Sky en multimedia.
Los rayos del sol travesaban las cortinas de mi habitación. Me levanté con una sonrisa de lado recordando el día de ayer. Para ser sincera no había dejado de pensar en él. Él simplemente parecía irreal.
Me vestí, simple, un jeans negros, un chaleco de lana burdeo, deje mi largo cabello rubio suelto y me maquille un poco los labios. Tome mi bolso que contenía mis cosas personales, unas rosas y en mis manos, se hallaba el gran abrigo.
A Jess le dije que iría a la casa de Rosie, mi mejor amiga, a estudiar. No quería otra discusión por lo mismo.
Al llegar allá, me acerque al guardia de seguridad, y pregunté por Felipe. Minutos después volvió y me dirigió hacia lo profundo del cementerio, ¿Eraser?
Me llevo hasta la calle donde descansaba mi abuelo, estaba realmente confundida, seguimos caminando hasta que se detuvo.
-Felipe Soriano, murió hace dos años...-lo interrumpí.
-Creo que se confundió –dije alterada- busco a una persona viva, que trabaja acá, hace, dos años... -me quede callada, no puede estar pasándome esto.
-Señorita trabajo aquí hace más de diez años, no hay ningún Felipe Soriano vivo, ¿se entiende? Ahora deje de hacerme perder el tiempo que necesito trabajar. –y se fue.
Me descoloco todo eso la verdad. ¿Lo imagine?
Estaba por irme pero algo me detuvo, aquella fotografía, la tome entre mis manos y me quede helada, al parecer la sangre de mi cuerpo no circulaba bien. Era él. Cómo era posible. Era él con el mismo abrigo que tenía entre mis manos. Estaba muerto.
-Hola Felipe –hablé a su tumba- créeme que me encantaría salir corriendo ya que nunca había estado tan confundida en toda mi vida, por favor dime que haberte conocido no fue mi imaginación, una utopía... -susurré cerrando los ojos con fuerza. Deje la foto en su lugar y me dispuse a irme. Camine algunos pasos pero algo rozó con mi mano.
-Sky... -susurraron.
Me arme de valor para dar la vuelta y me encontré con aquellos ojos que no habían salido de mi cabeza. ¿Me estaré volviendo loca?
-Te lo puedo explicar... -interrumpió.
-¿Cómo es posible? –dije acercándome y mirándolo de pies a cabeza.
-Me pregunto cómo es posible que estés tan tranquila.
-Es que no sé cómo reaccionar, no suelo conocer gente muerta todos los días –le hice la sonrisa más sarcástica que salió de mí y levanté una de mis cejas.
-Te explicaré todo. Sí, estoy muerto. Soy un cuerpo sin alma. Cuando cumplí quince años me asesinaron –levanto su pollera y tenía dos grandes cicatrices en el sector del corazón - Así es como llegue aquí. Las personas que son asesinadas o se suicidan, no se van al supuesto cielo, quedan vagando en la tierra, para vengar a la persona que los asesino o simplemente por haberse quitado la vida, y no aprovecharla.
En mi cabeza no entraba esa información, cómo diablos era posible, tenía tantas preguntas en mi cabeza.
-¿Por qué puedo verte? –dije alterada, realmente no entendía nada, aún estaba esperando que salieran las cámaras ocultas y un productor de un programa humorístico diciendo: "Es una cámara escondida". Pero eso nunca pasa.
-Puedes verme porque yo quiero que me veas. Yo decido quien me ve, en este momento la única que puede verme eres tú y la gente que pasa piensa que estás hablando sola, posiblemente una loca. Hay muchos como yo pero no puedes verlos porque ellos no quieren que los veas. –debo admitir que eso me hizo estremecer.
Lo toqué.
No mal piensen, quería ver si era como en las películas que se podía atravesar a la gente al tocarlos.
-Claro, tócame –dijo con una sonrisa y no podía estar más avergonzada.
-Perdón –dije nerviosa.
-¿No estas asustada? –preguntó, su rostro reflejaba preocupación.
-He querido salir corriendo –puse mi mano e hice como que contaba- incontables veces –lo miré a los ojos y estos se oscurecieron.- pero no lo he hecho porque simplemente me intriga saber más sobre ti, no sé cómo te has podido meter bajo mi piel sin conocernos.
-Técnicamente si nos conocemos –dijo poniéndose de mi altura, o sea se agacho algunos muchos centímetros. Corrió un mechón de cabello que molestaba y agradecí internamente por eso.
-Como sea –reí.
-¿Tus padres saben que estas acá? – yo negué.
-No tengo padres –espete mirando el aburrido suelo.
-Oh, lo siento mucho. ¿Te molesta si te pregunto qué les pasó? –dijo con los ojos cerrados esperando un golpe de mi parte, pero no llego, porque no me molestaba que me preguntaran de mis padres, ellos no me importan en lo absoluto.
-Me abandonaron –abrió los ojos- cuando nací ellos determinaron que no estaban listos para ser padres, me dejaron con mi abuela y desaparecieron.
-Lo lamento por ellos, se perdieron a una gran chica. –sonreímos, y sentí aquella sensación en mi estómago que provocaba él, como si hubieran miles de pececitos en mis entrañas.
-¿Te molesta si te pregunto cómo te asesinaron? –qué rara sonó esa pregunta.
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¿Imposible?
Romance-Soy una persona sin alma, ¿puedes amarme así? Porque te amo. -Dijo con lágrimas en sus ojos.