Parte 3

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Caminó más despacio, intentando retrasar su llegada hasta que al fin llegó. Entró como pudo a su casa, abriéndose paso entre la multitud. En el patio de enfrente estaban más vecinos, también se había encontrado con su madre quien hacía lo posible para no reír.

Un mono se había metido en la habitación de sus padres cuando éstos estaban almorzando, no así dos de sus hermanos que en eso momentos estaban allí viendo una película. El primate entró por la ventana, enloquecido, gritando y rasguñando todo lo que estaba en su camino, haciendo que los hermanos de Nora saltaran de la cama de sus padres y se echaran a correr, maldiciendo y riéndose de lo ridículo de la situación.

El dueño del animal se lo llevó después de lograr tranquilizarlo y tras él también se fueron los vecinos. Nora y su familia se quedaron en el patio, riendo por lo ocurrido. Ella lo hacía con más ímpetu y sus hermanos no entendían porqué. Si tan sólo hubieran sabido que antes de llegar, Nora creía que encontraría muerto a uno de ellos, siendo velado por la familia y los vecinos, cuando de lo único que se trataba era de un mono irrumpiendo en su casa. ¡Un maldito mono fue el causante de tanto revuelo!

Recordando aquello; Nora dejó escapar unas carcajadas, seguidas de alguna que otra lagrimita rebelde que aprovechó sus risas para escapar.

Cuando se disponía a regresar el vestido en la caja; otras imágenes volvieron a su mente. Sábados más tarde había conseguido motivos para ir a la catequesis. Dos amigas suyas de toda la infancia comenzaron a asistir a esa capilla en otro grupo, pero Nora se reunía con ellas a la hora del receso. No se veían desde hace años y se volvieron a encontrar allí. Todo era alegría y felicidad en ese entonces, hasta que ella recibió su Primera Comunión.

Ya no se volvieron a ver. Nora ya no asistiría a la catequesis. Lo haría de nuevo a los quince, pero en otra capilla.

Nora siempre odió los vestidos y las faldas, pero aquella mañana no pudo evitar abrazar ese vestido que a sus ojos castaños del presente le parecían pequeño.

¡Tan rápido pasó el tiempo que ya no estaba segura de si el vestido se encogió ó ella se estiró, convirtiéndose en una mujer!

Pasó momentos desagradables con él, pero también tardes felices que no cambiaría por nada aunque su memoria pésima necesitara de abrir una caja para recordar viejas épocas.

- ¡Nora! ¿Cuándo te vas a deshacer de esas cajas? Las cosas que hay en ellas ya están viejas y no nos sirven. –le gritó su madre cuando la sorprendió con la caja abierta y el vestido en las manos.

- ¡Jamás! –le respondió enérgicamente- sólo un ser humano despreciable se desprendería de sus recuerdos, de su pasado, de su vida. Por alguna razón que desconozco, mi memoria necesita que toque estas cajas para recordar mi pasado. No me pidas que arroje a la basura una parte de mí.

Su madre lanzó un suspiro de rendición y se retiró de la puerta.

Nora doblaba el vestido para devolverla a la caja.

Quizá en otro momento necesite visitar su pasado, para recordar quien fue y reflexionar sobre aquello en lo que desea convertirse.

Nora no tiene una memoria privilegiada, pero sabe que cuenta con un armario lleno de recuerdos, que estará en su sótano siempre para regresar en el tiempo cada vez que lo necesite.

Recuerdos "Encajados"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora