¿Y si te quedas qué? 7

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7. Alexa

Han pasado 8 días desde que llegamos aquí. La tranquilidad y la paz que he sentido lejos de la ciudad no tiene igual. Mi mente no ha dejado de pensar en todo lo sucedido, pero al menos he logrado decidir lo que quiero hacer.

En un principio tenía la idea de abrir otra discoteca en alguna de las ciudades en progreso del interior, pero el estar aquí me ha hecho ver que ya no quiero seguir en ese medio, quiero tener algo más tranquilo, donde pueda disponer del día para vivir y no sólo para dormir y recuperarme de esas noches de locura. Quiero tener una vida que me permita compartir con las personas que amo ... Hasta ahora la vida nocturna me servía de escudo ante el vacío que sentía, pero ahora que había recuperado a Marián, y más en las condiciones en las que estaba, con un divorcio difícil y un bebé en camino, quería estar allí para ella, quería que contara conmigo en todo momento y eso sólo lo podía hacer si cambiaba mi estilo de vida actual.

No me estaba haciendo ilusiones de nada, sabía que mi amor por ella debía seguir enterrado como hasta ahora, pero quería ser parte de su vida, no deseaba hacerme a un lado nuevamente, no ahora que finalmente tenía su aceptación.

Lo que no estaba muy segura era qué hacer de ahora en adelante, qué negocio montar. Una posada era buena idea, el detalle era en donde, pues si bien los Roques era maravilloso, estaba muy apartado de todo y se dependía de transporte aéreo o marítimo para salir de allí. Definitivamente no me agradaba la idea de sentirme atrapada. ¿Entonces en dónde? Margarita está en pleno auge, pero aunque era más grande y con muchas más opciones que los Roques, igual se dependía del mar o del aire para salir. ¿Morrocoy? ¿Mérida? ¿Sucre? Había opciones, sólo que debía estudiarlas muy bien. En ese orden de ideas estaba cuando Marián me habló.

-Alex ...
-¿Sí?
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Claro

Estaba tomando sol así que no la miré, sólo le contesté. Me pareció raro que preguntara eso, pero desde la noche que cenó con Santiago estaba un poco más pensativa de lo normal. Esperé unos segundos antes de voltear a verla. Como siempre, estaba hermosa, sentada en su poltrona al lado mío pero bajo la sombrilla, su tez blanca no le permitía tanta exposición al sol. Al ser pelirroja debía cuidarse mucho más para no insolarse, sin embargo, su tono rojizo me encantaba. Desde niñas siempre me había encantado su piel de porcelana, a ella no le gustaba pues decía que nunca lograba tener un color bronceado como yo, pero a mí me mataba el color de su piel.

-¿Qué quieres saber? - Dije al prolongarse el silencio.
-¿Cómo te diste cuenta que eras homosexual?

Menos mal que no estaba tomando o comiendo nada, porque de seguro lo hubiese expulsado de la impresión por semejante pregunta.

-¡¿Cómo?!
-¿Que cómo te diste cuenta que eras homosexual?
-Eso lo escuché ... lo que no entiendo es ¿a qué viene eso ahora? – Gracias a dios que el sol disimulaba el enrojecimiento de mi cara, porque la sentía como un tomate y no precisamente por el bronceado.
-Es la parte que no conozco de ti – Volteó a verme. Nos quedamos mirándonos unos instantes antes de contestar.
-No hay mucho que decir al respecto – Traté de evadir el tema.
-Mucho o poco ... quisiera conocer la historia Alex ... es parte de quien eres ahora – Hizo una pausa esperando a que dijera algo, pero mis labios no lograban articular palabra – Por favor ... sé que no puedo regresar el tiempo, pero en verdad me gustaría conocer cómo fue ese proceso para ti. Te di la espalda ... lo sé y lo lamento. No pretendo redimirme porque por más que lo intente no podría hacerlo, pero me gustaría que pudieras compartir esa parte de tu vida conmigo y no que sea un tema tabú e intocable entre nosotras.
-No es eso ... es sólo que no es algo que valga la pena contar – Evadía su mirada. Era imposible hablar del tema sin hacer referencia al amor que siento por ella.
-¿No vale la pena ...o no quieres contarme?
-No creo que sea cómodo para ti – Dije finalmente luego de unos segundos.
-¿Fue por mí?
-Sí – La miré otra vez. Si tanto quería saber, debía comprobar su reacción al saber que gracias a ella me había dado cuenta de mis gustos. Para mi sorpresa, me mantuvo la mirada sin vacilar.
-Igual quiero saber – Contestó.

Mi puerta al paraíso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora