Capítulo 2.- "Adiós Rutina"

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Se removió un poco en el lugar donde estaba recostado. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Parpadeó lentamente y pronto un sonido bastante odiado para él le hizo recordar todo.

Estaba en la escuela.

¿Y el Bufón de Corazones? ¿El Circo? ¿Los espectadores? ¿Qué había pasado? ¿Un sueño?

Haciendo fuerza en su zona abdominal se empezó a sentar sin apoyar las manos en el suelo hasta estar completamente cómodo en éste, ya más despierto que en un comienzo.

Inhaló profundamente y se rascó la nuca suavemente con la yema de sus dedos para luego frotar ambos dorsos de sus manos en sus ojos. Se estiró alzando los brazos y observó a su costado derecho a Zérely, aún durmiendo recostada en el suelo.

—Así que sólo fue un sueño... parecía tan real... —

Cerró los ojos y renegó con la cabeza varias veces antes de volver a abrirlos. La campana de recordatorio ya comenzaba a sonar, si llegaban después de la tercera campanada estarían en problemas.

—Zérely, enana, ya sonó la segunda campanada—

Dijo moviéndola de manera un tanto brusca, provocando un bostezo por su parte y su típica pataleta "5 minutos más", y digo típica porque estas siestas después del almuerzo eran habituales en ellos, la única diferencia de éste a otros días de rutina, es que en éste él había tenido un sueño... un sueño que provocaría grandes cambios en él, o eso esperaba.

Y de ello se dio cuenta ante sus palabras para despertar a Zérely, había rimado fácilmente y, aunque fuera algo bastante simple, no le quitaba mérito al hecho de que nunca él rimaba, siendo esto curioso pues su profesora de Literatura, Diana, siempre le había dicho que tenía futuro en cuanto a escribir poesía respectaba, mas él, como nunca tuvo más vocación que la de terminar la escuela destacando por sobre los demás por mérito propio, no siguió su consejo hace años atrás... quizá era tiempo de pensar mejor la propuesta, aunque no necesariamente de manera escrita.

En lo que él divaga con sus recuerdos y reflexiones, Zérely ya había despertado y realizado los mismos gestos que Cirean para despertar casi en el mismo orden. A veces parecían hermanos, a veces parecían amigos y a veces parecían novios. La verdad es que nadie sabía con exactitud cuál era la relación entre ellos, incluso estos mismos no podrían decir con exactitud qué tipo de lazo tenían con el otro. Lo único que sabían, es que era irrompible. La confianza entre ellos era tan grande, que ningún rumor que buscara separarlos les afectaba. Podían aun dejarse caer al abismo si tenían al otro a la orilla de éste para que les sujetara de la mano y le salvara. Muchos de la escuela envidiaban esa confianza y deseaban una igual, por ello siempre intentaban romperla; nunca lo lograron, hasta ese momento al menos.

Ya habían levantádose ambos y puesto en marcha hacia la sala. Otra vez se separaban, él ahora tenía algo que se podría denominar "Especialización en Literatura", pues así lo había decidido, y ella tenía Historia. Se despidieron con un beso en la mejilla y un gesto de manos. No tardaron demasiado en perderse entre pasillos, llegando cada uno a su respectiva sala pocos minutos antes que sonara la tercera campanada. A veces esa institución parecía una cárcel, según la apreciación del azabache. 

Lo único que agradecía que como era día viernes, aquel bloque era el último de la jornada escolar y podrían irse a casa, y lo mejor de todo, le tocaba con su profesora Diana. De entre todos sus profesores, era a la que más le tenía afecto. Tenía el cabello de una tonalidad carmín, medía unos 3 centímetros más que Zérely y sus ojos eran de una tonalidad castaña un poco más clara que la que tenía Cirean. Siempre vestía una bufanda púrpura, un pantalón de jeans y un chaleco de lana color rojo, del cual debajo llevaba una polera manga larga de color negro. Sus clases siempre le mantenían despierto después del almuerzo y hoy, como nunca, necesitaría conversar con ella... Además de Zérely, era ella en la única que confiaba para sus cosas bien privadas. Quizá había uno que otro compañero pero... No, simplemente no. Siempre que le iba a contar algo a alguno de sus amigos más cercanos se arrepentía en último momento y buscaba la forma de cambiar la conversación para no llamar la atención ni la preocupación de éstos. Odiaba preocupar a los demás, sentía que ellos iban a sentirse decepcionados o tristes o preocupados por su estado y la verdad era que como odiaba ver esas cosas en las personas que más quería de manera tan duradera... No. Simplemente prefería contárselos a otra persona, ¿Razones? La verdad es que no las tenía, ni siquiera, que en ese momento se había planteado el porqué todavía no le contaba nada a su círculo de amigos más cercanos, lograba razonar de manera correcta, puesto que si no los preocupaba a ellos, ¿Por qué habría de decírselo a otra persona que incluso le tenía muchísimo más afecto? 

El Bufón de CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora