Capítulo 9: "La culpa".

16 3 0
                                    

Fue un balde de agua fría. Sentía como todo dentro de mi comenzaba a desmoronarse. Como si una pinza invisible tirara con fuerza de mi corazón y lograra arrancarlo, sin anestesia. Mis ojos se abrían cada vez mas mientras digerían la noticia, y se cristalizaban. Empecé a repetir una y otra vez la palabra "No", en un volumen ascendente, en un intento desesperado por negar la realidad. Di un paso hacia atrás, tratando de alejarme un poco para entender la realidad, y mirando fijamente la cara de esa mujer que me observaba con pena.

No. No podía ser real. No podía haber llegado tarde. No podía no haberla salvado. No. Era todo lo que podía decir. No. Mis ojos se transformaron en ríos. Mis manos temblaban y lentamente las lleve hacia mi boca en una expresión de asombro. No quería creerlo. Creo que toqué mi cara pasa asegurarme de que todo fuera real. Este era el momento indicado para que mis gritos me despertaran, para que Benjamín me dijera que todo era un mal sueño, que todo iba a estar bien. Pero eso no paso, la pesadilla se había hecho realidad.

Dolor. Me dolía cada centímetro del cuerpo. De ese dolor superior, de ese dolor que va más allá de lo físico, ese que se siente como si hubieran herido cada parte de tu ser, ese que es tan grande que miras al cielo suplicando la muerte, por que dolía mucho más que la muerte. Me sentía rota, quebrada, desgarrada. Algo se había hecho trizas en mi, y sus pequeños pedazos se habían clavado en todo mi cuerpo. Creo que en ese momento se rompió mi alma.
Estamos preparados para absolutamente todo en esta vida menos la muerte. Nuestras mentes, nuestras almas y nuestros corazones, jamás entenderán que morir es parte de vivir, y mucho menos tratándose de un ser querido. No, no sólo no podía entenderlo, sino que era tan fuerte que mi cuerpo no lo soportó, quizás realmente algo grabe se había roto.

Sentí que me ahogaba. No tengo claro si con lagrimas, palabras, o recuerdos, pero estaba ahogada. Fue un peso tan grande que pasó las barreras de lo sentimental, físicamente ya no podía más. Aún metida en un llanto profundo, noté que mis piernas dejaron de responderme, primero temblaron y después caí de rodillas al piso. Y no me importó, ya no me importaba absolutamente nada. Si hubiera podido obligarme a no respirar, lo hubiera hecho.

Los brazos de Benjamín me rodearon. Él se arrodilló a mi lado, sin decir palabra, al igual que Dolly. Yo no era más que un manojo de sufrimiento. La imagen me recordó al velorio de mis padres, donde terminé tirada de la misma manera y en el mismo estado, abrazada a Tamara. Esto alimento mi llanto, y perturbo mi cabeza. Ya no me sentía dentro de mi y, al igual que mis piernas, poco a poco el resto del cuerpo quería dejar de funcionar. ¿Realmente alguien habia oído mis suplicas? ¿Estaba muriendo? Se me nubló la vista, y por fin, cerré los ojos.

Cuando desperté estaba en el departamento, acostada en la habitación. No se cuánto tiempo pasó, ni cómo llegué hasta ahí. Me costó abrir los ojos, mis párpados parecían estar hechos de plomo. Sentía como si un tornado hubiera pasado sobre mi, estaba destruida.

Él estaba sentado a mi derecha en la cama observándome. No puedo explicar con exactitud cómo es que lo hacía. Tenía una mirada extraña, confusa, como si me examinara, no era precisamente pena, no lo se, no recuerdo que me haya visto así antes.

- Por favor, decime que me fue un sueño... - Dije con la voz entrecortada.

No me contestó. Cerró los ojos, negó tristemente con la cabeza y bajó la mirada. No hizo falta mas, aunque quería negármelo a mi misma, yo sabía que había sido real. Tapé mi cara con mis manos y nuevamente rompí en llanto. Esperé unos minutos, y al ver que él no cambiaba actitud, lo abracé, como una suplica de contención. Me correspondió el abrazo, pero algo era diferente, estaba extraño, distante, o quizás sólo estaba shockeado. Yo acompañaba mis lágrimas con frases, en su mayoría inentendibles. Me culpaba, decía que me quería morir, que quería saber cómo fue, que era capaz de matar al culpable, que sólo quería tenerla conmigo, que la amaba. Estas últimas creo que tocaron alguna parte de su corazón, le contagié mis lagrimas, y empezó a tratar de consolarme. Luego de un tiempo, me separé de él y como pude trate de hablar.

AmnesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora