Corbata

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Corbata.
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Durante las últimas 2 semanas Kagome se había quedado castigada en el hotel en donde hacía sus prácticas en el turno de 9 pm a 3 am, todo por sus llegadas tardes y haber hecho enojar a su Superior, pero de todo ello siempre tenía la culpa Sesshoumaru.

Cada vez que ella deseaba salir temprano él siempre la interrumpía con sexo, no es que se quejara, pero después de 14 días, estaba muerta por los turnos ¡Decidió que ése sería su día de venganza!

Él tenía una cita con un cliente y solo pasaría por unos documentos a la casa. Ella llegaba más temprano para prepararse.

Kagome buscó en el estudio intentando utilizar algo así como él lo había hecho con su toque, pero en el escritorio solo habían unas escrituras y unas plumas ¡Rayos! Pero qué aburridos eran los abogados.

Hurgó en la recámara y solo encontró sus trajes, corbatas y camisas ¿Se ponía un saco y recibirlo completamente desnuda? Eso era una opción mejor que taparse sus senos y su sexo con unas páginas. Se desvistió admirando su curveada figura frente al espejo, pero al colocarse el saco decidió que no era para ella, Sesshoumaru tenía un cuerpo bastante grande con unos pectorales y una espalda de gimnasio, cualquier ropa de él era como para dos veces su cuerpo, en lugar de sexi se veía ridícula.

*****

Sesshoumaru sabía que Kagome estaba allí no porque ella se lo hubiese dicho, sino porque veía su auto en el estacionamiento. Al entrar y visualizar el comedor la vio sentada a la cabecera de la mesa, con sus senos al aire y solo una corbata de él que pasaba por en medio de sus apetecibles senos, se relamió.

—Buenas noches, Sr. Taisho —lo saludó seriamente acomodándose unos lentes puntiagudos de secretaria de los años 70, pero que con su cabello suelto y con nada de ropa se le veían increíblemente sensuales. Su miembro despertó—. Esta noche repasaremos unos escritos que están pendientes para su cena.

Kagome se levantó ¡Estaba completamente desnuda! Si había tenido una pequeña erección con ver sus senos al aire, ahora viéndola como se contoneaba se convertía en una gran erección que lo envolvía en fuego.

Se sentó sobre la mesa frente a él abriendo sus piernas, sus muslos y pantorrillas lucían preciosas y su sexo depilado deslumbrante ¡Y qué hablar de ese botón rosa que lo llamaba! ¡Mierda! Estaba a punto de explotar.

—¿Kouga? La reunión se suspende, la retomaremos mañana —y con esas palabras cancelaba la cita porque nada era más importante que hacerle el amor a su pelinegra. Kagome sonrió hinchando el pecho en honor a su victoria.

Sesshoumaru se acercó acostándola en la mesa mientras ella enrollaba sus piernas en su pecho.

—¿No era una cita muy importante?

—Nada más importante que hacerte el amor.

Amarró las muñecas de su novia a la pata de la mesa dejándola completamente inmóvil.

—Cielo, esta noche te haré ver estrellas. 

Convivencias y VivenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora