Capítulo 2 - Tres encuentros

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***

María y Victoria

_ Buenos días mamá. Ya preparé el desayuno y te estaba esperando para comer juntas. Te he extrañado tanto. – Victoria saludó tan pronto como vio salir a María de su habitación.

_ Que linda eres hija. Ojalá todas las adolescentes fueran como tú. – María se enorgulleció de su hija que había estado tanto tiempo lejos de ella dándole un beso y un abrazo de buenos días. – Jamás volveré a permitir que estés lejos de mí.

Victoria notó la distracción de María al sentarse a la mesa, ella parecía muy concentrada en sus pensamientos.

_ ¿Qué pasa, mamá? – indagó la niña tomándola de la mano que estaba apoyada sobre la mesa, observando el rostro de su madre.

_ ¿A mí? – María se extrañó. – Nada. ¿Por qué me lo preguntas?

_ Sí, a ti. Te noto extraña, como que distraída. ¿En qué piensas?

_ La verdad es que sí, estoy distraída. Volví a tener un sueño que siempre me deja inquieta.

_ ¿Has soñado con mi papá?

_ No hija, no era tu papá, estoy segura de que era... otra persona. – María dijo con una seguridad que se le hizo extraño incluso a sí misma. – Era alguien que yo conocía, pero no sé de adonde, ni siquiera sé cómo es él.

_ ¿Entonces como sabes que lo conoces?

_ Lo sé. Simplemente lo sé... – Dijo María divagando.

_ ¿Y fue un sueño malo?

_ Yo lloré al final del sueño, pero no... No fue malo, por el contrario. – María hablaba con la seguridad que las cosas que ella sentía le daban.

_ Dime más mamá, se ve interesante. – Victoria estaba muy interesada, sobre todo por el brillo veía en los ojos de su madre al hablar del sueño. Hace tanto que no los veía brillar.

_ No hay más que decir hija. Es un sueño que siempre me deja la sensación de haberlo vivido antes por eso me intriga tanto, por las sensaciones que me provoca que no puedo expresar. Pero ¡ya! Solamente fue un sueño. – María trató de cerrar el tema.

_ Está bien. Mamá. Cómete una tostada, te va a gustar. – le ofreció la hija muy preocupada por agradar a su mamá.

– Se ven exquisitas, Victoria. Pero... no es necesario que hagas estas cosas hija, como prepararme el desayuno, limpiar la casa. Tú eres mi princesa y es aquí en donde debes de quedarte por y para siempre, a mi lado. Yo soy la que lo debe hacer por ti, por ti haría cualquier cosa, no lo dudes.

_ Ya lo sé mamá. Es que no me fue fácil vivir con mi abuela. Sobre todo no me fue fácil vivir lejos de ti. – La joven se conmovió al decir esta frase. María le había hecho mucha falta.

_ Yo conozco a tu abuela Vicky y puedo imaginarme como te fue con ella. De alguna manera, entiendo su dolor porque no es fácil perder a un hijo. Pero estoy segura que Diana te separó de mí no solo por que le recordabas a tu padre como siempre ha dicho, sino porque me considera la culpable de la muerte de David, quería castigarme por ello y lo logró, pero lo peor fue que también te castigó a ti. – María sufría al imaginar lo que su hija habría vivido.

_ No mamá, no pienses eso, eso no es cierto. Mírame, aquí estoy yo, contigo desde hace una semana. Y es en donde me quedaré para siempre.

_ Yo conozco a tu abuela. No va a resignarse a no tenerte a su lado. Ella seguirá intentando separarnos, y yo... yo no podría suportarlo. – Dijo María conmovida.

Entre la piel y el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora