CAPÍTULO 1

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Con la garganta seca, el sudor recorriendo su frente, y la pesada arma en su mano, Kyuhyun se obligaba a seguir corriendo entre las lápidas rotas. Las volutas de vaho salían de sus labios en cada zancada debido al frío clima del mes de octubre.

―Siwon, joder, contéstame ―habló.

Pero al igual que las cuatro veces anteriores, no recibió respuesta alguna por el auricular comunicador que llevaba en la oreja.

Un horrible rugido sonó en algún lugar demasiado cercano. Kyuhyun detuvo su carrera para mirar a su alrededor unos segundos antes de decidir su siguiente ruta. Corrió de nuevo, en dirección contraria a aquel ser. Había divisado un panteón a lo lejos tras el cual podría ocultarse.

―Siwon, te juro que como te hayas muerto, me pego un tiro para ir a buscarte allí donde estés y matarte otra vez ―resopló agachándose tras el panteón y comprobando su arma.

―No creo que alguien pueda morir dos veces, Kyu...

Su voz hizo a cada célula de su cuerpo enervarse y a su corazón empezar a latir desbocado ante el tono lastimado y adolorido. Se dio la vuelta rápidamente. Siwon permanecía escondido tras unos arbustos y apoyando su espalda contra la pared del panteón. Su cabeza estaba ligeramente echada hacia atrás y sus ojos cerrados con fuerza. Su respiración era errática, su pecho subía y bajaba de forma descompasada y su aliento escapando de sus labios formaba volutas de vaho intermitentes. Y su mano derecha estaba completamente empapada en sangre posada sobre su estómago.

―Mierda ―maldijo acercándose a él.

Su pecho se estrujó por culpa del miedo y los nervios ante semejante herida.

―Se me ha roto el auricular, compañero ―bromeó Siwon enseñándole el pequeño aparatito negro en su mano izquierda―, y estoy sin balas. ¿Tú qué tal?

―Tengo medio cargador, el auricular en su sitio y un compañero medio muerto al parecer ―respondió, tratando de seguir la ácida broma.

―Medio vivo ―le corrigió Siwon. Él y su obsesión de ver siempre el vaso medio lleno.

―¿Te han mordido? ―Kyuhyun llevó una mano a su barbilla, obligándole a girar su cara y mostrarle ambos lados de su cuello en busca de la marca.

―No ―negó―, esto me lo hizo uno de sus sabuesos ―explicó haciendo referencia a su herida.

―Tengo que avisar a Jongwoon. Necesitamos un coche que venga a buscarte. Necesitas un médico ―habló mientras buscaba su teléfono en sus bolsillos.

―Sí, claro. ¿Se te ha olvidado lo que hay ahí detrás? ―apuntó haciendo un gesto con su cabeza, refiriéndose al otro lado del panteón―. Cómo si nos fueran a dejar pasar para llegar al coche.

Y como si le hubieran escuchado, una serie de feroces rugidos amenazadores cortaron el aire de la fría noche.

―No estarán aquí para cuando Jongwoon llegue ―aseguró Kyuhyun tecleando rápidamente en su teléfono―. Yo me encargaré de ellos ―afirmó.

―¿Y cómo vas a hacerlo con medio cargador exactamente? ―preguntó.

Kyuhyun le dio el teléfono y su arma.

―¿Acaso se te olvida con quién estás hablando? ―le preguntó poniéndose en pie.

Siwon vio el destello de la ira brillar en sus ojos chocolate antes de que estos cambiaran a un profundo negro.

―Kyuhyun, no...

―Firmaron su sentencia de muerte en el momento en que te hirieron ―su voz se tornó grave, casi como un gruñido mientras se daba la vuelta, evitando que Siwon pudiese ver sus facciones transformándose.

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