Introducción:

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El mundo, muchos tienen distintas concepciones de este, unas mejores que otras, sin embargo el único hecho innegable es que este mundo se pudre cada vez más, tiene un alma mecánica, respira humo negro, y su piel esta hecha de plastico y metal, este mundo cada vez mas mecanizado y absurdo alguna vez fue un mundo pacifico, un mundo donde todos vivían y morían en paz, sin embargo para contar esta historia viajaremos al alba de la humanidad, cuando este mundo era joven, primitivo y sin esperanza, entonces cuatro fuerzas divinas fuimos creadas para traer paz y balance a este mundo, cada uno de nosotros con un don especifico, sin embargo también había algunos dones que eran universales, como el tiempo, la fatalidad y la naturaleza misma, todos podíamos tener poder sobre aquellas elementales fuerzas y algunas mas, sin embargo eran nuestros dones naturales lo que hacia al mundo girar en el curso correcto, éramos cuatro jóvenes dioses con ansias de poder y admiración, el líder de nuestro grupo era Dimitri el dios de la vida, luego estaba su hermana Mirela diosa de la muerte, también estaba mi hermano Allister, dios de la justicia, y por ultimo yo, Delancey, diosa del destino, juntos dabamos al mundo el balance exacto, todos vivíamos en paz en un mundo alterno al de los humanos, nuestro hogar era glorioso y pacifico.

Nunca habíamos interactuado con los humanos, ya que pensabamos que no entenderían nuestra existencia e incluso podían llegar a sentirse amenazados por nosotros, aunque ahora que lo pienso se con certeza que no lo hicimos por mera petulancia, después de todo nosotros éramos muy superiores, aun así vivíamos pendientes de que el mundo fuera apto agradable para los humanos, a quienes veíamos como creaciones débiles y un poco torpes que debían ser protegidas. Nos ocultabamos en el anonimato, sin embargo la humanidad decidió dar una explicación a todo lo que sucedía a su alrededor y guiados por su imaginación crearon grandes mitologías, en algunas eran demasiados dioses de formas peculiares y en otras atribuían la benevolencia a un solo dios omnipotente, pero sin importar la manera en que nos representaran siempre estabamos ahí. De pronto ante nuestros atónitos ojos vimos el mundo derrumbarse poco a poco, a los humanos ya no les interesaba su alrededor, ya nada de lo que les era concedido les parecía suficiente, comenzaron a dejarse llevar por la envidia, la ambición y la ira, nada pudimos hacer ante esto ya que los humanos habían perdido la fe.

Vimos nuestro mundo pudrirse al tiempo que el de los humanos lo hacía, y tal como sucedió con los humanos nuestros corazones se llenaron de obscuridad, decidimos usar nuestro poder para absurdos y bizarros juegos, utilizando a los humanos como nuestras piezas, aquellos de carácter débil e inocente eran nuestros blancos perfectos, nos intentabamos destruir unos a otros mientras terminabamos también con la poca calma que aún quedaba en el mundo, al cabo de un largo tiempo cuando nuestro hogar se volvió un lugar putrefacto casi todos nos fuimos y buscamos huecos en el mundo humanos en los cuales pudieramos vivir, mientras tuvieramos aun el cobijo de nuestras alas los humanos no podrían vernos, sin embargo Dimitri, que había perdido el juicio, eligió quedarse en nuestro hogar, jamás apartaba la mirada del mundo humano aunque esto aumentara su locura, podíamos haber conservado nuestros poderes, sin embargo sabíamos que todos en el fondo estabamos muertos.

Ahora que el mundo era un cascarón hueco y mecanizado, estaba por librarse la batalla definitiva, el último juego divino, que decidiría no solo nuestro destino sino también el del mundo, era hora del juego final y todos jugaríamos a muerte.


"El Apocalipsis De Los Dioses"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora