Y fue el último día. Mi último día de vida. El último día de todo.
Fue el último día en el que desayuné los ricos panqueques que a él se les hacía casi imposible hacer. Fue el último día en el que le canté. Y aunque él no sabe que es el último día, siento que lo hace. Siento que ya me extraña, aunque todavía esté aquí.
Le he dejado una carta debajo de su almohada. La carta dice cuánto lo amo, cuánto lo quiero y cuanto deseo lo mejor para él. Me gustaría poder quedarme, pero lamentablemente todo es así...si tan solo, si tan sólo pudiera hacer algo para arreglar esto. Para arreglarme a mi mismo.
Fue la última vez que reí, la última vez que lloré, la última vez que sentí.
Salimos al parque a caminar, como todos los días, sólo que este es el último. Bailamos bajo la lluvia cuando se oscureció, con una melodía inexistente, una melodía en nuestras mentes.
No quería que oscureciera.
En la noche vimos documentales de bandas y nos divertimos jugando a ser estrellas de rock. Le teñí el cabello por última vez. De un color negro, negro como el negro de luto.
Fue el último día que lo abracé, el último día que lo besé, el último día que tomé su mano.
Y ahora estoy aquí, mirándolo mientras agonizo. Miro como las lágrimas caen por su cara, mientras repite una y otra vez,‹‹¡Luke, Luke, Luke!››
Yo sólo le repito una y otra vez cuanto lo amo y que debe seguir adelante sin mí.
Y todo se vuelve negro. Como un desmayo, un desmayo para siempre.
Fue la última vez de todo.
