Capítulo 3.- "El Preludio de una Leyenda"

24 1 0
                                    

La luz no lograba entrar en la habitación del todo debido a las cortinas de la habitación, tan oscuras, tan sobrias, que realmente, sin importar qué tanta luz intenté entrar a la habitación o qué tan intensos sean los rayos luminosos, todo estaría en penumbra dentro de la habitación.

Era sábado, y la verdad, ninguno de los dos había querido levantarse antes del mediodía. Estaban tan bien ahí...

Estaban de frente entre sí, acostados uno al lado del otro, abrazándose con fuerza, con las frentes apegadas y las rodillas levemente flexionadas.

Zérely fue en esta ocasión quien despertó primero, con un bostezo bastante perezoso y una lentitud para abrir los ojos bastante notoria, en cuanto a Cirean... él seguía durmiendo todo lo que no dormía en la semana por ella.

La menor no se estiró, sino que dejó de abrazarlo para así frotarse sus ojos con el dorso de sus manos y luego, cuando ya podía ver mejor, observar directamente a Cirean. Era divertido verle durmiendo, su rostro tenía una pequeña sonrisa... como si fuera más feliz en sus sueños que en la "realidad". Le dio un pequeño beso en la nariz y luego se acurrucó a él, apoyando su cabeza en el pecho del mayor. Adoraba oír los latidos de su corazón.

Ya eran las 13:05 pm para cuando ambos estuvieron despiertos. La verdad es que habían dormido bastante bien.

Anoche habían pasado a la casa de ella para buscarle ropa para quedarse por el fin de semana e irse juntos de la casa de él el lunes a la escuela. Bostezaron con suavidad y fue primero Zérely a la ducha mientras que Cirean preparaba el desayuno. La verdad es que quería hacer algo ese día, salir con Zérely y mostrar de qué es lo que era el capaz.

Luego de que Zérely saliera del baño, se secara y vistiera con un jeans negro, una polera manga larga de color rojo y un chaleco de lana púrpura, cambiaron de puestos. Ella terminaba lo que había comenzado a preparar Cirean poco antes de que ella terminara de bañarse, y él se metía a la ducha.

Tras un rato ya ambos se encontraban desayunando plácidamente, conversando de lo que él tenía planeado para ese día. Zérely sonreía divertida ante los ánimos que el mayor tenía de lo que se había propuesto realizar. Eran pocas las veces en las que se le podía ver motivado en algo.

El desayuno era bastante simple, pan tostado, huevos revueltos y leche, bueno, si es que comer a las 13:30 pm eso se le podía llamar desayuno.

Inhaló profundamente el mayor y se quedó observando por la ventana de la cocina con una sonrisa pequeña en los labios.

—Dime Zérely, ¿Por qué te gusta tanto estar conmigo? —

Cerró los ojos la menor al escuchar la pregunta y se llevó la diestra a la barbilla tras haber dejado la taza con leche en la mesa y terminar de comer lo que tenía en la boca, rascándola suavemente con la yema de sus dedos.

—No lo sé. Eres aburrido, cruel, a veces deprimente, te mueves mucho en la cama, aunque no te falta nada a veces pareces pobre, eres feo...¿Sabes? No lo sé —

Dijo alzando los hombros con un gesto despreocupado mientras reía un poco ante lo que le respondió. La expresión facial en el rostro de Cirean era oro puro. "Maldita pendeja", era lo que estaba pensando en ese momento mientras apretaba el puño derecho y tenía una vena en su sien marcada.

—Yo también te quiero, Zérely —

Se resignó y limitó a decir, riendo un poco. Las bromas de ella a veces se pasan de crueles pero... ella se veía feliz al hacer eso, o por lo menos, reía un poco. Eso le bastaba.

La joven al escuchar la respuesta y ver los gestos resignados de Cirean, estalló de manera leve en risas y le guiñó un ojo, para luego, tras unos segundos de haberse calmado, decir.

El Bufón de CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora