Promesa

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-Deje de hacer eso, sólo te estás lastimando. Ya te ha lastimado mucho -dijo con pena.

-Él… ¡Él! -grité furiosa- me ha quitado lo único que tenía, mi madre. Ella siempre me decía que no valgo nada, que no me quería y que era inservible… pero por alguna razón eso no me afectaba porque sabía que en el fondo ella me quería, se podía ver en sus ojos. Y el la ha matado cuando ella me ha dicho que me ama. ¡Rayos! ¿porqué tiene que ser todo tan injusto, Ruth? -le pregunté indefensa, muy sensible y con el corazón hecho trizas.

-Algunas veces la vida juega muy duro, te hace sentir que lo has perdido todo, que no tienes a nadie a tu lado -dijo con sabiduría, como si ella hubiese pasado por eso- pero con el tiempo te recuperas, rompes las murallas que se han formado en tu corazón y dejas que algunas personas formen parte de tí, de tu vida.

-Creo que eso es imposible para mí. Ruth… no quiero ser mala, pero me gustaría estar en este momento sola… por favor -le dije con tristeza.

-Claro… -antes de cerrar la puerta me miró y sonrió debilmente.- nada es imposible.

Su últimas tres palabras me sorprendieron realmente y me dejaron en un estado de nerviosismo. Nunca volvería a confiar en alguien, todos me han dado la espalda y ya no tengo a nadie. Estoy completamente sola, Ruth es la única chica que me ha hablado en meses, realmente me gustaría que ella fuera mi amiga, es agradable, además ahora sería la única persona que tengo.

Lloré sin consuelo, por última vez, sería la última vez que me verían tan débil, no dejaría que me lastimaran denuevo, ¡Nunca!.

Revisé con exaltación mi cadena que siempre descansa en mi cuello, la he tenido desde los 5 años, me la regalaron mis padres en mi cumpleaños, antes de que todo se derrumbara y se convirtiera en un infierno.

Pinché con un alfiler mi dedo índice, me dolió un poco, pero no es nada como lo que siento con la muerte de la única persona que me importaba.

Puse una gota de sangre sobre mi cadena y la besé. Sonará tonto pero para mí, es una juramento sagrado, no dejaría que volvieran a lastimarme.

Cerré los ojos, suspiré y los volví a abrir, ahora mi promesa estaba completa.

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