Capítulo 5 - La piel... (+18)

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_ Te creo. – Dijo María con una simplicidad que lo sorprendió.

Cuando tenía cerca a Esteban no podía actuar con racionalidad, ese sentimiento era demasiado grandioso en su corazón, simplemente con mirarlo a los ojos ella sabía que era cierto. Se molestó al escucharlo decir que estaba casado, pero, cuando se lo explicó, todo quedó aclarado y ella ya no necesitaba mas palabras.

_ Te creo, yo sé lo que es el temor de perder a una hija y también sé que somos capaces de hacer cualquier cosa por ellos.

_ Lo dices por... - Esteban también la entendía sin necesidad de muchas palabras.

_ Porque tengo una hija. También tiene 14 años y tuve que vivir lejos de ella por un tiempo por eso sé lo que se siente. – Le conto María la parte más difícil de su vida.

_ ¿Ves? – Dijo Esteban mirándola a los ojos. – Algo más que tenemos en común. – Tomó su mano y se la llevó a los labios, la beso muy dulcemente y la miró profundamente - María, quiero estar contigo esta noche. Regálame esta noche y mañana... Mañana pensamos en el futuro, por favor. – Suplicó Esteban.

_ Esteban yo... - Miedo, alegría, tantas cosas gritaban dentro de ella.

_ María yo sé que sientes lo mismo que yo, pero te resistes a aceptarlo y no logro entenderlo. Yo he estado toda mi vida esperándote y sé que tú también me esperabas. No podemos dejar pasar un día más, te necesito tanto, dejémonos llevar por este amor, yo te amo y sé que tú también me amas, o ¿Vas a negarlo? Regálame esta noche, María. María lo miró a los ojos tratando de encontrar fuerza para negarse, pero no podía hacerlo él era la persona que había estado esperando, su alma se sentía en paz su corazón revoloteaba de gozo, el tiempo se detuvo.

***

Encontrar la salida

Cuando Esteban vio a María pasar por la puerta de su pequeño departamento sabía que, no podía dejarla partir, que debía de convencerla que se quedara con él para toda la vida. Y tenía una noche, tan solo una noche para esa tarea. María se paró al otro lado del salón y se quedó mirándolo. ¡Dios! ¿Qué estaba haciendo? No lo sabía. Simplemente sabía que tenía que hacerlo. Esteban estaba en lo correcto, sentía como si lo hubiera estado esperando toda una vida.

_ Todavía no estoy segura si debimos venir. – Ella dijo en un susurro.

_ Claro que sí, y estamos aquí – Esteban dijo acercándose a ella.

_ Pero ¿y mañana?

_ Mañana no existe, María. Solo lo que existe es el hoy, este departamento, tú – se acercó a ella sintiendo que se le cortaba la respiración – y yo. Y si existiera un mañana después del hoy, después de esta noche, te aseguro que será maravilloso. Te amo María. Te amo desde siempre. – Esteban no se cansaba de declararle su amor.

_ Yo ya no puedo negarlo, Esteban. También te amo y me da miedo el no saber cómo y cuándo paso, simplemente lo siento.

Y te siento

de tanto que te pienso

tú me quemas la piel

como el frío el invierno

quisiera detener el tiempo

para estar junto a ti

y encontrar la salida

a este laberinto

Esteban acarició su rostro a media luz del departamento y volvió a sentir una energía inexplicable recorrerle el cuerpo con ese contacto. María sintió lo mismo mientras él giraba el pulgar sobre sus labios con la mirada fija en ella. Eran sus cuerpos reaccionando al gozo de las almas, al estar juntos dejándose llevar por ese amor. Sin dejar de mirarse a los ojos un solo segundo, Esteban y María fueron acercándose despaciosamente. Las miradas se desviaron apenas para recorrer los rostros el uno del otro y detenerse en sus bocas. Necesitaban tanto sentir su sabor, su textura, su calidez, sus cuerpos pedían ese contacto más profundo, era como si se ocultará algo entre la piel y el alma que necesitaba ser encontrado, un solo roce de labios fue suficiente para encender esa pasión.

Entre la piel y el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora