Capítulo 1;

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NARRA ALICE SANDERS.

Tamborileo nerviosa los dedos sobre el pupitre. Tic tac, tic tac. Observo cómo pasa el tiempo en el feo reloj blanco colocado encima de la pizarra. Las agujas se mueven con suma lentitud. Tic tac, tic tac. Una y otra vez.

Quedan diez minutos para que la aburrida clase de Matématicas llegue a su fin y así pueda reunirme con mi pequeño grupo de amigas inadaptadas y extrañas en el comedor.

Quedan exactamente diez minutos para salir corriendo del aula y alejarme de los pensamientos de Meredith, la típica chica rubia y popular que hay en todo instituto de Estados Unidos, quien se pinta los labios de rojo pasión y se deja las uñas tan largas, que acaban pareciendo garras dispuestas a desgarrarte la piel cómo te cruces en su camino o la mires con incredulidad. 

Todo un personaje.

Y como en clase cada uno tiene un número, estamos colocados en ese orden. 

A decir verdad, los pensamientos de la diba del colegio, no son interesantes. Os lo creais o no, la mayoria son sobre mí.

Cree que soy extraña, un bicho raro que no sabe vestir. Bueno, no me molestaría que pensase algo así sino llega a ser porque ella tiene el sentido del gusto ahí abajo, hablando coloquialmente. Puede que vista ropa de grandes diseñadores, pero al menos, en este Mundo, el rosa fosforito y el rojo pasión no son muy buenos amigos, no congenian demasiado bien, ¿me entendeís?

Extrañamente, tambien piensa que soy hermosa y un peligro para Chad.-su novio.- Está paranoica y piensa que voy zorreando con el primero que pasa por el camino.

Todo eso son imaginaciones suyas, por su puesto. A) Chad no es mi tipo B) Chad no es mi tipo y C)Chad no es mi tipo.

Esas son las tres razones por las que no he mostrado interés en su novio. Pero al parecer, el esmalte de uñas le provoca alucionaciones, o lo mismo se compra un pintalabios de baja calidad.

Está bastante claro que no me cae bien, ¿No? Y no quiero ni imaginar lo que pensaria al saber todo lo que puedo hacer, que no es poco ni usual.

Cuando empezé a poder escuchar los pensamientos, observar el pasado de los demás en sueños y predecir su futuro, crei sinceramente que estaba volviendome loca. Fue a los doce años.  

Tras informarme, descubrí que no habia razón alguna para afirmar que se me estaba llendo la cabeza, debido a que todas las enfermedades mentales-o casi todas.-tienen base genética. Y hasta la fecha, habia sido una niña normal. Aunque tampoco era normal escuchar lo que piensan los demás en todo momento, descubrir sus secretos mas oscuros, sus miedos e inseguridades. 

Pero una vez que te acostumbras, lo consideras algo relativamente normal.

Y, la verdad hay aveces en los que los pensamientos de los demás son tantos y tan fugazes, que me producen dolor de cabeza y mucha ansiedad. Pero, he descubierto, que si los ignoro, llega un momento en el que no los oigo, desaparecen por completo. Respiro hondo y dejo mi mente en blanco, ignorando los pensamientos de la gente. Y eso es, un verdadero golpe de suerte.

Todo seria genial, si los sueños y pesadillas se fueran de mi mente con tanta facilidad. Esos no puedo controlarlos. Hay veces que me despierto bañada en sudor, gritando o aveces llorando al presenciar el futuro nefasto de alguien querido. 

Aún asi, debo decir que nunca me he quedado de brazos cruzados ni me he quedado esperando a ver si lo que soñaba se cumplía. Siempre he intervenido, de una forma u otra, y he ayudado a la gente sin que ellos supieran que los estaba ayudando. Soy una salva vidas, cómo diria mi madre. Una educadora social.

Infinitos-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora