vacío

Capítulo 1 "Recuerdos"

 Miro mi reflejo en el espejo. Observo el gran moretón al costado de mi labio inferior.

 -Tenemos otro aquí- Suspiro para mi misma, agarrando el maquillaje y poniéndolo sobre mi nuevo amigito causado por simplemente aparecer enfrente de joseph.

 -¡Te he dicho que te vayas a tu recamara!-Joseph me me dió un puñetazo directo en el labio inferior, y sin darme opciones para escupír la sangre agarró de mi brazo con fuerza, volteande y agarrándome fuertemente de la nuca haciéndome estremecer del fuerte dolor. Abrió la puerta de una patada haciendo a las chicas asustarse por que al parecer estaban durmiendo.

 -¡La próxima vez ten más cuidado!- Me amenazó empujándome al suelo y de cerrando la puerta con brúsquedad.

  Cuando el se va escupo la sangre a un costado de la habitación y descubro que (por suerte) tengo todos mis dientes en su lugar.

   -¿Estás bien, _____?- Dijo Rebecca con una expreción preocupada y somnolienta a la vez  al igual que las otras chicas.

 -No te preocupes, Becky estoy bien.

 -¿Ahora por que se le antojó tratarte así ese idiota?-Susuró Clarice a sabiendas de que Joseph estaba en la habitación de al lado y no nos dejan hablar muy fuerte y sería peor si él escuchara lo que acabó  de decir.

 -No se, simplemente estaba mirándome al espejo de pared en frente de la habitación.

 -Sabes como es, Clarice. Él simplemente descarga sus frustraciones con alguna de nosotras.- Rayne agregó pasando los dedos por su cabello corto.

 Cuando termino de reglarme abro la puerta del baño, con cuidado para no despertar a Joseph y me haga Dios sabe que.

  Entro casi corriendo a la habitación, cierro la puerta con sigilosamente y me ubico en mi lugar al lado de Becky.

Rebecca es mi mejor amiga, ella fué la primera en contenerme en mi primer día en "Fantacy" y me contiene en las noches en las que estraño ser la niña de catorce años, con su familia, inocente y feliz. Tenemos la misma edad, solo que ella estuvo aquí desde los doce.

 Los primeros días que estuve aquí, tenía la esperanza de que mis padres estaban buscándome y que un día podré escapar de aquí. Lo mismo pensaban las chicas en sus primeros días, pero cuando pasaron los años esa idea se va desvaneciendo poco a poco.

 Joseph es un hombre amargado de 45 años de edad. A él solo le importa el dinero y solo el dinero,  la única cosa que puedo agradecer de él es que no abusa sexualmente de ningúna de las ocho (yo y las chicas somos ocho), él dice que somos "muy poco para él". Estuvo en la cárcel 3 años por interactuar con narcotraficantes, tendría que haber estado más años allí pero lo libraron por sobornar a juez (o al menos eso es lo que me dijeron).

 -He esperado este momento todo el día.

 Me acomodo en mi pequeño colchón, que es tan fino que es casi lo mismo que dormir en el suelo.

 Esto es la única comodidad que puedo tener desde que estoy aquí, no camas, no dormir temprano (lo cual ya me he acostumbrado), no comer demasiado, al menos nos podemos bañar tres veces a la semana. Pero todo "lujo" tiene que ver con el trabajo, en el caso del baño es ¿Quién quisiera tener sexo con una mugrosa?.

 Antes no era así, antes yo era una adolescente de catorce años normal, la típica niña que iba a fiestas y se divertía con sus amigos, siempre tan despreocupada e inocente hasta ese estúpido día.

Ese día en que todo cambió.

Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. 

-Tranquila mamá vé, no pasará nada.

 Mi madre mira a los costados de la calle en que estamos, en busca de algún peligro.

-Yo cuidare a Jeremy- Señalo con la cabeza al lugar donde fuimos a comer hace unas horas.

-Bien- Suelta después de segundos pensándo, aún con un tono no muy convencida -Pero quédate en el auto no importa lo que pase.

-Si mamá... vé a buscar tu celular ya que alguien te lo agarrará.

-bien- Diciendo eso salió del auto.

Y hací me quedé sola.

Pero no pasó mucho tiempo y Jeremy comenzó a llorar.

-Ow Jer, no llores- susurro al bebé que supongo que estába desesperado por un biverón.

Busqué el biverón atrás de los asientos, abajo de ellos pero estaba al costado del asiento de copiloto.

Lo tomé y se lo puse en la boca a mi hermanito menor de tan solo tres meses de vida.

Todo iba bien.

Hasta que alguien me agarra el cabello  con brusquedad desde la ventana que esta detrás de mi, y cuando ya estoy más cerca de la persona rodea mi cuello con su brazo.

Apunta un arma al costado de mi cabeza.

-Sal del auto o te mato a tí y al bebé.

Jeremy llora tan fuerte como si supiera lo que esta pasando.

 Oh por Dios.