Nora tenía una pésima memoria. Cada vez que se le antojaba recordar viejos tiempos, debía sacar una de las tantas cajas de cartón que guardaba con mucho recelo en el armario del sótano. No importaba cual, todas estaban llenas de recuerdos de años distintos. Con sólo tocar algo de lo que había en el interior; las imágenes aparecían en su mente, los momentos vividos en aquel entonces los volvía a vivir, a sentir en la piel.
Dependiendo del objeto que tocara, sentía felicidad ó tristeza y, en raras ocasiones, no sentía nada. Si eso llegaba a ocurrir; se deshacía del objeto en cuestión, "si no puedo ver ni sentir algo, es porque los recuerdos que tiene no me pertenecen" decía Nora.
Aquella mañana fresca de marzo, primer martes de otoño; las ganas de regresar en el tiempo invadieron su espíritu. Desayunó con prisa y bajó al sótano. Encendió el foco que colgaba tristemente del techo. La luz naranja llegó hasta donde le fue posible; la oscuridad era tal que Nora creía que si estiraba las manos hacia ella podría tocarla, podría sentirla. Ella no le temía a la oscuridad, pero tampoco quería estrecharla.
La ansiedad le carcomía las entrañas. Abrió el armario de un tirón y una docena de cajas apareció ante sus ojos castaños. Tomó la caja que estaba sellada con cinta de embalaje, la única que no tenía otras cajas aplastándola. Era como si la estuviera esperando, como si supiera de antemano que Nora bajaría esa mañana.
No podía abrirla con las uñas, por lo que recurrió a la navaja suiza que siempre guardaba en el bolsillo derecho de su pantalón. Un fuerte olor a humedad y polvo salió despedido apenas ésta consiguió abrirla.
Revisó los costados pero la caja estaba seca, aunque tenía polvo por todas partes. Nora sintió comezón en la nariz pero no importaba, el viaje en el tiempo en la comodidad del lóbrego sótano de su casa valía la pena.
Se topó con un vestido. Estaba algo viejo, las polillas habían dejado sus huellas en él y recordó que su madre colocaba una bolita de naftalina en el armario para que eso no pasara, sólo que a ella se le pasó ese detalle al guardar toda su ropa de la infancia en esa caja.
Sacó el vestido y lo sacudió con fuerza. Era un vestido con cuadritos azules y blancos, pequeñas flores bordadas en rojo y rosa y una tira de tela blanca con encajes en la parte inferior. Ese vestido lo usaba cuando tenía diez años. Una tía se lo había regalado. A su prima ya no le quedaba, no tuvo más opción que dárselo.
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Recuerdos "Encajados"
KurzgeschichtenUno más de mis relatos. "Recuerdos Encajados" tiene como protagonista a Nora, una muchacha que tiene una memoria que la saca de quicio la mayor parte del tiempo. Tiene muchas cajas guardadas en un armario en el sótano de su casa las cuales guardan o...