Underworld: Reborn

Capítulo 3.

David estaba realmente enojado, se notaba en su ceño fruncido, sus manos fuertemente cerradas y la manera que su mandibula se apretaba, dejando escapar el sonido de sus dientes al chocar. Un viaje de dos horas al nuevo refugio del círculo de su padre, Thomas, le llevó más de un día, gracias al conflicto en la ciudad, ocasionado por el toque de queda, y la incesante búsqueda de aquellos que llamaban fenómenos.

En más de una ocasión, estuvo a punto de ser encontrado, y posiblemente capturado por los militares y la policía, incluso en las alcantarillas, lugar donde pudo ejecutar a al menos, ocho lycans antes de salir a superficie, siempre siguiendo un camino seguro si necesitaba huir en el momento oportuno.

Una presencia extraña e intimidante le había obligado a correr en cierto punto, y ocultarse en un viejo ducto que tenía años de no ser utilizado. Jamás había sentido una sensación así, un enorme terror que le envolvía, una sensación de pequeñez, algo parecido sintió con la pequeña Eve, pero no de la manera en que lo había experimentado, y se decepcionó mucho al ver únicamente a un soldado humano, con un arma en las manos, mientras caminaba lentamente por las alcantarillas.

Su instinto le había ordenado esconderse, el latido de su corazón era demasiado fuerte, y quizá era por el terror de encontrar a algún lycan superdesarrollado, cómo el hijo de aquel científico de Antigen.

Con seguridad bajó y continuó su camino, saliendo en ocasiones para salir a la superficie, deteniéndose y evadiendo cada retén.

En el día logró evadir nuevamente a las autoridades con sólo aparentar ser normal, sin embargo, no pudo evitar el admirar el mundo diurno, y cómo la luz cambiaba el color que los edificios y calles adoptaban en la oscuridad. El cielo azul claro fue lo que más le impresionó, ese manto que por las noches permanecía oscuro con pequeños puntos brillantes junto a la siempre fría y sabia luna, ahora sólo albergaba a una esfera de menor tamaño y mayor luminosidad, el sol, imponente y cálido. Era extraña la sensación de este sobre su piel, sin que esta ardiera, era cómo una suave caricia, un toque gentil.

David salió a las afueras de la ciudad, el camino estaba cerrado, y las vías alternas retrasaron su llegada por casi seis horas, pero en ese tiempo se dedicó a explorar su habilidad bajo el sol, comprobando que nada le hacia daño, ni el impacto directo, o las pequeñas líneas de luz que se colaban entre las hojas de los árboles.

Cuando bajó al escondite subterráneo, recibió miradas hostiles. Los ojos oscuros y claros de los inmortales cambiaron a un peligroso azul, para ellos él era un intruso y estaban listos a atacar en el momento que se diera la orden.

Selene había tenido razón en sus duras palabras, los inmortales de la vieja época no lo aceptaban más entre los suyos, ya no eran su raza, ya no era un vampiro para ellos.

Olivia se acercó al muchacho, brindándole un abrazo, parecía la única que mostraba felicidad de verle ahí.

— Has regresado. Espero que esta vez a quedarte.

— En realidad, vengo con una propuesta— se dio media vuelta, fijando la vista en cada rostro presente— Una propuesta a todos, aquellos que estén cansados de huir, de esconderse cómo ratas, cómo si fuéramos lycans... Es momento de evolucionar, y mostrar nuestro poder.

— No tenemos que convertirnos para lograrlo— interrumpió uno de ellos, su cabello oscuro semilargo hacia atrás, sus fieros ojos azules mirando con desdén a David— Todavía tenemos nuestro orgullo.

— Ese orgullo será nuestro final. Selene es el futuro, tenemos que unirnos y seguirle, dejar de estar en las sombras, caminar en el día.

— La Ajusticiadora mató a nuestros ancianos, se revolcó con una bestia, creó un cruce... Todas nuestras leyes y nuestro mundo, destruido por su culpa. ¿De dónde sacas que alguno de nosotros, va a seguirle?— el vampiro se hizo atrás, dejando ver a una mujer vampiro de cabello rubio y ojos azul oscuros que pronto se acercó— Puedes no creer en nuestras palabras, pero sí en las de aquella que compartió su espacio...