Capítulo 3;

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NARRA ALICE SANDERS.

A la mañana siguiente, desayuno un zumo de naranja de lata y tres tristes galletas que he encontrado buscando entre la despensa y realizo que lo mejor para olvidar lo ocurrido el día anterior, es ir al supermercado de Henry a comprar bollería industrial y ese tipo de comidas caloríficas.

No me malinterpreteís; no ignoro el echo de que Mike Donovan sea un repulsivo asesino. Pero teniendo en cuenta de que yo soy una adolescente extraña, con dones inusuales y mucho tiempo libre, prefiero no comerme la cabeza con esos macabros y terribles pensamientos sobre lo que pasó en la conferencia.

El sentimiento de culpabilidad y frustracion acuden de nuevo a mi mente y suelto una maldicion mientras me cuelgo la mochila al hombro y abro la puerta de casa. Nataly hace tiempo que se ha ido y soy consciente de que su estúpida y irritante manía de darle las cuatro vueltas a la llave sabiendo que yo me marcho media hora después, me está haciendo perder el tiempo.

Y llego tarde al instituto. Y hoy no me conviene llegar tarde.

Las dos primeras horas tengo Educacion Fisica. Voy a pasarme las dos horas corriendo de un lado para otro, sudando como un pollo bajo el cálido sol otoñal, escuchando las quejas de Meredith sobre lo fea que esta en ropa de deporte y soportando a toda la fila de tios observar como sus enormes tetas botan a cada paso que da.

Bueno, viendo lo visto, parece una mañana bastante entretenida.

Siempre podría ser peor,¿No?

Salgo al pasillo y cierro la puerta. Como era de esperar, mis vecinos aún duermen, los muy ca... afortunados. 

Cierro la puerta y decido bajar por las escaleras. Una vez en la entrada del edificio, contengo el aliento y abro la puerta. Afuera hace algo de frio, pero son las siete y media de la mañana y lo considero como algo normal.

Me queda media hora para llegar a tiempo al instituto. Cuarenta y cinco minutos andando. Si voy a paso rápido, puedo conseguirlo.

Cuando ya he recorrido media manzana, veo la sombra de un imponente pájaro(cual no consigo identificar) proyectada sobre el suelo, justo encima de mí. Sorprendida y lanzando un gritito de exclamación, alzo la cabeza y miro por encima de mí.

No hay nada. Encima de mí se extiende el cielo y los primeros rayos de luz bañan Greenwich Village.

Lo que me lleva a la siguiente pregunta, ¿Cómo he podido ver una sombra con tanta claridad si apenas hay luz?

Sacudo la cabeza, convenciendome de que son imaginaciones mías. No puedo estar volviendome loca, o no más de lo que probablemente ya esté.

Sigo caminando, rápido y pronto me encuentro en frente del campus. Estoy a treinta metros de distancia. Estoy extrañamente cansada y mis pulmones no aguantan, aunque puedo seguir caminando un poco más. Los últimos estudiantes entran apresurados, corriendo, con las mochilas votando en su espalda, apestando a marihuana.

Cruzo la calle.

"Han debido de echarse un porrito antes de empezar las clases"  pienso, sin necesidad de que sus pensamientos acudan a mí. Me encojo de hombros y justo cuando voy a entrar en el campus, el jardinero cierra la verja y bloquea la cerradura con un candado.

Está claro que no me ha visto. Me entra el pánico y me reprendo a mi misma. Soy imbécil. No debería de comportarme así porque el jardinero haya cerrado la puerta. Hablando se entiende la gente.

Apremio el paso un poco más, recordandoles a mis pulmones que deben de ser pulmones.

Resoplando y encorbada, me apoyo en los barrotes de la verja y le digo, una vez que ya esta de espaldas y está comenzando a alejarse:

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⏰ Última actualización: Oct 04, 2013 ⏰

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