un árbol bebiendo una extraña bebida de las que se daban en aquella fiesta. Vió a su alrededor tratando de encontrar a una cara conocida pero falló puesto que muy pocas personas quedaban en aquella casa; pero por alguna extraña razón, Michael, el chico que habia conocido ahi seguía. Así que ella no dudo en ir y hablarle esta vez:

-Hola teñido, vengo a cumplir tu deseo de volvernos a encontrar -Habla la chica con una sonrisa burlona.

-Vaya, vaya -Hace una pausa sorprendido - Aún no te has ido, por lo que veo -Se cruza de brazos.

-Bueno, verás. Venía con una de mis amigas la cual debe estar muy ebria, y probablemente me dejó y ya se habrá ido quíen sabe a dónde -Dice haciendo un puchero.

-Tan sola a esta hora, eh -Se acerca provocativamente el chico.

-Esperaba que me hicieras compañia -La chica no duda y también se acerca más.

-¿Algún plan?

-Sorprendeme -Le guiña un ojo.

-Vamónos en mi auto -Michael toma la mano de Debbie y salen de esa enorme casa.

Realmente el camino no fue incomodo, para nada, puesto que se hacian preguntas uno al otro y sin problemas eran respondidas; Además de compartir un pequeño gusto por las canciones que estaban sonando en aquella estación de radio a altas horas de la noche. Después de que el teñido habia estado conduciendo un no tan largo trayecto, estaciona el auto en una cafeteria muy de los 80's. Sorprendida, Deborah no lo duda dos veces y da un pequeño grito acompañado de un salto de emoción.

-¿Algo más sorprendente que eso? -Habla el teñido junto a una gran sonrisa burlona.

-Vaya, vaya, has ganado -Dice levantando las manos en alto.

Ambos, deciden entrar al lugar y pensar en que les esperaba aquella noche donde se conocieron. ¿Acaso tenían algo que perder?