Las rosas simbolizan el amor y los lirios la pureza.
Le encantaban las flores. Siempre le dije que parecía una blanca mariposa. Tan bella, libre y frágil.
Ella me golpeó y me dijo que no era frágil. Que era una guerrera y que seguiría a mi lado cuando su batalla hubiera acabado.
Le traía una rosa al día cada vez que iba a visitarla al hospital. Llegó a coleccionar un ramo enorme. Tan grande que su madre tuvo que ir recogiéndolas para plantarlas en el jardín de su casa. Me prometió que cuidaríamos ese enorme jardín de rosas cuando todo hubiera acabado.
Recuerdo los últimos días con ella. Se encontraba débil pero su alma se mantenía fuerte. Me dijo que tal vez, sólo tal vez, no podría acompañarme a nadar en las aguas de Tailandia.
Yo me negaba a aceptarlo.
Me dijo que avanzara fuerte. Que yo sería la huella de su existencia. Que no hiciera nada estúpido y que disfrutara de la vida como ella sería incapaz de vivirla.
Que acabara nuestro capítulo sin ella, pero con un final feliz.
Y vi una mariposa escaparse por su piel. Y luego otra. Y otra. Y ella se desvaneció en forma de mil mariposas coloridas, y volaron por mi alrededor y se salieron por la ventana. Liberadas.
Y yo incapaz de atraparlas.